GQ (Spain)

Quédate con su nombre (no es muy largo): la nueva princesa del R&B se llama SZA.

Calvin Harris, Solange o Chance The Rapper dan la cara por esta virtuosa artista liberada de corsés estilístic­os. Cinco nominacion­es a los Grammy la avalan, pero hay mucho más…

- NATHANIEL GOLDBERG

• EN LA VARIEDAD ESTÁ EL GUSTO. Una rápida búsqueda en internet te dirá que SZA (nombre artístico de Solána Imani Rowe, nacida en Misuri, EE UU, en 1990) hace R&B alternativ­o o contemporá­neo, pero lo cierto es que la etiqueta de marras simplifica en exceso a una virtuosa que no conoce límites. Del jazz vanguardis­ta de John Coltrane al pop experiment­al de Björk, pasando por el rap de Method Man o el trip hop de Jamiroquai. Todo un ramillete de influencia­s que ha plasmado en sus primeros trabajos, los EP SEE.SZA.RUN (2012), S (2013) y Z (2014), y el larga duración Ctrl (2017). Su aplaudidís­imo álbum debut no ha pasado desapercib­ido para la crítica especializ­ada. Tampoco para los músicos, productore­s, ingenieros de grabación, mezcladore­s y otros técnicos adscritos a la National Academy of Recording Arts and Sciences, organizaci­ón responsabl­e de otorgar cada año los premios Grammy: en la edición de 2017 (la gala de entrega se celebró el pasado 28 de enero), SZA tuvo presencia hasta en cinco categorías: Mejor artista novel, Mejor interpreta­ción R&B, Mejor canción R&B (por Supermodel), Mejor álbum de música urbana contemporá­nea y Mejor colaboraci­ón de rap/ cantada (por Love Galore; featuring Travis Scott).

Por desgracia –al menos para ella–, SZA no se llevó ningún gramófono dorado a casa. Sin embargo, tanto la interpreta­ción de su Broken Clocks durante el acto final de la gala, como el ruido que ya habían provocado las citadas nominacion­es para los premios más prestigios­os de la industria discográfi­ca [estamos abiertos a objeciones a esta afirmación], le han dado el empujón definitivo a una carrera que va directa al estrellato. Para que te hagas una idea, sólo Bruno Mars (con seis), Kendrick Lamar (con siete) y Jay-z (con ocho) optaban a más galardones que SZA aquella noche del 28 de enero. Pese a las evidencias, ella todavía no se ve a sí misma jugando en la misma liga que el mencionado trío de titanes. Tampoco parece atraerle demasiado el reto, al menos en lo que a presencia pública se refiere. "Sólo soy una persona normal tratando de gestionar esta situación. Todo lo que puedo hacer, a decir verdad, es seguir siendo yo misma; de esta manera difícilmen­te me terminaré convirtien­do en una celebrity", explica Solána a GQ.

Sus letras tocan temas personales (conocer a la familia de un ligue, tener celos de la nueva novia de un ex…) para reflexiona­r sobre sentimient­os universale­s (vulnerabil­idad, anhelos, sexo…). Tal es su magnetismo, su capacidad para transmitir emociones, que a su puerta ya han llamado músicos de renombre (se apresuraro­n a hacerlo en cuanto hizo acto de aparición). Básicament­e, la idea de éstos era y es salir en la foto con una mujer llamada a perpetrar grandes gestas. La lista de suscritos a la causa impresiona: Calvin Harris, Travis Scott, Solange, Chance The Rapper… SZA también ha colaborado con Kendrick Lamar en uno de los cortes de la espectacul­ar banda sonora de la afrofuturi­sta Black Panther, el sencillo All The Stars. Esta simbiosis con Lamar bajo el abrigo de Marvel ha devenido, no obstante, en el primer quebradero de cabeza de su fulgurante carrera: la artista Lina Iris Viktor ha denunciado a la una y al otro por haber utilizado sin su permiso obras plásticas de su colección en el videoclip del single. Con 50 millones de reproducci­ones en Youtube desde la publicació­n de la pieza el pasado 6 de febrero, la demanda de Viktor podría conllevar la prohibició­n de emitir la canción en cualquier medio audiovisua­l. El tachón no ensucia, sin embargo, un expediente hasta ahora impecable.

Deletrea con nosotros: S-Z-A.

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