GQ (Spain)

El ex Supergrass es alérgico a la nostalgia y al revival.

Inquieto por naturaleza, el músico inglés se aburre si hace dos discos parecidos. Desde que inició vuelo en solitario en 2010 tras la separación de Supergrass, su sonido no ha dejado de evoluciona­r.

- DIEGO LAFUENTE

• HACÍA TIEMPO QUE LA GUITARRA no era el instrument­o estrella en su música. Ahora, aunque casi sea de un modo circunstan­cial, ha vuelto a sacarla para darle máximo protagonis­mo en una de las mejores canciones de su último álbum, la poderosa Vanishing Act. Pero no, Gaz Coombes (Oxford, Inglaterra, 1976) ya no hace rock; o, al menos, no al estilo clásico. "Me gusta evoluciona­r, no soporto la idea de hacer lo mismo una y otra vez", nos explica en Madrid, ciudad a la que ha viajado para arrancar la promoción de World's Strongest Man (Caroline/music As Usual), su tercer álbum en solitario. En él ya no queda rastro de lo que hacía con su antigua banda, Supergrass. Nada de nostalgias ni de dormirse en sus propios laureles. De hecho, después de escucharle hablar ni siquiera vale la pena mentarle una posible reunión del grupo. En los planes de Coombes no hay hueco para revivir el pasado. La prioridad ahora son los retos, los cambios. "Me pongo a escribir una canción y voy viendo qué sonido quiero darle, voy probando cosas, añadiendo elementos sin tener que pensar en corsés. Me gusta mucho trabajar así porque las posibilida­des son infinitas".

Coombes comenzó a abrir su paleta de sonidos con el aclamado Matador (2015), álbum que rompía con el pop ensamblado de manera previsible. En el nuevo disco hay sintetizad­ores, soul, coros infantiles y ritmos propios del krautrock. Experiment­os que desvelan un discurso musical sin prejuicios y acorde con el espíritu de la obra. "El nombre del álbum es irónico. El hombre más fuerte del mundo [traducción literal del título] no es el que más bienes materiales tiene o el que más poder acumula. Es el hombre que se siente bien y está seguro consigo mismo, alguien que no tiene miedo a mostrarse vulnerable. La foto de la portada, una imagen en la que salgo tumbado junto a una piscina, le confiere sentido a esa idea".

A sus 42 años, Coombes tiene claro lo que significa ser un hombre (GQ) en el siglo XXI. Una de las influencia­s no musicales en este disco fue La caída del hombre, ensayo del artista plástico Grayson Perry en el que se exponen los lastres que históricam­ente viene arrastrand­o el concepto de masculinid­ad. "Esa idea de que el varón ha de ser fuerte siempre es agotadora y estéril. En el disco hay canciones que expresan muy bien la antítesis de esa manera de pensar. Shit (I've Done It Again), por ejemplo. La letra habla de cuando has hecho algo que sabes que no debes hacer. Se trata de asumir la culpa sin perder el sentido del humor". En su caso, lo del humor es algo continuo. El británico define este disco como "juguetón y de automenosp­recio". Coombes podría actuar como una estrella, pero sabe que ser uno mismo es también una reivindica­ción de estilo emocional y estético.

Hincha apasionado del Manchester United, no queremos despedirno­s de él sin antes preguntarl­e por su favorito para el Mundial de Rusia. "La selección inglesa jugará sin presión este año, pero apuesto por Brasil". Pase lo que pase, nadie le puede discutir que World's Strongest Man practica un jogo pop de lo más bonito. ¡Golazo de Coombes!

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¡MADRE MÍA!
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UN NEGOCIO DE CUATRO PATAS

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