Un gigante llega a tu tele
Nos enseñó que la vida mancha, que los malvados no encuentran la paz y que las cajas esconden vilezas. Ahora, el realizador vasco se pasa a las series con GIGANTES (estreno este otoño en Movistar+) y se lleva a Coronado con él, por supuesto.
En un mundo en el que los cineastas fueran más reconocidos por sus méritos extracinematográficos, el papel de Enrique Urbizu sería el de revelar, sin nombres propios pero con transparente elocuencia, los tejemanejes más oscuros de las ovejas negras del poder. Si la progresión escalonada de La caja 507 y No habrá paz para los malvados conectaba a pétreos sicarios con las más altas esferas (públicas y privadas) en sendos guiones que no dejaban cabo suelto, en Gigantes, su impecable trabajo para Movistar+, su vocación de cronista de la España negra evoluciona hacia la disección de la dimensión humana de sus protagonistas, ofreciendo un certero y descorazonador retrato de unos personajes marcados por su inescapable (y delictiva) herencia familiar. "Tanto La caja 507 como No habrá paz para los malvados están muy ancladas en la realidad y explican el funcionamiento de un sistema. Más allá de los personajes, que diseñamos como gancho para construir el drama, hay poco inventado en ellas. En Gigantes la intención ha sido otra: ya no se trata de contar un mundo, sino de seguir a los personajes que lo habitan y que, como transmite el propio título, se creen indestructibles. Gigantes no pretende ser realista, aunque se nutre de la realidad: los jefes de los clanes gitanos, los barrios bajos de Madrid… El enfoque es más humanista que testimonial. En la serie tenemos a contables de partidos que son detenidos, conexiones entre la judicatura, los medios de comunicación y ciertos policías que manejan información… Todo se nutre de la incómoda realidad que vivimos. Eso sí, mientras que en mis películas el meollo radicaba en un 'a ver si nos fijamos, que esto es lo que puede estar pasando', en Gigantes el tratamiento es más lúdico, como un tren a toda velocidad", explica Urbizu.
ASUNTOS DE FAMILIA El núcleo protagonista está formado por tres hermanos que, a partir de una infancia huérfana de madre y de amor, siguen intrincados (aunque diferentes) caminos marcados por la figura de su padre (Jose Coronado), narcotraficante y jerarca de los suburbios del Madrid más castizo, su carácter déspota, dominante y cruel: "En cuanto leí el personaje de Abraham supe que lo tenía que hacer Jose. La labor más determinante de un director, además de la puesta en escena, es la dirección de acto- res. Si tu reparto no inspira credibilidad da igual todo lo demás. Para mí es condición sine qua non elegirlos personalmente, porque el que tiene que trabajar en el set con ellos soy yo. El casting siempre es lo más delicado, porque es donde puedes equivocarte. Yo me fío más de mi instinto, de la temperatura humana de quien tengo delante, que de sus dotes como actor. Para el personaje de Abraham teníamos la pequeña complicación de que luce una melena leonina, pero fíjate si nos esmeramos con el guión que hubo tiempo para que a Jose le creciera el pelo (risas)".
¿BOOM SERIÉFILO? Contestatario por naturaleza, Urbizu se muestra escéptico con el supuesto boom de las series aquí y allá. "Es puro comercio. Hollywood ha empezado a apostar por ellas y hay una corriente de opinión que dice que eso es lo que hay que hacer ahora. Pero el cine es el cine y a su manera es imbatible. Esa competencia entre una cosa y otra es absurda, son diferentes y ambas pueden estar muy bien". En España, dice, el asunto no es muy diferente: "Vamos siguiendo la ola que viene de fuera, con seis años de retraso. Pero siempre ha habido series. Yo recuerdo Curro Jiménez, Brigada nacional, Los gozos y las sombras, Fortunata y Jacinta… Un montón de series cojonudas, que toda la vida se han hecho en este país. Oyes hablar a la gente y parece que las series las han inventado ayer al otro lado del océano. Pendiente queda "acabar la segunda parte de Gigantes, seguir con las clases que imparto en la ECAM y ya. Y a ver si hacemos un largo pronto". ¿Hacemos? "Sí, hacemos. Aquí hay que hablar en plural, las cosas no las hago yo solo". Modestia (genuina) obliga…
"En España estamos siguiendo la ola de las series que viene de fuera, pero vamos con seis años de retraso"