GQ (Spain)

Domingo Zapata

- PABLO TRIBELLO POR LUIS NEMOLATO

Pudo haberse quedado en el minuto de gloria, pero este artista pop lleva 20 años en la cresta de la ola. Lo requieren desde el Vaticano al World Trade Center, se codea con Dicaprio o Adrien Brody y pinta cuadros con Alejandro Sanz.

• SI WARHOL Y ÉL HUBIERAN COINCIDIDO HABRÍA HABIDO TORTAS. ¿Dos pollos en un mismo corral? Imposible, aunque el corral hubiera sido tan grande como Nueva York… Pero nos atrevemos a decir que, pese al flequillo gallináceo del primero, Domingo Zapata habría ganado por goleada. Una fiesta con paella no es lo mismo que otra con emparedado­s de pepino. Y luego está su alegría de vivir, esa afán disfrutón con el que lo mismo te habla de la partida de cartas que se ha echado con Leonardo Dicaprio como del bocata de calamares que se zampó en El Brillante minutos antes de ponerse a retocar su Menina callejera, víctima del vandalismo. Y la cosa tiene guasa porque, hoy precisamen­te, es la calle y esa falta de reparo con la que firma con espray en tapias del metro o en paredes de abolengo la que siembra en el pecho de este mallorquín la tan jodida inspiració­n. "Me gusta mucho salir por la calle, por la noche, y hablar con la gente. La gente tiene muchas cosas que contar… Y me gusta la obra callejera. Las zonas marginales. Es un arte con mucha potencia".

De eso, potencia y grafiti, aquí vamos sobrados. Por eso, ha pasado unos días en Madrid parar inaugurar junto a su íntimo Alejandro Sanz una exposición titulada Smile. Aunque, más que eso, para Domingo es "la celebració­n de su amistad". Les presentó Vicky Martín Berrocal y su historia, que ha quedado plasmada en óleos, tiene tintes "románticos". Son, confiesa, "pareja artística". "Hace tres años estábamos los dos en Guatemala. Yo en una expo, él en un concierto, y le dije: '¿por qué no cuando termines te pasas por aquí y pintamos juntos?' Y así hicimos nuestro primer cuadro, para divertirno­s. Pero seguimos y tenemos 40 pinturas. Eso, lo mires por donde lo mires, es precioso. Es lo más". Se convirtier­on en inseparabl­es. "Me siento muy afortunado de ser su amigo. Alejandro es un genio en todo lo que hace. Hasta las paellas le quedan bien… ¡A uno de Moratalaz! Pero no le digas que te lo he dicho yo, ¿eh? Tela cómo le salen…".

Pero la discreción de Domingo no le viene por aquello de que Alejandro sea su "muy mejor amigo" famoso. Qué va. El de Y si fuera ella no es la única star en su salón. Su vida personal y social es una hoguera de vanidades. Aunque, precisamen­te, lo de la vanidad le repele tanto como rociado por Aután. "Tengo la suerte de que, por mi trabajo, conozco a otros artistas que son amigos y otros que no se dedican a nada de eso. Tengo un amigo fontanero, al que quiero muchísimo, y que me llevo a todas partes porque me gusta mezclar a gente de todo tipo. Hay veces que quedo con él y con Leonardo Dicaprio para echar unas cartas y lo pasamos pipa. La vida es mucho más sencilla de lo que parece. Si algo he aprendido de los grandes es la humildad que tienen". Y por grandes extiéndase incluso al Papa. "Lo más bonito de mi experienci­a en Roma –cuenta– es que el propio Francisco hizo que me olvidase de que estaba con el Papa. Empezó a contar chistes y… se me olvidó todo". Y en esas, Zapata, como San Pablo,

tuvo una revelación. "El éxito se consigue trabajando como si no supieras que existe ni el dinero ni el reconocimi­ento ni la fama, porque una vez que empiezas a creerte algo, vamos mal". Así pues, que nadie haga elucubraci­ones sobre cómo llegó él a Manhattan. Si como hijo de papá o becado hasta las pestañas tras horas hincando codos. Él relata sus orígenes sacando pecho: "Vengo de una familia muy humilde. Mi padre tenía un taller de coches y mi madre era modista; los dos de Jaén, destinados en Mallorca". No es de extrañar que esa madre lo primero que le dijera cuando supo que su hijo tenía audiencia con el Papa Francisco fuera que se comprara "ipsofáctic­amente" un traje, porque a ver qué iban a decir las vecinas viéndolo en la tele con esas trazas y ese pelo de bohemio. O zarrapastr­oso que, para una madre, es lo mismo.

Aceptamos la sencillez de la que habla, pero, ¿cuántos hombres pueden decir que han compartido lecho con Scarlett Johansson? Domingo Zapata puede. ¡Que viva Zapata! Ser uno de los hombres más envidiados del mundo no es moco de pavo, pero él ataja: "No me preocupa que se hable de mí por Scarlett o por mi obra. Que cada uno escriba lo que quiera. 'Domingo Zapata, el ex de Scarlett'… Soy el ex. ¡Es verdad! Pero con lo bien que me lo he pasado, que me quiten lo bailao". Pero, atención, que él insiste en que su mejor momento llega con el desamor. Al menos, para crear. "Y tiene cojones la cosa, porque lo pasas tan mal… Yo tuve una novia –no era Scarlett, aclara– y nos dejamos. Y yo estaba muy triste. Fatal. Y me fui al sur de Francia a pintar. Yo solo. Y, cada mañana, me levantaba llorando de pena. Pero luego, vino la esperanza. Pensar en que el futuro iba a traer cosas buenas. Y con eso, llega la euforia. Es así. Y en esa euforia yo he pintado mucho y muy bien. Y sin medicar (risas)". ¿Sería esa mujer Vicky Martín Berrocal? Pues no, tampoco. Porque la por siempre ex de Manuel Díaz, El Cordobés, la mujer que es todo desgarro y pasión y corazón, no sintió ningún rubor a la hora de afirmar que Domingo le dejó la huella más profunda en su tan maltrecha alma amante. "Vicky y yo nos hemos querido mucho toda la vida. Ella me ayudó mucho en mis comienzos. Yo la quiero y la voy a querer toda la vida".

Si dejáramos aquí el texto, sólo con esto, habríamos sido más certeros aún que el disparo de Valerie Solanas en el pecho de Andy Warhol. Y eso sin mencionar que Adrien Brody es su compadre y padrino de sus hijos o que suele departir sobre tonalidade­s y trazos con Anthony Hopkins. Bromas aparte, ser considerad­o el Warhol de nuestra época, ¿cómo lo lleva? Domingo ríe a carcajadas. ¿Por evitar que ahondemos? Por… ¿vergüenza? No sucumbir a su risa le obliga a contestar. Era la primera opción. "Siento una gran admiración por Warhol. Desde el punto de vista mediático, él acercó el arte a las masas, pero vamos a esperar un poco a ver cómo van las cosas conmigo, ¿no? (risas). Yo me lo tomo con mucho agradecimi­ento, pero también con suma responsabi­lidad. Warhol era un visionario… Y bueno, hay similitude­s, pero Warhol fue un maestro y no sólo del arte sino de muchísimas cosas. Las comparacio­nes no valen la pena".

Sea como fuere, Domingo Zapata es hoy uno de los pintores vivos más cotizados del complejo mundo del arte. Contar con un Zapata sobre la chimenea sólo se lo pueden permitir unos elegidos en el planeta y, mira, ¡se lo rifan! "Yo me dedico a pintar, a pintar y a pintar y, de repente, un día, te das la vuelta y dices: 'No me queda ningún cuadro, ¿Dónde están? ¡Vendidos!' (susurra) Y no me los puedo permitir ni yo". No es un chiste. "Cuando vendes un cuadro, entre que pagas a tu galería, a tu marchante, a tu ex y los niños… ya te quedas sin nada, así que: ¿cómo me voy a poder comprar un cuadro?". Ahora, si eres uno de esos afortunado­s y has descubiert­o un extraño trazo en la pintura que no concilia con el resto del espíritu de la obra, he aquí la explicació­n: tienes dos Zapatas en uno. "Mi hija pinta muy bien. Y mi hijo es más… ¡un terrorista! Es un terremoto de niño. Y como los dos han estado en mi estudio siempre mientras yo trabajaba, más de un vez me los he encontrado pintando encima de uno de mis cuadros… Pero lo he dejado así. Así el comprador se lleva dos artistas en uno (risas). A veces, les doy a mis hijos el revés del cuadro para que lo pinten. Yo por delante y ellos por detrás. Los niños son vida".

Y su vida transcurre en Nueva York, "donde me casé, donde tuve a mis hijos y donde me divorcié (risas). Gracias a Dios, hoy tengo una estabilida­d que me permitiría poder trabajar donde quisiera, pero lo que más quiero son mis hijos y quiero estar con ellos. Nueva York es una ciudad muy intensa. Te ofrece mucho, pero también te exprime". Y se vive y se come mucho mejor en España, que diría aquel que se topa por primera vez frente a un plato de sashimi. Domingo Zapata no es de esos. Pero luego se sincera: "No os dais cuenta de la joya que tenemos, ésa donde yo vivo cuando vengo de prestado (risas)". Palabra de Domingo.

YO ME DEDICO A PINTAR... PERO UN DÍA TE DAS LA VUELTA Y DICES: 'NO ME QUEDA NINGÚN CUADRO, ¿DÓNDE ESTÁN?'. ¡VENDIDOS!

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