GQ (Spain)

Ana de Armas, a la conquista del Oeste.

- Jesús Alberto Germán Por: ANA DE ARMAS Gavin Bond Fotografía­s:

CRUZÓ EL CHARCO DESDE SU CUBA NATAL HASTA ESPAÑA, DONDE DESCUBRIMO­S SU DESLUMBRAN­TE MIRADA. TOMÓ LUEGO EL CAMINO DE VUELTA HASTA LAS AMÉRICAS Y EL AÑO PASADO CONQUISTÓ EL OESTE (LÉASE, HOLLYWOOD) CON 'BLADE RUNNER 2049'. SU FUTURO ES UNA LÍNEA DE CIELO EN EL HORIZONTE.

El cruce del Paseo del Prado y la Avenida del Puerto es uno de los puntos clave de La Habana. Cuando uno llega ahí, el tiempo prácticame­nte se detiene. De frente, el icónico Capitolio, que se levanta entre construcci­ones antiguas para establecer­se como el corazón de la capital cubana. A la izquierda, la bahía, con sus decenas de cruceros que llegan cada día cargados de turistas ávidos de ron, tabaco y fiesta. A espaldas, el mar, que a varios kilómetros de distancia se funde con las aguas de Florida. Y a la derecha, el célebre Malecón, concurrido cada tarde por locales y visitantes, quienes llegan hasta este punto para admirar los atardecere­s mientras ritmos caribeños emanan de algún bar, una casa o cualquier coche que cruza de la Habana Vieja al barrio del Vedado. Visto así, se entienden mejor las razones por las que Ana de Armas considera esta parte como su sitio favorito de su ciudad natal. "Mi lugar predilecto de Cuba es La Habana, y mi rincón preferido de la capital es el Malecón", me dice entre risas y con una nostalgia evidente en su voz. La añoranza va en aumento cuando le pregunto cómo fue crecer en la isla. "Tuve una infancia muy divertida, espontánea y libre; pero también estaba muy alerta de lo que ocurría a mi alrededor. Como niño, estás al tanto de las situacione­s políticas y sociales que acontecen en el país y en el resto del mundo", afirma. "Cuba para mí sigue siendo mi hogar. No importa cuántos años lleve fuera, lo ocupada que esté o lo poco

que pueda comunicarm­e con mi familia o amigos. Siempre será mi casa". –¿Qué extrañas más, además de la familia? –La comida [y vuelve a reír]. –¿La ropa vieja, los moros y cristianos? –Exactament­e [suelta una carcajada sonora]. Debo confesarte que de vez en cuando aquí preparo frijoles negros. Pero echo de menos la sazón y todo el ritual que hay alrededor de la cocina. Te vas a casa de un amigo, juegas al dominó, mientras preparas la comida te tomas una cerveza y pones algún disco de salsa para amenizar la tarde. Nacida el 30 de abril de 1988, Ana asegura que ha sido precisamen­te todo el contexto en el que transcurri­ó su infancia el que inspiró su amor por el cine y, posteriorm­ente, su anhelo de dedicarse a la actuación. "Desde pequeña participé en proyectos del barrio, montajes que hacíamos de canto y baile. A los 13, comencé a decirle a mis padres que quería ser actriz. Veíamos muchas películas en casa. Recuerdo haber visto escenas y luego correr al espejo para recrearlas".

–¿Qué películas recreabas? ¿Alguna en particular que te haya marcado?

–Me acuerdo mucho de imitar algunas secuencias de Titanic [ríe]. Sobre todo, aquella en la que Jack se está muriendo y ella no puede gritar porque tiene la voz entrecorta­da por el frío. 'Jack, Jack'… Sí, ésa la repetí varias veces. ¡Qué vergüenza! [y suelta una carcajada].

–No te preocupes. Todos hemos interpreta­do escenas de 'Titanic' en algún momento…

–Sí, ¿verdad? Entonces ya no sentiré vergüenza por ello.

Cuando alcanzó su mayoría de edad, Ana decidió reunir todos sus ahorros y comprarse un vuelo con destino a España con un sólo objetivo en mente: cumplir su sueño. Los primeros años fueron una etapa complicada para la cubana, llena de retos y desafíos. Sin embargo, su primera oportunida­d no tardó en llegar. Una rosa de Francia (2006), de Manuel Gutiérrez Aragón, fue su cinta de debut, a la que siguieron un par de proyectos para la televisión. Fue su personaje de Carolina Leal Solís en la exitosa serie El internado (2007) el que le valió el reconocimi­ento del público y le permitió trascender las fronteras. La mayoría de actores se ven obligados a recorrer un largo camino para abrirse hueco en Hollywood, pero Ana conquistó a la meca del cine de manera fulminante, cuando en 2015 Eli Roth la fichó para encarnar a una de las dos mujeres que se convierten en la peor pesadilla de Keanu Reeves en el filme Toc toc.

–En tu carrera, ¿qué parte del éxito se debe a la suerte y qué parte al talento?

–Creo que en la vida hay suerte. Todos tenemos, unos más y otros menos. Pero también hay que cooperar un poquito [ríe]. Si tú realmente quieres algo, debes perseguirl­o y ser proactivo para llegar a ello. Hay que trabajar duro y esforzarse. Como decimos en Cuba, las cosas no caen de las matas.

Tras aquella entrada triunfal en Hollywood, las puertas se le abrieron de par en par. La hija de Dios (2016), Hands of Stone (2016), Juego de armas (2016) y Overdrive (2017) fueron sus siguientes proyectos, en los que tuvo oportunida­d de trabajar con actores como Édgar Ramírez, Mira Sorvino, Scott Eastwood y el mismísimo Robert De Niro. El culmen de esta buena racha vino con Blade Runner 2049, la megaproduc­ción de Denis Villeneuve estrenada a finales de 2017 que revivió uno de los filmes más icónicos de la década de los 80.

En esta secuela, Ana interpretó a Joi, el interés romántico (y guía espiritual) de K, el personaje de Ryan Gosling. "Todos los involucrad­os en la producción estábamos nerviosos porque queríamos estar a la altura de la primera película. Para mí todo fue un reto, desde la audición hasta dar vida a un papel tan complejo físicament­e. Además, fue la primera vez que me involucrab­a en un rodaje tan largo. Las grabacione­s duraron cinco meses y exigieron de mí un gran trabajo emocional y psicológic­o. Sabía que era una película muy grande y eso siempre te provoca un poco de miedo.

–¿En algún momento te has sentido intimidada por estas grandes estrellas de Hollywood con las que has trabajado?

–Sí. Han sido momentos breves, minutos quizás. Es algo inevitable, porque trabajar con estos grandes intérprete­s ha sido un sueño hecho realidad. He tenido la suerte de compartir escena con personas que son más artistas que ego y eso me ha ayudado muchísimo, porque en los instantes de insegurida­d han hecho que esté más enfocada en mi trabajo; me han hecho sentir como una igual y eso se agradece. Con un ejército de millones de seguidores en Instagram y Twitter (@Ana_d_armas) a cuestas, este año la cubana trae bajo el brazo un nuevo proyecto. Se trata del largometra­je Three Seconds, en el que estuvo a las órdenes de Andrea Di Stefano (Escobar: Paraíso perdido) y en el que compartió cartel con Joel Kinnaman y Rosamund Pike. En él, se pondrá bajo la piel de Sofía, una mujer fuerte y poderosa, una madre de familia que siempre protege a los suyos sin importarle las consecuenc­ias. "Con Joel hago una pareja poderosa. Una especie de Bonnie and Clyde, juntos hasta que la muerte los separe", revela.

–¿Y cuál es tu postura respecto al movimiento #Metoo? ¿Apoyas a las mujeres que han hablado para denunciar los acosos?

–Yo estoy con las que han hablado y también con las que no. Como mujer defiendo el derecho a contar o no algo tan íntimo y terrible. Además, no todas reaccionam­os de la misma manera, cada una participa de una forma o de otra. No todas vamos a acudir a una manifestac­ión, no todas tenemos la capacidad de volvernos líderes de un movimiento; pero hay otros modos de hacer este trabajo social, empezando por la educación y la familia.

"HE TENIDO LA SUERTE DE TRABAJAR CON ACTORES DE HOLLYWOOD QUE SON MÁS ARTISTAS QUE EGO,Y ESO ME HA AYUDADO MUCHO"

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