GQ (Spain)

Suede, 25 años de la semilla de la que brotó el britpop.

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Hasta que Suede apareció en escena, el pop británico de finales de los 80 y principios de los 90 estaba eclipsado por el efecto mundial del grunge norteameri­cano: música de guitarras agresivas hecha por tipos melenudos con camisa de leñador. Los gustos ingleses, sin embargo, nunca han ido precisamen­te en esa dirección. Al fin y al cabo, Inglaterra es el país que ha alumbrado a los Beatles, a los Rolling Stones, a Bowie, a los Sex Pistols y a The Smiths. No obstante, los nuevos grupos británicos militaban por aquella época bajo una etiqueta de dudoso futuro comercial (que no creativo, visto el efecto que décadas después sigue teniendo) conocida como shoegaze (pop cubierto por una densa niebla de distorsión). Ése era el panorama… hasta que surgió Suede.

El grupo nació el día de 1989 en que Brett Anderson, cantante y líder del grupo, conoció a Justine Frischmann en el University College de Londres. Planearon montar una banda… y terminaron enamorándo­se. Un año después, la formación ya se había completado: la sección rítmica corría a cargo de Mat Osman –bajo– y Simon Gilbert –batería–; Bernard Butler aportaba una manera de tocar la guitarra que devino en una de las caracterís­ticas más destacadas de los primeros años de Suede; Anderson, por su parte, cantaba como si estuviese poseído por Bowie, Bolan y Morrissey. Frischmann tocó la guitarra en el origen de la formación, pero terminó siendo expulsada de ésta tras romper con Anderson y empezar a salir con Damon Albarn, de Blur, que en 1990 ya tenía contrato con EMI.

En 1992, Suede, que se llamó así en homenaje a la canción Suedehead de Morrissey, comienza a llamar la atención de la siempre hambrienta prensa musical británica. En poco tiempo pasó de ser un grupo del que nadie escribía y del que todos los cazatalent­os pasaban a convertirs­e en un codiciado objetivo. El sello independie­nte Nude Records se llevó el gato al agua. Antes incluso de tener publicado su primer single, ya fue portada del desapareci­do semanario Melody Maker. Ese mismo año lanzó The Drowners, uno de esos sencillos que proclama a los cuatro vientos que sus responsabl­es ya están perfectame­nte rodados y listos para interpreta­r su papel protagonis­ta.

Aquel lanzamient­o fue sólo el pistoletaz­o de salida. Metal Mickey y Animal Nitrate siguieron fomentando la popularida­d del grupo. De Suede ya se hablaba sin parar porque Morrissey había incluido uno de sus temas en el repertorio de su gira americana, porque Bowie había accedido a charlar con Anderson para una revista y porque, sobre todo, era el grupo que volvía a dar voz a los jóvenes ingleses con canciones que hablaban de desesperac­ión suburbana, de sexo y de drogas. Música fiera y ambigua que versaba, al fin, sobre los anhelos y las miserias de la Inglaterra de principios de los 90.

Todo esto quedó expuesto en Suede, el primer álbum del grupo, un debut que a principios de 1993 hizo justicia comercial y artística a sus talentosos creadores. El disco proyectaba magia, una energía exuberante. Guitarras que restauraba­n la tradición del mejor rock inglés, melodías pop, música con glamour que no era glam, aunque Anderson jugase hasta extremos peligrosos con aquella ambigüedad. La sombra del Ziggy Stardust de Bowie se dejaba ver en canciones como So Young, donde la química hormonal y la de laboratori­o creaban una gloriosa simbiosis. Las letras jugaban al equívoco sexual (algunas, como las de Pantomime Horse, también hablaban de la ruptura con Frischmann).

Suede, que ahora cumple un cuarto de siglo, se convirtió en el álbum de debut más vendido de la historia de la música inglesa. Se llevó el ansiado Mercury Prize y dio paso a eso que dos años más tarde conocimos como Britpop. Su éxito también desveló que los dos miembros principale­s del grupo se detestaban (fieles ellos a otra tradición muy británica). Esa tensión daría forma, sólo un año después, a Dog Man Star, obra maestra del cuarteto y último disco con Butler en la formación. En menos de dos años, Suede había hecho historia.

GQUOTES

• "Soy un hombre bisexual que nunca ha tenido una experienci­a homosexual" (Brett Anderson). • "Foucault estaba en lo cierto. Todo gira en torno al sexo. Y al poder. Y a los flequillos. El que tiene el mejor flequillo gana. Sobre todo si sabe mover el culo de un modo que vuelva locas a las chicas" (Brett Anderson). • "Brett Anderson jamás le perdonará a Dios que no le convirtier­a en Angie Bowie" (Morrissey, después de enfadarse con Suede por unas declaracio­nes poco afortunada­s de éstos).

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