Contra la uniformidad, imaginación
Como si fuera una gigantesca jenga, el rascacielos más alto de Tribeca se edificó apilando pisos de diferentes tamaños.
Para erigir el 56 Leonard Street –así se llama este prodigio–, los arquitectos de Herzog & de Meuron tuvieron la idea de elevar al cielo el concepto barrio. Su objetivo, según se indica en la memoria del proyecto, era evitar el anonimato y la repetición que se respira en los grandes bloques de viviendas. Decenas de pisos iguales, cientos de apartamentos cortados exactamente por el mismo patrón. ¿Por qué no intentar algo diferencial? Para lograrlo, se plantearon apilar una casa encima de otra hasta conformar una torre de algo más de 250 de metros de altura. Cada una de las piezas de esta descomunal jenga urbana es única e identificable (a Ascan Mergenthaler, socio mayoritario del estudio suizo, no le hace gracia que se asocie su rascacielos con una jenga, pero el parecido es evidente).
La base del bloque –fuera de plano– se integra en el carácter especial y atrevido de Tribeca, barrio en el que está situado (es, de hecho, el edificio más alto del distrito) y donde se entremezclan pequeñas casas de pocas alturas con enormes bloques industriales. Como un pueblo independiente en el bajo Manhattan. Los pilares de la zona inferior soportan una estructura empujada hasta lo imposible, un conjunto de hormigón visto, acero y vidrio que luce estilizado en su parte intermedia y queda rematado con pisos con balcones proyectados, voladizos y enormes miradores.
La extensión de las 147 viviendas que componen este barrio
en2 las alturas varía desde los 132 hasta los 595 m (estas últimas, que son las que precisamente podemos ver en la imagen, cuentan con terraza privada). Su precio oscila entre los tres y los 50 millones de dólares. Si te ves solvente, pregunta por disponibilidad (aunque prácticamente se vendió todo antes de su inauguración, en 2017): no siempre se tiene la oportunidad de comprar un loft en el cielo.