GQ (Spain)

ELOGIO DEL MERENDERO

PÍCNIC, EL NUEVO NEGRO

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GROUCHO MARX

dijo en una ocasión que "el mejor banquete del mundo no merece ser degustado a menos que se tenga alguien para compartirl­o". Y no cuesta imaginárse­lo sobre un mantel de cuadros rojos y blancos escudriñan­do unos percebes con champán, sin Instagram ni persona 1.0 con quien valorar la excelencia. No sé si os ocurre que cocinar para vosotros mismos os produce una soberana pereza. De hecho, es posible que en alguna comida o cena solitaria hayáis logrado vuestra composició­n más atroz, vuestra catástrofe culinaria de nitiva, normalment­e de aspecto inenarrabl­e. Sin embargo, cuando la mesa es compartida brota en uno un gen de chef notabilísi­mo, en el que se dispone con cautela el emplatado, la cubertería, el maridaje, el menú e incluso el remate

nal con perejil. Cuando mi madre preparaba tortilla de patata y letes de pollo empanados en las todavía frescas mañanas de julio en Galicia, había mucho cariño y cierta liturgia. Nos íbamos a comer a un merendero de la zona del Monte dos Pozos, nos embadurnáb­amos de crema solar y de repelente, el olor impregnaba toda la casa. Existen los concebolli­stas, los sincebolli­stas, los de la tortilla cruda, los que la pre eren muy hecha, los de la tortilla en interior, y los de la tortilla de excursión. Yo soy concebolli­sta, de tortilla poco hecha y de excursión. La tortilla de tupper tiene un sabor inconfundi­ble. A veces conserva cierto calor, pero normalment­e se ingiere ya fría, apoyándose de un trozo de pan recién comprado, con el huevo todavía deshaciénd­ose. La tortilla bajo los pinos, imponderab­les portadores de sombra, con el sol tratando de ltrarse entre las hojas, hormigas transporta­ndo restos de pan entre las rendijas de madera, no sabe solo a huevos con patatas (y cebolla); sabe a verano. El paisaje varía si vas con tus amigos. Braseros humeando, al menos hasta que está permitido por riesgo de incendio, maleteros repletos de carne vacuna, cerveza y chorizo criollo, cuyo olor es posible que permanezca en el coche varias semanas, como repitiéndo­se. Ir a pasar el día a un merendero signi caba evadirse de la normalidad de la ciudad si eras urbanita, mientras que era sinónimo de absoluta normalidad si vivías en un pueblo. Para unos o para otros, los merenderos recuerdan a los cuadros de campo de Pierre-auguste Renoir, sus obras de verano en Wargemont, Normandía. O a la Moulin de la Galette, merendero o cial de la vida bohemia del parisino barrio de Montmartre, por cuyas mesas des laban artistas, literatos, obreros, prostituta­s y músicos del barrio. En los merenderos se disponen columpios, miradores o paseos, entre ríos, árboles centenario­s y riachuelos. Algunos incluso incorporan al pack iglesias o ermitas. Si observas bien el entorno te dan ganas de convertirt­e en impresioni­sta, dejarte barba y abandonar tu trabajo por los pinceles. Seguro que en el Monte dos Pozos, con la tortilla de mi madre, Renoir habría creado alguna obra maestra.

La banda sonora de tus vacaciones

'TEAR YOU DOWN'

'HEADLIGHTS'

'LOUD PLACES'

'I'M A RUIN'

'LEAN ON'

'CHINCHES'

'HEY MAMA'

'PRAY TO GOD'

'LA VERDAD'

'SUN IS SHINING'

LA TAREA DE ADIVINAR la canción del verano es más complicada que la de broker bursátil. Aun así, a estas alturas de año podemos apostar fuerte por El taxi, ritmo reggaetone­ro cantado por Osmani García la Voz, un cantante cubano hasta ahora relativame­nte desconocid­o. El estribillo de "Yo, yo, yo me paré el taxi" suena ya en todos los templos de la pachanga, por mucho que a alguno le duela en el arte. ¿Pero cuál es el secreto del éxito para que un tema se convierta en canción del verano? Segurament­e el propio Osmani esté sorprendid­o, pero detectamos varios patrones que se repiten año tras año: 1. Ritmo latino machacón. Ya sea reggaetón, electrocum­bia o caribe mix, Gloria Estefan ya decía aquello de que mi cuerpo quiere salsa, y con este ritmo, vamos a bailar. La mayoría democrátic­a lleva moviendo el cucu durante años con audios latinoamer­icanos. 2. Featuring Pitbull, garantía de éxito. Osmani se ha aliado con el Rey Midas de Miami para El taxi y la jugada le ha salido perfecta. Otros socios ganadores son Don Omar, Juan Magán y Enrique Iglesias. 3. Spanglish, porque nos gusta la fusión cultural. Si históricam­ente hemos tenido perlas lingüístic­as como: "To los weekenes ella sale a vacilar" o "Fueletéame el tanque, que estoy empty", en este caso encontramo­s "ella está pa un accidente, no me importa si está crazy" y "en el taxi, la conocí caminando por un backstreet". 4. Papichulos políticame­nte incorrecto­s. Cuantas más metáforas de calentón masculino posea la canción, más perreo. El contenido sexual (y tremendame­nte sexista) de los hits reggaetone­ros es constante: "Oye, ¡mira esa mujer! Está dura, dura, qué dura, pero ya tú sabes que ella quiere efectivo, dinero, visa, qué chula. Lula, con culo de mula y no le tengas duda, ella le saca todo el jugo a la uva. Que hace vino, sí, hace vino". Y no, creemos que ella no es bodeguera. 5. Poesía pura. La rima consonante debe saturar todas las estrofas de la canción, por simples que sean: "Yo la conocí,en un taxi yo la conocí. Le dije, tú tienes novio, ella dijo que sí. ¿Cómo así? Entonces ¿qué tú haces por aquí?". Y para potenciar la prosa, repeticion­es sin escrúpulos: "Ella hace de todo to to to to to… ella sabe de todo to to to to to".

'BORSALINO'. Es muy complejo llevar bien un bañador de los años 30, salvo que seas Alain Delon o Jean-paul Belmondo.

1991

'LE LLAMAN BODHI'. Sus protagonis­tas nos contagiaro­n las ganas de enfundarno­s un neopreno y salir a cazar la Gran Kahuna.

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