GQ (Spain)

PAULO DYBALA

Es bajito, zurdo, argentino… y muy muy habilidoso. Juega en la Juventus de Turín (aunque media Europa lo quiere en su equipo) y Messi ya lo ha señalado como su sucesor. El futuro del fútbol pasa por su pierna izquierda.

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• NACIÓ Y CRECIÓ EN UN APARTADO pueblecito de la Argentina interior, Laguna Larga, apenas cuatro calles, una gasolinera y las puertas de las casas abiertas incluso de noche. El resto del mundo parecía entonces muy lejano. Hoy, a sus 22 años, Paulo Dybala demuestra una sagacidad propia de alguien más maduro. Hace algo de calor durante la entrevista, pero la estrella de la Juventus (autor de 23 goles en su primer año como bianconero) rechaza hasta las calorías de un refresco. Sin duda, hace falta tenacidad y rigor para dar caza al sueño –ser futbolista– que Paulo heredó de Adolfo, su padre. "Hasta que cumplí 15 era el más pequeño de todo el equipo, tanto que las camisetas me llegaban hasta la rodilla, como una túnica. Por eso me llamaban el Curita, pero yo he seguido adelante. Ahora, que ya he logrado ser futbolista, si pudiera elegir, renunciarí­a incluso al Balón de Oro por conseguir mi sueño: ganar la Champions primero y el Mundial después".

GQ: Un niño y una pelota. Todo empieza siempre así. ¿Recuerdas tus primeros toques? PAULO DYBALA: Imposible: mi padre me dio un balón incluso antes de empezar a andar. Pero tengo bien en mente el campito de Sebastián Barrionuev­o, la primera escuela de fútbol para todos los niños de Laguna Larga. GQ: Empezaste a jugar en campeonato­s regionales, fuiste el jugador más joven en marcar un gol (batiendo incluso el récord de Mario Kempes) y, poco después, llegó la llamada de Italia… P. D.: Aunque era un chavalín, no podía decirle que no al Palermo. Sabía que pasar de la segunda división argentina a la primera italiana no iba a ser fácil, pero los trenes solo pasan una vez. Mi padre ya no estaba. Lo hablé con mi madre y mis hermanos y pensamos que era la mejor decisión. La vida nos ha dado la razón. GQ: ¿Cómo te cambió la vida? P. D.: En Palermo me enseñaron a comprender el fútbol. En la Juventus, Allegri fue muy paciente conmigo y me ayudó mucho a crecer. GQ: Argentina se ha mantenido, sin embargo, fija en tus pensamient­os. La última Copa América no os fue bien.tercera final perdida en tres años y ese adiós de Leo Messi que al final se quedó en amago… P. D.: ¿Qué se le puede reprochar a Leo? Habló en caliente, justo después de haber perdido una final. Entre nosotros, el peso de la camiseta con el número 10 es enorme. Si Maradona no hubiese ganado el Mundial

del 86 quizá habría dicho lo mismo tras caer en la final de Italia 90… GQ: Tanto uno como el otro hicieron historia en el Barcelona, club que parece ser el hogar de los grandes 10 argentinos… ¿Premonició­n? P. D.: Por allí han pasado muchos compatriot­as. También Riquelme, pero es casualidad. Nadie ha dicho que para llevar ese dorsal haya que jugar obligatori­amente en el Barça. GQ: Tu selección echa en falta un triunfo desde 1993. La próxima oportunida­d es el Mundial de Rusia, en 2018. ¿Será esta tu gran oportunida­d? P. D.: Mi objetivo es asegurarme un puesto en la selección, pero no quiero conseguirl­o porque otro lo ha dejado. Debo ganármelo con mi trabajo en la Juventus. GQ: Álvaro Morata, tu excompañer­o, decidió dejar la Juve y volver al Real Madrid. ¿Crees que hizo lo correcto? P. D.: Yo habría sido muy feliz si se hubiese quedado, porque nos llevábamos muy bien tanto en el terreno de juego como fuera de él. Fue un gran compañero y es un gran amigo: le debo mucho. GQ: Buffon es uno de los mejores del mundo. En los entrenamie­ntos… ¿cuántas veces te ha parado un penalti? P. D.: Nunca… pero porque él no entrena los penaltis con nosotros [ríe]. Se los tiramos a Neto, el segundo portero. GQ: La Champions ha sido la gran asignatura pendiente de la Juve en estas últimas temporadas. ¿Es el objetivo prioritari­o de esta? P. D.: La Juve es un club que siempre debe aspirar a ganar la Champions. Lo demuestra su historia reciente: la final de 2015 contra el Barcelona y los reñidos octavos que jugamos contra el Bayern el año pasado cuando nadie se esperaba una eliminator­ia tan disputada. GQ: Salgamos del campo. ¿Qué haces en tu tiempo libre? P. D.: Estoy buscando a algún compañero que juegue conmigo al ajedrez en las concentrac­iones. Aprendí con mi padre cuando tenía cinco años y me gusta porque ayuda a liberar la mente. GQ: Dime tus tres lugares favoritos de Turín. P. D.: Aparte de mi casa: el Monte dei Cappuccini, el Lungo Po y el estadio de la Juventus. GQ: ¿Te gusta el cine? P. D.: Sobre todo las películas de guerra. La última que he visto ha sido La vida es bella, una obra maestra. GQ: ¿Qué libros tienes en la mesita de noche? P. D.: Dos: Yo, el Bocha, de Ricardo Bochini, campeón del mundo en 1986 y leyenda del Independie­nte; y Padre rico, padre pobre, de Robert Kiyosaki, un regalo de un amigo. GQ: ¿Cómo vistes por las calles de Turín? P. D.: Con ropa cómoda, aunque también me gusta mucho llevar chaleco, camisa y chaqueta. Eso sí: nunca me veréis vestido así para tomar un helado con mi novia. GQ: ¿Coches? P. D.: Me gustan, pero solo tengo uno: un Maserati. GQ: Un coche grande… ¿Te lo compraste pensando en construir una familia? P. D.: Está en mis pensamient­os. Para mí ha sido fundamenta­l tener a a los míos muy cerca. Desde que falta mi padre siempre hemos estado todos muy unidos. Quien tiene la suerte de tener una buena familia conoce su valor. Sobre todo en este mundillo, donde muchos te pasan la mano por la espalda más por convenienc­ia que por amor. GQ: Si tienes un hijo, ¿seguirá los pasos de su padre? P. D.: No será una decisión que me correspond­a tomar a mí; los niños argentinos crecen ya con un balón dentro de la tripa de sus madres. Todo se reduce a eso: la familia, un niño y un balón. La felicidad.

• SE LLAMA EBBATOVE ELSA NILSSON (Estocolomo, Suecia, 1987), pero responde al nombre de Tove Lo y está aquí para hacer pop electrónic­o, pegadizo y con un inequívoco mensaje empoderado­r. "Para mí sexo y música están estrechame­nte conectados", explica por teléfono desde su país natal. "Proporcion­an sensacione­s muy parecidas y no puedo separar el uno de la otra. Como digo en Cool Girl, el dolor y el placer caminan de la mano y eso significa que el dolor es el camino que nos conduce hacia un mayor placer". No, esto no es un alegato masoquista ni nada similar. Es, simplement­e, "la certeza de que no se puede vivir intensamen­te sin sufrir. Porque vivir duele, pero es maravillos­o".

Comenzó componiend­o para otras artistas –Icona Pop, Ellie Goulding, Hilary Duff…– y, para su sorpresa, estas canciones tuvieron una excelente acogida comercial. El siguiente paso fue grabar sus propios temas, proceso que comenzó en 2012 y que ahora se concreta en un segundo álbum titulado Lady Wood (Universal). "En Suecia, este concepto se refiere a la erección femenina. Cuando se utiliza es para hablar de una mujer fuerte". Fuerte y poderosa como Tove Lo, una chica que cuenta por cientos de millones sus escuchas en streaming y que convierte (en el arte gráfico de sus trabajos) las oes de su nombre en pequeñas vaginas. "Si fuese un hombre nadie se sorprender­ía con estas cosas porque el mundo está lleno de símbolos fálicos… Sí, soy una feminista

convencida".

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