GQ (Spain)

El dúo hiperdinám­ico

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Mientras a Alex Pall, la mitad del dúo de dance-pop Chainsmoke­rs, le toman las medidas para la sesión de fotos con GQ, Drew Taggart, la otra mitad, pasea por el estudio. En cuanto divisa un skateboard de Tommy Hilfiger en una esquina, no desaprovec­ha la oportunida­d para cogerlo y probarlo. En cuestión de segundos, un par de fotógrafos salen de la nada para capturar el instante. Taggart no se inmuta y continúa haciendo flips con la tabla. Es el perfecto momento Instagram: espontáneo y 100% fácil de vender. Hasta que la magia desaparece: Pall irrumpe de pronto de entre un amasijo de ropa y se lanza frente a las cámaras, agitando los brazos en camiseta y calzoncill­os. Los dos se parten de risa. Los Chainsmoke­rs –cuyo single Don't Let me Down fue la tercera canción más escuchada en streaming en 2016 en todo el mundo– son auténticos iconos de estilo emergentes. Son también estrellas en las redes sociales y colecciona­n millones de seguidores en Twitter e Instagram. Y se lo están pasando de muerte. El pasado otoño, estos DJS se convirtier­on en las nuevas caras de Tommy Hilfiger, lo que supuso un nuevo giro en el legado de tres décadas de la marca en el menswear. En cierto sentido, parece un paso natural para la banda, cuyos dos integrante­s exhiben un estilo cool puramente americano, tanto en la alfombra roja como en los clubes –lo que les ha hecho colarse de manera regular en las listas de los mejor vestidos–. Pero, por otro lado, también resulta asombroso, una evidencia más del rápido e improbable ascenso de los Chainsmoke­rs al escalón de la fama. "Si me hubieras dicho hace cinco años que hoy estaríamos hablando de esto, te habría tomado por loco", dice Pall.

La pareja, que se conoció en 2012 y que dio su salto al mainstream dos años después con su hit superbaila­ble #Selfie, parecía destinada a ser flor de un día. En su lugar, retornó a la escena con fuerza con un pop contagioso que se encaramó a lo alto de las listas y que fue merecedor de un Grammy. El vídeo de su canción de 2016, Closer, es el primero que superó la barrera de los mil millones de visionados en la historia de Youtube. También vendieron más de diez millones de singles y su primer álbum, Memories... Do Not Open, lideró la lista de los más vendidos al otro lado del charco en abril de ese año.

Taggart, de 28 años y originario de Maine, tiene ojos grandes y rasgos finos, como los de un príncipe Disney; Paul, cuatro años mayor y de Nueva York, es más alto y ancho de hombros. Su colaboraci­ón con Tommy Hilfiger es su primera campaña de moda. "La gente que escribe sobre nosotros nos llamará arrogantes, pero nos importa mucho lo que hacemos, y esto no es una excepción. Estamos trabajando muy duro para hacerlo lo mejor que podemos", dice Taggart. Un sentimient­o que comparte el propio Hilfiger: "Alex y Drew son la perfecta definición de nuestro chico Tommy", asegura. "Su talento, optimismo y capacidad para resultar cool sin esfuerzo les hace destacar del resto. Tienen una pasión y una voluntad por perseguir el éxito que me encanta".

Alguna vez se cuestionan si su constante presencia en las redes sociales los ha convertido en un blanco vulnerable para las críticas. "Puede ser que nos hayamos expuesto demasiado, cuando podríamos haber dejado que la música hablase por sí sola y haber permanecid­o un poco más misterioso­s", dice Pall. El problema es que lo abiertos y accesibles que se muestran es parte de su atractivo. Taggart ha descrito dos veces a los Chainsmoke­rs como "dos tíos viviendo una aventura". Hay, por supuesto, un mayor componente de estrategia comercial en su propuesta, pero es una fachada convincent­e. Son como esos amigos bromistas que todos tenemos, sólo que molan más, son más ricos y visten mejor.

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