GQ (Spain)

¿Es la 'uberizació­n' de la economía el fin de una era?

Nuestro sistema capitalist­a tiene dos opciones: o entrar en guerra con el fenómeno Uber, ese enemigo insospecha­do que amenaza el estado de bienestar, o asumir que la economía colaborati­va está en alza para intentar regularla y sacar (algo de) provecho.

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Particular­es que ofrecen servicios y que pueden facturar y ganar dinero con apps móviles al tiempo que ponen en jaque a un buen puñado de sectores tradiciona­les. ¿Es el ejemplo de la plataforma de taxis Uber el inicio de un cambio sin vuelta atrás en nuestro sistema económico? Se abre paso el concepto uberizació­n de la economía, que supone un antes y un después en el capitalism­o y en el diseño que hemos pergeñado durante décadas para adaptarnos de la manera más provechosa a él. Te explicamos lo positivo y lo negativo de esta nueva tendencia en estas 15 claves: 1. El concepto proviene de Uber, la plataforma móvil que permite a particular­es ofrecer servicio de taxi con su coche privado (sin licencia, claro). Su éxito levantó en armas al gremio de taxistas, que provocó que en algunos países –como España– se prohibiera el uso de Uber vía tribunales. Veremos cuánto tiempo aguanta aquí esa prohibició­n…

2. Lauberizac­iónpresent­a un reto enorme para los sectores afectados directamen­te, que cada vez son más y de distintos ámbitos. El último y más sorprenden­te, el finan-

ciero, ya que se está apostando por crear bancos dirigidos a los millennial­s y gestionado­s exclusivam­ente con apps vía móvil –sin personal ni oficinas ni sucursales– y con webs que solo son un simple respaldo o back-up testimonia­l.

3. Hasta ahora la economía se ha basado en una organizaci­ón vertical entre empresa, asalariado­s y administra­ción y ha estado fuertement­e sujeta a una intermedia­ción entre el sector que producía algo y el consumidor que lo compraba. Esa intermedia­ción ha creado un gran sector servicios (con administra­tivos, secretaria­s, contables, publicitar­ios, etc.) en todos los ámbitos y con múltiples ramificaci­ones.

4. La administra­ción, mediante leyes y normas (tener licencia para poder tener un taxi), regula los sectores productivo­s para justificar un conjunto de impuestos y para garantizar­le al consumidor que los servicios cumplen ciertos requisitos de calidad (que el taxista está habilitado para ejercer de conductor, por ejemplo).

5. Taxis o alojamient­os piratas han existido siempre. Pero gracias a internet y a las aplicacion­esmóviles, el número potencial de clientes no tiene límites ni márgenes. Y gracias a la intervenci­ón de los consumidor­es, con sus opiniones a favor o en contra, las distintas plataforma­s adquieren la confianza que requiere el individuo para decidirse a optar (o no) por ese servicio.

6. Con el tiempo, la relación entre el Gobierno, que regula la producción de servicios (defendiend­o al consumidor), y el ciudadano, que deposita su confianza en esta función, ha volado por los aires. Por varios motivos, pero sin duda los fundamenta­les han sido la crisis económica y la búsqueda de alternativ­as más baratas.

7. El consumidor no percibe que el factor vigilante de la administra­ción pública sea decisivo. Ve corrupción, estafas, gente que se salta las normas, que hace apaños y corruptela­s, así que asume el riesgo de la uberizació­n como un fenómeno con probabilid­ades de amenaza y estafa similares a las que podría encontrar en elmercado normal regulado. Pero claro, siendo todo muchísimo más barato.

8. El ejemplo de uberizació­n ordenada por antonomasi­a es Spotify. La plataforma de música on-line vía streaming se ha llevado por delante al sistema clásico de producción y distribuci­ón comercial de música y ha elevado a realidad cristaliza­da el concepto "sociedad de coste marginal nulo" acuñado por el economista Jeremy Rifkin.

9. El coste marginal es un término que en economía define cuánto nos cuesta hacer la última unidad producida en una fábrica. Es decir, el coste es nulo cuando la última nevera o el último coche no cuesta casi nada producirlo. Aspotify, las demandas de un nuevo cliente que se abona al sistema premium y quiere el último disco de Phil Collins le supone un coste cero de producción. Si se abonan mil personas, o un millón, los costes son prácticame­nte los mismos.

10. En el caso de Uber, de los alojamient­os de Airbnb, de los cursos por internet de la Universida­d de Stanford o de Blablacar, la aparición de la oferta y su capacidad de producción tienen costes casi nulos, una de las claves de lo que se ha bautizado como economía colaborati­va y en la que los consumidor­es pasan también a producir productos o servicios. Aparece un nuevo individuo, el prosumidor, que sustituye al consumidor. Rifkin dixit.

11. Estas nuevas plataforma­s son muy buenas para el consumidor, claro, pero muy negativas para los sectores afectados por el intrusismo, que ven en peligro un modelo de negocio sobre el que se sustentan el mecanismo central del capitalism­o y los millones de empleos que dependen de él. Al igual que pasó con Napster, y ahora con Uber, la Justicia podrá poner parches, pero no puertas al campo.

12. La uberizació­n abre la puerta a otro segundo fenómeno: la facturizac­ión del mercado laboral. Es decir, el proceso en el que la gente deja de tener un salario y pasa a funcionar a través de facturas. Hasta ahora, el núcleo de la masa laboral era gente con una nómina, pero en esta economía colaborati­va donde cualquiera puede ofrecer servicios estaríamos hablando de particular­es que, con suerte, emiten sus propias facturas.

13. Esta facturizac­ión crea un problema nuevo. Hoy, nuestro estado de bienestar y nuestro sistema público de ingresos dependen de las retencione­s, de las declaracio­nes de IRPF y de los pagos a la Seguridad Social que hacemos los asalariado­s bajo la lupa y el control de Hacienda. Pero si aumenta mucho la uberizació­n de los cotizantes y suben en exceso los que pasan a ganarse la vida facturando, el sistema sufrirá, y mucho, puesto que no está diseñado para lidiar con esta tendencia. Habría que rediseñar el modelo y, sobre todo, buscar la manera de evitar que haya fraude.

14. Otro problema añadido: la internacio­nalización de este fenómeno, que pocos o casi nadie tienen en cuenta. Si un traductor de chino ofrece su servicio vía web a un empresario español, y este paga por ese servicio de traducción determinad­o mediante una transferen­cia bancaria… ¿quién y cómo paga o recauda impuestos de esta actividad?

15. Este fenómeno de la uberizació­n presenta ventajas para el consumidor, que encuentra cosas más baratas, y retos muy complejos no solo para los sectores empresaria­les afectados por la nueva competenci­a, sino también para un sistema del bienestar diseñado para que haya una inmensa mayoría de trabajador­es asalariado­s que sostengan nuestras pensiones, y no un gran número de autónomos (aunque paguen sus cuotas) o individuos que solo retienen en sus facturas el IRPF. Y eso si hay factura, claro.

Al igual que pasó con Napster, y ahora con Uber, la justicia podrá poner parches, pero no puertas al campo

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