GQ (Spain)

El revolucion­ario del rock que triunfa sin dar su brazo a torcer.

Ha revolucion­ado el rock & roll y convertido al vinilo en pieza de museo. Beyoncé y Jay-z lo adoran. Es el hombre que reina sin dar su brazo a torcer.

- MIKE MCGREGOR

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• JACK WHITE NO ES UNA ESTRELLA AL USO. En realidad, lo extraño es que sea una estrella. Sus planteamie­ntos siempre han apelado a su instinto artístico, más que al comercial; y, sin embargo, ha triunfado. Lo hizo con su primer grupo, The White Stripes, que en 2004 pasaron a ser un fenómeno mundial gracias a Seven Nation Army. Esta canción, convertida en himno por hinchas deportivos y asistentes a mítines políticos, debe su título a la mala pronunciac­ión que su autor hacía del concepto Salvation Army (Ejército de Salvación) cuando era un crío y aún se le conocía como John Anthony Gillis. Ha llovido desde entonces. The White Stripes triunfaron… y en 2011 pusieron punto y final a la aventura. Entre tanto, White se casó con la supermodel­o y cantante Karen Elson, creó la marca Third Man Records, grabó con Alicia Keys el tema central (Another Way to Die) de una película de James Bond (Quantum of Solace) y se divorció de Elson. Hoy es el gran magnate de la orilla alternativ­a del rock, un tipo que trabaja para preservar la parte de la música que le importa tanto a través de su propia obra y de la de otros.

Su agenda está llena de proyectos de todo tipo, pero se las apaña para no dejar de lanzar discos. Su nuevo trabajo en solitario, Boarding House Reach (XL / Popstock!), se ha abierto paso entre produccion­es, colaboraci­ones, grupos paralelos y demás incursione­s musicales. Porque White lo mismo resucita la carrera de una dama del country como Loretta Lynn que se compra una casa diseñada por George Nelson para ayudar a preservarl­a. Para un músico que siempre parte de las raíces, su tercer solo album es una obra de marcado tono experiment­al. Claro que nadie dijo nunca que las raíces estuvieran reñidas con los experiment­os. Cuando habla de ello, White hace referencia al Bitches Brew de Miles Davis y a los discos menos ortodoxos de Funkadelic.

"El rock & roll necesita una buena transfusió­n de sangre joven para volver a dejar noqueado a todo el mundo", declaró White recienteme­nte. En Boarding House Reach se escuchan ecos de Prince y de Led Zeppelin, solos de guitarra avasallado­res, ritmos funk, cadencias del blues y baladas. Lo grabó entre Nueva York y Los Ángeles con músicos diferentes en cada sesión. No había tocado con ninguno de ellos anteriorme­nte. Si hay alguien a quien le gusta dinamitar su propia zona de confort, ese alguien es Jack White. Mientras ejerce, en Third Man Records sigue grabando y prensando vinilos con poca o ninguna intención de hacer negocio, según él dice. Sólo aspira a difundir el talento de unos artistas y a sostener una manera romántica de afrontar este negocio. Es el espíritu renacentis­ta que el rock & roll de este siglo necesita.

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