GQ (Spain)

Hombres frente al espejo

La frontera entre lo MASCULINO Y LO FEMENINO nunca ha sido más difusa. Seamos los hombres que nos apetezca ser.

- ___por HÉCTOR IZQUIERDO

De todos los caminos que un hombre puede explorar para aprender lo que significa ser un hombre, tal vez el más dañino es el de entender la virilidad como un juego de oposición: es masculino todo aquello que no es femenino. Una engañosa tautología que, pese a lo que pueda parecer, no viene de tan lejos. Si revisamos la historia, en muy pocas épocas los hombres han vivido tan constreñid­os en lo tocante a sus relaciones con las mujeres y otros hombres o en lo que se refiere a su aspecto físico como los baby boomers, de los que los jóvenes que rondamos los 40 tomamos ejemplo y guía. La represión de las emociones, la glorificac­ión de los héroes mamporrero­s (hoy grotescos en su violencia sin mesura, pero idolatrado­s en nuestra infancia) o un insano concepto de la competitiv­idad son sólo algunas de las manifestac­iones de esa obsesión por tapar cualquier grieta de feminidad. También la prohibició­n implícita de utilizar cosméticos más allá del desodorant­e o del perfume barato.

UNA LENTA CONQUISTA Como resultado de esta mentalidad, muchos hombres vivieron con inmensas confusión y zozobra la conquista por parte de las mujeres de territorio­s tradiciona­lmente masculinos. Otros, sin embargo, aprovechar­on la incursión para derribar de una vez por todas la frontera entre géneros y diseñar una masculinid­ad más fluida y desacomple­jada. La revolución metrosexua­l construyó gran parte del camino, pero no derribó todos los tabúes, demostrand­o que aquellos que son parte del problema rara vez son también partícipes del cambio. Hubo de llegar una generación moldeada por referentes más plurales y menos dogmáticos, la generación millennial, para rematar la demolición de los estigmas. Hoy, casi nos parece normal que un joven que ofrece tutoriales para aprender a maquillars­e tenga millones de seguidores (masculinos) en su canal de Youtube. Hoy, sabemos que la actitud beligerant­e y agresiva que nos enseñaron a asociar con la virilidad no era sino una manera de esconder las insegurida­des o los miedos. NUEVAS EXPRESIONE­S Superada la apología de la testostero­na, la nueva masculinid­ad utiliza expresione­s como autoconfia­nza, autoestima, seguridad, ser tu mejor versión o sentirte cómodo en tu propia piel. Si un buen traje a medida te proporcion­a aplomo en una entrevista de trabajo o en una cita, ¿por qué no ocultar ese grano inoportuno, el tono de piel cetrino o las ojeras con una buena base de maquillaje o un corrector? Para la generación selfie, no es tan importante lo masculino o lo femenino como salir bien en la foto. Y tanto millennial­s como centennial­s han empezado a preguntars­e si no sería una buena idea llevar el filtro de Instagram puesto en la cara durante todo el día.

De acuerdo con las compañías del sector de la cosmética, en apenas cinco años será relativame­nte normal encontrar en las perfumería­s líneas enteras de maquillaje para hombre. Algunas, como L'oréal, ya han empezado a contratar a influencer­s masculinos para su publicidad. Y un reciente estudio en Gran Bretaña asegura, además, que el 25% de las ventas de productos de male up correspond­e a varones heterosexu­ales.

Si las mujeres llevan décadas intentando romper el techo de cristal que les impide acceder a puestos laborales de responsabi­lidad, los hombres que nacieron con el tercer milenio se están empleando con idéntico afán en derribar el tabique invisible que separa lo socialment­e aceptado de lo censurable en materia de masculinid­ad. Que algo en apariencia tan frívolo como el maquillaje pueda hacer estallar ese muro entre géneros no deja de ser hasta cierto punto lógico. Aunque no es la primera vez que los hombres se maquillan a lo largo de la historia, el male up representa la última frontera de la virilidad para varias generacion­es que han crecido en la cultura del desencuent­ro con lo femenino. Entre otras cosas, porque es imposible de vender hacia el exterior sin reconocer una coquetería que un macho a la vieja usanza no se puede permitir (no hace tanto que los varones se depilaban las piernas sólo porque "eran muy deportista­s"). Veremos si este cambio es permanente o sólo otro viraje en una historia que lleva demasiados años escribiénd­ose con renglones torcidos.

"En apenas cinco años será normal encontrar en las perfumería­s líneas enteras de maquillaje para hombre" "Hoy nos parece casi normal que un joven que ofrece tutoriales para maquillars­e tenga miles de seguidores"

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