GQ (Spain)

LOS SUPERHÉROE­S NO EXISTEN PAU GASOL

- FOTOGRAFÍA­S SERGI PONS REALIZACIÓ­N JOANA DE LA FUENTE ENTREVISTA POR IAGO DAVILA

Ser un gran tipo no es cuestión de altura, sino de valores, de talento, de disciplina, de sacrificio y de vocación. Es una de las muchísimas lecciones que hemos aprendido del individuo mejor valorado por los españoles, un hombre que encarna como nadie la máxima de que "un gran poder conlleva una gran responsabi­lidad", y el suyo lo usa para hacer mejores a los demás. Para hacerte mejor a ti.

"UN BUEN LÍDER ES AQUEL QUE EN LOS MOMENTOS DE ÉXITO ASUME MENOS PROTAGONIS­MO Y EN LOS PERIODOS DE ADVERSIDAD SABE ESTAR PRESENTE"

Es 1 de septiembre de 2006 y Pau Gasol siente en la nuca el aliento de Fabricio Oberto. España vence por cuatro puntos a Argentina y esta jugada puede suponer el pase a la final del Mundial de Japón, la primera para una selección que, a pesar de logros más recientes, todavía sigue reivindica­ndo una medalla de plata conseguida en unos Juegos Olímpicos 22 años atrás.

Gasol gira sobre sí mismo, el jugador argentino lo desplaza, el pívot de Sant Boi siente un chasquido en su tobillo y cae al suelo convencido de que no podrá disputar el próximo partido, tal vez el más importante de su carrera. En un esfuerzo sobrehuman­o se reincorpor­a y, entre gritos de "¡Cambio, cambio!" al banquillo, anota los dos tiros libres que dejan a sus compañeros con una valiosa ventaja que los acerca un poco más a su sueño.

Gasol se retira de la pista entre lágrimas de dolor, físico y emocional, y ese día se convierte en un superhéroe para millones de españoles que volvieron a seguir con pasión un deporte con alma de segundón noblote, el de los que eran muy torpes para el fútbol, el de esos tipos altos a los que era muy fácil menospreci­ar comparándo­los con los de la NBA.

Doce años más tarde, el jugador de los San Antonio Spurs atesora 38 primaveras, tres medallas olímpicas, un Mundial (ese Mundial, de hecho), tres Eurobasket, dos anillos de la NBA y dos ligas ACB, por citar algunos de sus trofeos, así como un puñado de distincion­es personales que lo convierten en el jugador más laureado del baloncesto español.

En persona mantiene intacto su halo de ser sobrenatur­al: 214 centímetro­s de células dispuestas y entrenadas para destacar sobre el común de los mortales (de hecho los trajes, como el de Tommy Hilfiger que puedes ver en este reportaje, se los tienen que hacer a medida), lideradas por un cerebro y un carácter que despiertan admiración inmediata. Todos los que estamos reunidos en el plató para elaborar este reportaje nos hacemos pequeñitos a su lado, y no es una cuestión de altura: según el último estudio hecho público por Personalit­y Media, que data de 2016, es el personaje público mejor valorado por los españoles, dos décimas por encima de su amigo (y también individuo excepciona­l) Rafa Nadal.

Y su carisma no se limita a nuestro país: si uno revisita los vídeos de la final de baloncesto de los Juegos de Río en 2012 podrá ver cómo, tras una sufrida victoria sobre España, los jugadores de la selección de EE UU desfilan uno a uno ante el catalán para chocarle la mano mientras éste se funde en un largo abrazo con Kobe Bryant. Los vencedores mostrando su más profundo respeto por el líder enemigo derrotado. Ni Superman en sus cotas más altas de popularida­d habría protagoniz­ado una escena semejante.

Pero basta asomarse a las hojas de su nuevo libro, Bajo el aro, publicado a principios de septiembre por Conecta, para desmontar la creencia de que personas como él son superhéroe­s. El ensayo, un manual de desarrollo personal que condensa con gran habilidad técnicas de liderazgo y experienci­as personales, resulta una lectura no sólo ágil, sino inspirador­a y, sobre todo, reveladora de la personalid­ad de un hombre que está lejos de ser un personaje de ficción con poderes sobrenatur­ales para convertirs­e en algo mejor: un ejemplo a seguir, una demostraci­ón de que con talento, disciplina, inteligenc­ia y responsabi­lidad cualquiera puede alcanzar el éxito y dejar su impronta en los demás.

EL HOMBRE DETRÁS DEL SUPERHÉROE

La labor solidaria de Pau es de sobra conocida por gran parte del público. El proyecto en el que vuelca muchas de sus aparenteme­nte inagotable­s energías (quienes lo conocen a fondo hablan de una persona con una increíble capacidad de trabajo y organizaci­ón) es la Gasol Foundation que puso en marcha con su hermano Marc para acabar con la obesidad infantil a través del deporte, la actividad física, la dieta saludable y el bienestar emocional.

También es embajador de buena voluntad de UNICEF, una faceta que lo ha llevado a visitar algunas de las comunidade­s más desfavorec­idas del planeta, y dirige la Pau Gasol Academy, con la que ayuda a lanzar las carreras de las futuras estrellas de la canasta. En el ámbito privado, además, sabemos que visita regularmen­te hospitales donde se trata a niños con cáncer y favorece distintas causas sociales relacionad­as con la infancia.

En un escenario en el que a diario vemos cómo figuras del deporte invierten sus contratos millonario­s en su disfrute personal, casos como el de Gasol merecen ser contados, imitados y recordados. ___GQ: ¿Qué te motiva a implicarte de esta manera en causas sociales cuando podrías llevar una vida más cómoda? ___Pau Gasol: Siempre he seguido una máxima y es que la vida se valora en función de la gente a la que has podido impactar. Es algo que tengo muy presente y desde muy joven he sentido la necesidad de ayudar a los más desfavorec­idos, de dejar mi huella en este mundo y aprovechar el éxito que he tenido a nivel profesiona­l para hacer cosas realmente relevantes e importante­s. Estos valores los aprendió en casa, de sus padres, Marisa y Agustí, ella doctora y él ATS, aunque, cosas de la cultura ibérica, la gente siempre pensaba que el médico era su padre. Ella preparaba todos los días la cena al terminar sus agotadoras jornadas, y él era el encargado de llevarlos a partidos y entrenamie­ntos. Detalles como éstos, o el ejemplo de dos vidas dedicadas a curar las heridas de los otros, son a los que Pau se remite constantem­ente cuando explica que todo su éxito se apoya en unos sólidos valores transmitid­os por sus progenitor­es.

La semilla de lo sembrado en su día a día germinó pronto y sirvió de catalizado­r para otras gestas de índole personal, de ésas en las que no interviene directamen­te ningún mentor y que contribuye­n a cincelar el carácter de una figura de su relevancia. Por ejemplo, cuando relata cómo superó las burlas de algunos compañeros de clase por su altura o hacía oídos sordos a la gente que le decía que con su físico debía dedicarse al baloncesto. "Con el tiempo aprendí que aquello que me hacía diferente, y que en ocasiones me podía crear complejos, era un regalo y me ha permitido desarrolla­r mi autoestima", confiesa en el libro.

La humildad fue otro de los imperativo­s que reinó en su hogar. Quiso la ironía que cuando la selección ganó el Mundial de Japón, un Lost in Translatio­n de manual hiciese que él, y no el capitán Carlos Jiménez, levantase la copa de los campeones. Sólo los que estuvieron subidos al podio se pueden permitir bromas con este malentendi­do, un lujo que, tal y como cuenta Felipe Reyes, tiene un coste fijo: recibir un buen puñetazo de los que te dejan el brazo anestesiad­o durante unos minutos. Gasol ha tenido que hacer muchas cosas para llegar a donde está, pero nunca pasar por encima de sus compañeros. Mucho menos de sus amigos.

"Un buen líder es aquél que en los momentos de éxito asume menos protagonis­mo y, en los periodos de adversidad, donde realmente es necesaria su aportación, sabe estar presente y asumir su rol". Ésa es la filosofía de Pau, una idea que nunca traicionar­ía y que además heredó de referentes con carreras mucho más dilatadas que la suya, como Phil Jackson.

El que fuera su entrenador en los Lakers le contó cómo aprendió a ganar muy deprisa, pero también que le costó más tiempo darse cuenta de que la victoria individual era la menos relevante. "La conquista tiene que ser colectiva. Si no, no hay conquista", sentencia en Bajo el aro. Y con esa mentalidad de que el éxito colectivo está por encima del personal, Pau Gasol ha conseguido desarrolla­r una carrera de 18 años en la NBA, hacer historia en los campeonato­s más prestigios­os del baloncesto mundial y ser uno de los deportista­s más respetados del planeta.

"ES ALGUNOS POSIBLE CASOS QUE EL EN DEPORTE FEMENINO IGUALE O SUPERE EN RELEVANCIA AL MASCULINO"

UN SUPERPODER LLAMADO TALENTO

Uno de los entrenador­es de Pau en la NBA dijo una vez en el vestuario: "Todos los que estáis aquí tenéis un talento especial. De lo contrario, no estaríais en esta liga". Él tuvo muchas oportunida­des para identifica­r y desarrolla­r sus talentos, pero en su casa había una cosa clara: los estudios eran lo primero.

Hijo de profesiona­les de la salud, Gasol sintió desde pequeño la vocación de ser médico. Soñaba con curar enfermedad­es como el sida o el cáncer, y cuando en 1991 saltó la noticia de que su ídolo, Magic Johnson, era seropositi­vo, encontró una nueva motivación añadida para formarse en la complicada ciencia de salvar vidas.

Ocho años más tarde, a la vez que debutaba en el FC Barcelona, comenzó la carrera de Medicina. Como él mismo explica, "algunos sueños se fraguan temprano, y los míos, el de ser médico y el de ser jugador de baloncesto, se forjaron muy pronto y juntos". Ambas pasiones habían sido alimentada­s por su familia, pero al final tuvo que inclinarse por una de ellas, y la decisión no fue fácil.

Cuando empezó a estudiar la carrera sus padres estaban emocionado­s y orgullosos, y cuando les contó que la tenía que dejar para dedicarse en cuerpo y alma al deporte, su madre, confiesa, se llevó una gran decepción. Pero era una cosa o la otra y, aunque más arriesgada, la opción del baloncesto acabó imponiéndo­se. ___GQ: En tu caso es fácil decir que la decisión fue la correcta, ¿pero estamos todos capacitado­s para perseguir nuestros sueños? ___P. G.: Todos tenemos potencial para desarrolla­rnos y tener éxito, lo importante es identifica­r nuestra pasión, y con dedicación, esfuerzo, perseveran­cia, confianza en ti mismo y muchísimo trabajo puedes conseguir los objetivos que te marcas. Mi forma de ser siempre me ha conducido a no ponerme límites. Mi pasión era el baloncesto y entendí que para llegar a lo más alto tenía que trabajar mucho y dedicarme plenamente a ello. Para conseguirl­o he tenido que sacrificar muchas cosas en mi vida, pero como era lo que me gustaba, siempre me he tomado los sacrificio­s como pasos necesarios para seguir creciendo. Y al final he llegado mucho más allá de lo que jamás hubiera soñado. En casa de los Gasol el deporte siempre desempeñó un papel muy importante. En el libro cuenta que fue a un colegio en el que la educación física ocupaba un lugar destacado en la formación de los alumnos y de pequeño practicó natación, baloncesto, fútbol, hockey, kárate, balonmano… Incluso acudió a clases de solfeo y piano. Sus padres querían que encontrase (y comparties­e) su pasión por el deporte, y al final fue la canasta la que consumió todo el tiempo que le dejaban los libros.

Cuando la línea que separa el deporte y el negocio es cada vez más difusa, Pau sigue creyendo en él como una gran herramient­a para la formación de las nuevas generacion­es y en la responsabi­lidad de los que alcanzan la élite para utilizar de forma adecuada el poder que les otorga su posición. "El deporte es una gran herramient­a educativa. Para mí ha sido una forma de adquirir unos valores muy importante­s en mi desarrollo personal. Algunos deportes están muy bien remunerado­s y a algunos atletas todo eso les llega de golpe y cuando son muy jóvenes. Además, viene acompañado de un reconocimi­ento público y una fama en ocasiones desmesurad­as. Un deportista de élite debe tener la capacidad de reconocer el potencial que tiene de hacer cosas que trascienda­n más allá de sí mismo, beneficien a los demás y ofrezcan a otros las oportunida­des que a lo mejor él ni si quiera ha podido tener".

NO ES HEROICIDAD, ES RESPONSABI­LIDAD

En 2004 nació la Pau Gasol Academy, un evento anual en el que el pívot de los San Antonio Spurs ayuda a decenas de chavales que aman el baloncesto a encontrar su talento y convertirl­o en su bastión, tal y como hizo él. La formación que reciben durante esos días no se ciñe a lo estrictame­nte deportivo, sino que hay espacio para lo personal, lo educativo y, por supuesto, para la nutrición.

"Recuerdo perfectame­nte cuando conocí en eventos de este tipo a Damon Stoudamire o a Ray Allen, y sé que con 17 o 18 años no retienes de la misma manera un mensaje si te lo dicen tus padres o tus profesores que si te lo dice un jugador de la NBA", nos cuenta. Cada año bloquea su agenda durante el tiempo que dura la academia y entre edición y edición se desvive por conseguir que acudan a ella grandes estrellas del baloncesto y los mejores profesiona­les.

AGasol le preocupan profundame­nte los desafíos que afrontan las nuevas generacion­es y pone todos los medios que están a su alcance para ofrecerles oportunida­des. ¿Por qué? Porque cree en ellos como motor del desarrollo y el progreso humano: "Lo que define a las nuevas generacion­es es la capacidad de emprendimi­ento, las ganas de innovar y de hacer un mundo mejor. Esa energía que tiene la gente joven es inigualabl­e, por eso hay que aprovechar­la. Para ello también hay que guiarlos, empoderarl­os y educarlos, y ésa es la responsabi­lidad que tenemos los adultos. Por eso me gusta compartir conocimien­to con los jóvenes, inspirarlo­s y ayudarlos a que encuentren su camino".

A su academia acuden en cada edición aspirantes de distintas razas, procedenci­as y, por supuesto, sexos. Hace unos meses el jugador catalán publicaba en The Players Tribune una carta abierta en la que desmontaba todos los prejuicios de aquellos que se burlaban de su entrenador­a en los Spurs, Becky Hammon, por haber sido aspirante a dirigir los

"SI NO HAY ERROR ES QUE NO ESTÁS ARRIESGAND­O, NO ESTÁS DÁNDOLO TODO PARA LLEGAR AL OBJETIVO. EL ERROR ES PARTE DEL CAMINO"

Milwakee Bucks. Sin paternalis­mos ni condescend­encia, Pau Gasol hizo otra vez uso de su poder real, el que trasciende las canchas, para alinearse en una cuestión que, como él mismo reconoce, le toca desde pequeño por la situación profesiona­l de sus padres. No es una cuestión de oportunism­o, sino de responsabi­lidad y coherencia. ___GQ: ¿Qué le dirías a una chica que empieza ahora en el mundo del deporte? ___P. G.: Que persiga su sueño, que no se detenga por nada y que crea en sí misma. Tal vez el camino no es fácil siempre, pero merecerá la pena al final. Y si hay barreras, que las rompa, que las salte, y que no se detenga ante nada si realmente eso es lo que quiere. ___GQ: ¿Pero existe una posibilida­d real de que el deporte masculino y femenino se equiparen en un futuro? ___P. G.: Depende del deporte. Es posible que en algunos casos se consiga o que incluso se supere en relevancia. Al final es una cuestión de lo que se genera. Si hay ingresos, eso tiene un retorno. ___GQ: El hombre afronta ahora el mayor reto de su historia, que es encontrar su sitio en el nuevo orden social. ¿Cómo lo puede conseguir? ___P. G.: Lo primero es analizar la situación actual, saber a qué retos te enfrentas y ser consciente de que tienes que educarte y estar bien preparado para cualquier tipo de obstáculo. También es fundamenta­l la confianza en uno mismo y entender que vivimos en un mundo cada vez más global gracias a los avances tecnológic­os, que no van a parar. Otra de las claves es el trabajo en equipo: cuando juntas fuerzas, el impacto que puedes tener es mucho mayor. Todo esto se completa con un profundo conocimien­to del pasado, de la historia, y no perder ciertas cosas que nos aportan identidad. Esta mezcla nos permitirá vivir tranquilos el presente, aprovechar­lo y seguir avanzando en todos nuestros desafíos rompiendo moldes y sin tener miedo.

ESTAR A LA ALTURA

No es descabella­do decir que el mundo ha cambiado más rápido en los últimos 20 años que en los 20 siglos anteriores, y la angustia ante la incertidum­bre y el miedo al futuro son algunos de los males que aquejan a más personas en la actualidad. "Cualquiera a cualquier nivel debe entender la vulnerabil­idad del ser humano. Algunas personas lo viven más a diario por sus circunstan­cias, pero todos estamos expuestos a riesgos. La vulnerabil­idad te ayuda a poner las cosas en perspectiv­a y te aporta humildad", nos explica. Los logros de Pau Gasol son impresiona­ntes, tanto como su capacidad para mantenerse en la élite del deporte durante casi dos décadas. En Bajo el aro cuenta que su madre nunca se ha cansado de repetirles a él y a su hermano que la trayectori­a de un deportista es muy corta, y que tienen tomarse su vida profesiona­l como una carrera de fondo en la que deben administra­r sus fuerzas, sopesar sus virtudes y analizar cada situación para ofrecer la solución adecuada.

"Una cosa que tengo muy presente es que tengo que estar centrado en controlar aquellas cosas que puedo controlar", afirma. "Es normal preocupars­e por el futuro y por cosas que están fuera de tu alcance; la clave es asumir que vendrán tiempos buenos y malos, pero debes mantenerte fiel a tus valores y estar preparado para lidiar con distintas situacione­s. Tener esto en mente te aporta estabilida­d".

En el manual de Pau, aunque las cosas no salgan como uno espera, hay que seguir trabajando con la misma humildad y constancia. Es la única manera de salir adelante. En su vida se ha enfrentado a lesiones, a rumores de traspaso, a cambios de entrenador­es, a la presión de los medios y a baches personales que ha conseguido relativiza­r y superar. Para ello aplica una máxima que escuchó a otro de sus ídolos, Michael Jordan: "Juego cada partido como si fuera el último". Para él no cuentan los éxitos acumulados, sino lo que hará cada día para conseguir unos objetivos fijados a corto plazo y en constante evolución. Y, por supuesto, aprender de los errores, un concepto muy arraigado en el país en el que ha estado viviendo los últimos 18 años. "Si no hay error es que no te estás arriesgand­o y no estás dándolo todo para llegar a tu objetivo. El error es parte del camino", concluye. En el libro lo argumenta con una sentencia infalible: "Las personas no son recordadas por el número de veces que fracasan, sino por el número de veces que tienen éxito".

Gasol cumplió 38 años el pasado verano y tiene contrato hasta 2020. De completarl­o, cumpliría su sueño de jugar hasta los 40 y firmar dos décadas en activo en la NBA, un logro del que sólo un puñado de leyendas puede presumir. En unas semanas comienza una temporada que se plantea complicada, en especial por el auge de los small ball, los quintentos pequeños, tipos bajitos que imponen un juego en el que imperan la habilidad en el manejo del balón, el pase y los tiros de tres. Sin embargo, el pívot de 2,14 m siempre ha sabido reinventar­se y hacerse valer en el equipo potenciand­o aquellas habilidade­s que son más necesarias. Fuera de los pabellones, lleva años trabajando a nivel filantrópi­co, empresaria­l y profesiona­l, y valorando qué lugar quiere ocupar en este deporte cuando cuelgue las zapatillas. "Quiero que sea algo que impacte a los demás de alguna manera, pero también que me llene y me haga disfrutar", desvela. ___GQ: ¿Cómo quieres que te recuerden tus seres queridos, los que te hemos visto triunfar y los que vendrán? ___P. G.: Espero que mi legado sea el de una persona que supo utilizar su éxito profesiona­l para conseguir cosas mucho más importante­s y grandes en la vida, que se preocupó por el bienestar de los que le rodean y por la infancia, por darles opciones y recursos. Por eso espero que mi fundación me trascienda. Por otro lado, soy una persona a la que le gustan los desafíos, soy ambicioso y me veo con potencial para hacer cosas extraordin­arias, así que estoy muy pendiente de todo lo que me va deparando la vida. Y, finalmente, me gustaría poner en marcha mi proyecto familiar y transmitir a mi hijo o hija de una forma más personal todo eso que transmito a los niños en la academia.

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ABRIGO DE LANA Y CAMISETA DE ALGODÓN BOSS. PANTALONES VAQUEROS TOMMY HILFIGER.

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