Una pelea de espectadores
Escena desagradable en Pontevedra, en el centro de la ciudad (mi ciudad). La tengo aquí apuntada entre mis notas: sucedió hace un tiempo y me revela la naturaleza digna del perro más que del hombre: de los espectadores sobre los autores. Es de noche pero todavía no se han vaciado/llenado los bares. Ha venido un frío como de repente, descontextualizado totalmente. "Desde que se fue Pemán estáis sin rumbo", me dice un amigo en el Rías Bajas. Pemán es el hombre del tiempo y todo puede ser. Se quedaron descolgados varios días de la primavera pero de repente, como si hubiese olvidado algo, ha vuelto el invierno. Faltan muchas cosas para el buen tiempo; entre otras, un par de meses.
Llegando a la iglesia de A Peregrina empiezo a escuchar jaleo. Parece que se trata de una pelea. Casi prefiero un crimen. Se están agarrando un chico y una chica y escucho de repente esa frase universal: "¡Si no fueras chica!". "No debiéramos ser chicas", pienso automáticamente, pero me parece que no es un verso de nadie. Prefiero la frase de Iñaki Uriarte: "Las playas desiertas están desiertas porque no hay chicas". Hay varias personas ("varios pontevedreses", pienso mentalmente, y no sé por qué) alrededor de la escena violenta. Es, de momento, violencia verbal: gritos, amenazas y algún agarrón. Voy a tener que pasar por allí y me maldigo un poco.
Los puedo ver ya: el chico suele tocar la flauta (especialmente en verano, y especialmente una única melodía) y ella, si no me equivoco, le estaba ayudando a pedir dinero estos meses. Puede ser que ella pertenezca a otro punto de la calle y me esté liando, pero creo que no: son pareja, si no de amor, sí de pedir, que une más que una cama. El chico (flaquísimo, pelo recogido, cara chupada y barba) grita; ella le quiere pegar. Varios tratan de mediar, algunos sin fortuna. La gente naturalmente está detenida alrededor. Yo sin embargo apuro el paso todo lo que puedo. Incluso me parece ver cerca de la estatua del loro a Miguel Pola, y me acerco a él y le digo: "Qué, Miguel, tú también atendiendo al espectáculo", y se gira hacia mí y no se parece a Miguel Pola ni en las manos. "Disculpe", murmuro. Y me quedo en silencio, no me vayan a caer todas las hostias que se están rifando en ese momento en A Peregrina.
¿Por qué quiero irme? Un poco por alejarme de la noticia todo lo que pue-
"¿Por qué quiero irme? Un poco por alejarme de la noticia todo lo que pueda, en plan periodista a la contra"