"Que alguien dude de su masculinidad por hablar de sus sentimientos me parece raro". – James Rhodes
'Bromance', el acrónimo conformado por las palabras 'brother' (hermano) y 'romance', nunca tuvo tanto sentido como en las pieles del músico JAMES RHODES y el actor TAMAR NOVAS. En una conversación sobre la verdadera amistad masculina, ambos derrumban clic
Hablar de estereotipos es hablar de un pasado polvoriento y carente de sentido práctico en el tiempo en que vivimos. La apatía suele convertirlos en norma y la norma, en sentencia categórica: lo que debemos ser, lo que debemos hacer, lo que debemos sentir, de lo que debemos hablar… Ojo, está bien que detectemos y señalemos estos lugares comunes, pero no para asumirlos, sino para cuestionarnos y "evolucionarnos".
Uno de los arquetipos más comunes de nuestro tiempo es el de la relación entre hombres: "sólo hablan de sexo", "sólo hablan de fútbol", "sólo quedan para salir y emborracharse", ¿Sus sentimientos? Siempre guardados. ¿Es esto tal y como nos lo pintaron? ¿La amistad masculina es así, algo superficial? Con el objetivo de dinamitar esos clichés pasados (o confirmarlos) y convertirlos en futuros, juntamos a dos amigos, el músico James Rhodes y el actor Tamar Novas. Una conversación entre ambos que observamos para descubrir cómo es la verdadera amistad masculina en el siglo XXI.
james rhodes: ¿Te acuerdas de cuando nos conocimos? Fue en los premios Platino, yo acababa de llegar a España, y me fijé primero en tu novia, por supuesto, porque llevaba un vestido impresionante. Pensé: "¿Quién es esta chica?''. Y luego tú te acercaste a mí para saludar. tamar novas: Sí. Te dije: "Yo soy su novio". (Risas) j. r.: No, en realidad me dijiste que habías leído mi libro. t. n.: ¡Cierto! Sí, y luego me lo dedicaste: "Por fin tienes una copia firmada de mi libro, así que ahora déjanos a mí y a mi familia en paz. Firmado: James Rhodes" (risas). En realidad me acerqué a ti como un fan más. Creo que fue justo hace un año… j. r.: Sí. Exactamente hace un año. t. n.: Te dije que me había leído tu libro, que me había encantado y que también valoraba mucho lo que habías hecho por la música. Creo que empezamos a hablar cuando estábamos fumando fuera. j. r.: Sí, porque no conocía a nadie, y cuando me entra ansiedad social suelo esconderme en la cocina (risas). Cuando te acercaste, pensé: '¡Oh, Dios mío, ya he hecho un amigo!', y ya no te dejé solo ni un momento. Creo que luego estuvimos con los Javis, ¿no?. t. n.: Sí, estuvimos también con ellos. Cuando te vi tenía la sensación de que te sentías algo solitario, y esa soledad fue la que nos unió (risas). j. r.: También vimos pasar a Almodóvar. t. n.: Y yo te dije que había trabajado con él y ahí fue realmente cuando te empecé a interesar (risas). j. r.: Después hemos quedado varias veces para charlar sobre infinidad de cosas. Yo no tengo muchos amigos, ni en Inglaterra ni en España, y a ti ya te considero mi amigo. t. n.: Y me mandas tus artículos para que los lea…
j. r.: Sí, te he enviado algunos de mis artículos de El País antes de que se publicaran para que me ayudaras a no quedar como un idiota, a que no me crucificaran luego en la prensa. t. n.: Recuerdo cuando me mandaste tu primer artículo y me preguntaste qué pensaba sobre él; te dije que para mí no era una carta a España, sino una carta sobre tu espíritu vital, y me pareció muy grande. Y sí, es un placer cuidar de ti, hacer que te sientas cómodo aquí, y me alegro mucho de todo lo que te ha pasado. Bueno, todos los hombres tienen relaciones diferentes entre ellos, pero yo tengo una muy buena contigo, porque me aportas cosas diferentes al resto de la gente, al igual que hacen el resto de mis amigos cercanos. Me gusta, por ejemplo, que cuando tienes un concierto me invitas a tu casa para que te ayude. Escuchar música clásica durante una hora siempre es un placer para mí, ¡un lujo! j. r.: Bueno, ésas son cosas que sólo hago con amigos muy cercanos. Pero también vamos a restaurantes increíbles y a conciertos... Lo mismo que hacen todos los amigos. Aunque lo nuestro no se basa precisamente en salir juntos hasta las cinco de la mañana y emborracharnos. Y no nos andamos con rodeos en nuestras conversaciones. t. n.: Eso es algo que me gusta de ti, que vas siempre al grano, a mí me cuesta muchísimo. Me inspira mucho eso y tu pasión. j. r.: Me emociono cuando sé que voy a verte. Si me llega un mensaje tuyo al móvil diciéndome que estás libre, pienso: "¡Voy a ver a Tamar!". Es la mejor parte de mi día. Nos gusta mandarnos mensajes estúpidos también… ¿Te acuerdas de cuando fuimos a aquella plaza? ¿Cómo se llamaba, que no me acuerdo? t. n.: ¡Ah, sí, la Plaza de la paja! Es muy guay cuando nos mandamos mensajes… ¡Siempre compitiendo por ver quién manda la última coña! j. r.: Tampoco estamos diciendo todo el día tonterías. Hablamos sobre lo que hablan normalmente los amigos cuando se juntan: de comida, de dinero, de las cosas horribles que a veces se publican en la prensa y que, más que enfadarme, me frustran… Tener un amigo es como tener un psiquiatra al que no pagas, está muy bien. t. n.: Yo voy a un psiquiatra, pero con él hablo de otras cosas. ¿Tú no? j. r.: Yo no. Hablo con él exactamente de las mismas cosas, lo que incluye mujeres, por supuesto. Hablar de chicas es algo complicado para mí, porque siempre es complicado hablar sobre ello. Sin embargo, comentarlo con un amigo cercano es fácil. A ti te pregunto cosas que jamás me atrevería a preguntar a mi novia, porque pueden no ser apropiadas, como cuando tengo celos. t. n.: Es cierto. O como cuando nos planteamos cómo deberíamos comportarnos como hombres, sobre cómo ser un buen hombre. j. r.: ¡Exacto! Si yo meto la pata con mi novia o si tú lo haces, es bueno que nos preguntemos: "¿Cómo puedo arreglar esto?". Los hombres también compartimos problemas personales. Puede que en el pasado no fuera así, pero ahora nos contamos muchas cosas personales y se acepta como algo normal. Mira el caso de Iniesta, cuando habló abiertamente en Chester sobre la depresión. Ayuda muchísimo hablar sobre nuestras preocupaciones y ansiedades, sobre las cosas buenas y las malas. t. n.: Bueno, luego está el tema del contacto físico… La gente se piensa que no nos tocamos. j. r.: ¿Cuando nos saludamos, dices? ¿Qué nos vamos a dar, la mano? ¡Nos abrazamos! ¿Cómo decís aquí, apachucho? t. n.: ¡Nos achuchamos! j. r.: ¡Eso, achucharnos! Que alguien plantee el temor a perder su masculinidad por poner sobre la mesa este tipo de cosas, como los sentimientos o el contacto físico, me parece muy raro. Yo estoy muy cómodo con mi masculinidad y hablando sobre mis sentimientos, sobre salud
"LO QUE LOS TÍOS NOS PLANTEAMOS HOY EN DÍA ES CÓMO SER UN BUEN HOMBRE" TAMAR NOVAS
"QUE ALGUIEN DUDE DE SU MASCULINIDAD POR HABLAR DE SUS SENTIMIENTOS ME PARECE RARO" JAMES RHODES
mental... No me siento cohibido como hombre al tratar cualquier asunto, y contigo siento que puedo hablar sobre cualquier cosa. t. n.: Conocerte es un privilegio. Todo lo que haces y dices me parece increíblemente poderoso. Te admiro y aprendo de ti. Creo que en eso se debe basar la amistad, en hacer mejor el uno al otro, en que no te haga sentir bien todo el tiempo, que te incomode colocándote en tu lugar… en plan bien, entiéndeme, y siempre con sentido del humor. En cualquier relación el humor es importante porque refleja muchas cosas. Me gustaría muchísimo ser capaz de tener la mitad de la seguridad que tú tienes siempre. Me encanta la manera en la que comunicas tus experiencias. Tengo la sensación de que quieres estar orgulloso de ti mismo y que te gustaría que todas las personas aspiraran a ser su propio héroe. j. r.: Joder, gracias… El mejor consejo que me han dado nunca es que intente ser la persona que hubiera necesitado cuando era un niño. Yo creo que tú intentas serlo, y yo también lo intento. Además, escuchas. Poco más le pido a un amigo. Que me escuche. Que no me ignore. No hay peor sensación que la de estar hablando por teléfono con un amigo y escucharle teclear de fondo. Quiero que realmente me escuche, que no me dé por hecho.
"SUPE QUE TAMAR NO ERA UN CABRÓN EN CUANTO ME PUSE A HABLAR CON ÉL" JAMES RHODES
Esperas respeto y atención, como en cualquier otra relación. Bueno, eso y la amabilidad. La amabilidad es muy importante. Los actores a veces se pueden comportar como divas. Son muy tiquismiquis y tienen mucho ego, pero cuando menciono tu nombre a cualquiera que haya trabajado contigo, siempre me contestan que eres el mejor tipo al que han conocido, lo que no es nada habitual en tu profesión. Supe en cuanto te conocí que no eras un cabrón. t. n.: (Risas) ¿Gracias? j. r.: No, en serio. Me siento muy afortunado de que seas mi amigo. t. n.: Tú tienes una cualidad que creo y espero que nunca cambie. Contigo sentí que ibas a ser mi amigo desde el mismo momento en el que te conocí, desde aquel instante en el que estábamos fumando en la calle en la entrega de los premios Platino. j. r.: Yo también lo supe enseguida. Y desde hace un año hablamos todas las semanas, ¿te has dado cuenta? Yo me paso 300 horas al año en aviones, tú puedes estar rodando por las noches, así que es difícil saber dónde estamos en cada momento, pero siempre nos preocupamos de hablar el uno con el otro. Cuando, por ejemplo, tengo un concierto y me siento agotado o enfermo, tú me reconfortas y me dices que todo va a ir bien. Para eso sirve un amigo.
"SENTÍ QUE JAMES IBA A SER MI AMIGO DESDE EL PRIMER MOMENTO EN EL QUE LO CONOCÍ" TAMAR NOVAS