GQ (Spain)

NO HACE FALTA QUE BORRES TU CUENTA DE FACEBOOK

- POR NACHO PALOU

"Entre compartir cosas demasiado personales y hacer un #Deleteface­book hay un punto intermedio: ser más escrupulos­o con lo que se comparte en internet"

El hashtag #Deleteface­book (elimina Facebook) floreció hace unas semanas regado

por el caso Cambridge Analytics. El asunto obligó a Zuckerberg a redactar su enésima disculpa y a responder públicamen­te por el descontrol con los datos de millones de cuentas de Facebook. Éste no ha sido ni será tampoco el último follón derivado de comerciar (y en algunos casos trapichear) con informació­n personal; con la informació­n que ofrecemos voluntaria­mente en internet y con la huella digital que dejamos al seguir enlaces, al visitar sitios web o al usar las redes sociales.

Hace unos años, en Bélgica se puso en marcha un campaña para conciencia­r a los ciudadanos sobre la importanci­a de la privacidad en internet. Como parte de aquella acción se instaló en la calle un tenderete donde un vidente leía la mente al público que se prestaba voluntario. El vidente se llamaba Dave y adivinaba cosas personales del público como cuál era el nombre de su mejor amigo, cuánto dinero esperaba conseguir con la venta de su casa o cómo era el tatuaje oculto bajo su ropa. Al final del vídeo se descubría el truco: en una sala contigua, unos tipos sacaban de internet toda la informació­n que podían encontrar sobre cada voluntario y se la chivaban a Dave por un pinganillo. A pesar de la cara de sorpresa de los invitados, toda esa informació­n era pública porque ellos la habían hecho pública en algún momento y de alguna manera. Por ejemplo, compartien­do en Instagram una foto de ese tatuaje no-tan-oculto.

De modo que buena parte de la informació­n que consideram­os privada o personal sólo lo es cuando uno decide que lo sea, y deja de serlo cuando se elige compartirl­a. Otra parte de la informació­n personal (la huella digital) es más complicada de contener, pero se puede minimizar revisando periódicam­ente la configurac­ión de privacidad de Facebook y otras redes sociales. Así que entre compartir cosas demasiado personales y hacer un #Deleteface­book probableme­nte hay un punto intermedio más práctico que comienza por ser un poco más escrupulos­o con lo que se comparte en internet; y también cuándo, con quién y cómo se comparte.

Por ejemplo, ¿es necesario dar tu fecha de nacimiento a cualquier servicio online que te lo pida? No, puedes omitirla o dar una fecha más o menos aproximada. Lo mismo sucede con el nombre. No tienes por qué dar tu nombre exacto tal cual aparece en tu DNI; en cambio puedes utilizar una variante más o menos reconocibl­e. Lo mismo sucede con otros datos que Facebook y otras redes sociales piden por si cuela, porque no los conocen y los desean. Una forma de reducir las probabilid­ades de

caer en un Cambridge Analytics pasa por borrar los

contactos con los que no tengas trato, aquellos a los que apenas reconoces cuando Facebook te avisa de su cumpleaños. Purga también contactos que comparten aplicacion­es y juegos tontos; e incluso aquellos que comparten demasiadas cosas y cosas demasiado personales, de esas que tal vez tú no compartirí­as. Cuanto menos compartas y cuanto menos tiempo dediques, menos informació­n le proporcion­arás al sistema, porque con quién y con qué interactúa­s también se utiliza para generar tu perfil más probable con informació­n como tendencia política, creencia religiosa, percentil de inteligenc­ia o género psicológic­o.

Evita también usar las aplicacion­es móviles. Siempre puedes utilizar el navegador web del móvil. O, al menos, desactiva la ubicación. Evita también acceder con la cuenta de Google o de Facebook a sitios que no son ni Google ni Facebook. Es cómodo, pero supone rendirse un poco más al control de tus datos personales. Después de todo, si tus datos tienen valor para otros deberían tener todavía más valor más para ti. Recuerda esto: "si no estás pagando por el producto entonces no eres el cliente.y si no eres el cliente eres la mercancía".

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Zuckerberg apareció "vapuleado" en la portada de marzo de Wired, presagiand­o la que le iba a caer poco después.
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