Visto y no visto
Por Vicente Gallart –
VIVIMOS TIEMPOS CONFLICTIVOS en los que la solidaridad es muy necesaria. La moda es una maquinaria que, en este sentido, se implica bastante; si bien en otros aspectos tiene muchas cuentas pendientes, como acaba de revelar el excelente documental The True Cost, producido por Livia Firth. Sin embargo, hay que reconocer que sus esfuerzos por ser útil en las áreas social y medioambiental cada vez son más numerosos. El último caso que me ha llegado vía e-mail es digno de mención en esta columna. Se trata de una firma de casualwear llamada Pietà que surge de las prisiones peruanas de San Pedro y San Jorge, en Lurigancho y Lima. Allí, un equipo de presos dirigido por un grupo de expertos en producción de moda ha desarrollado una propuesta que, además, está fabricada de un modo sostenible. ¿Cómo? Gracias a materiales peruanos naturales y de gran calidad como el algodón orgánico Pima o la lana andina ecológica. El resultado es muy satisfactorio, sobre todo al entrar en la web de la firma (www.projectpieta.com) y comprobar que algunos de los implicados en el proyecto también han posado como modelos con las prendas que se comercializan. Cada día que trabajan en él se les descuenta otro de su condena y, a través de esta laboriosa ocupación, todos ellos han encontrado una válvula de escape entre rejas que les permite expresar su opinión y seguir formando parte de una sociedad a la que, por ahora, no pueden regresar. Está comprobado que, tras una experiencia como esta, la rehabilitación y posterior reinserción de los presos es más rápida, así que… a ver si cunde el ejemplo. La moda debe ser un vehículo de ayuda para aquellos que buscan recuperar su dignidad y su sobriedad con orgullo, sin más lamentaciones ni sufrimientos. Unos valores que La Piedad de Miguel Ángel transmite a la perfección. De ahí el nombre de este proyecto tan interesante que ha merecido mi atención y ojalá merezca la vuestra.