Hombres frente al espejo
La frontera entre lo MASCULINO Y LO FEMENINO nunca ha sido más difusa. Seamos los hombres que nos apetezca ser.
De todos los caminos que un hombre puede explorar para aprender lo que significa ser un hombre, tal vez el más dañino es el de entender la virilidad como un juego de oposición: es masculino todo aquello que no es femenino. Una engañosa tautología que, pese a lo que pueda parecer, no viene de tan lejos. Si revisamos la historia, en muy pocas épocas los hombres han vivido tan constreñidos en lo tocante a sus relaciones con las mujeres y otros hombres o en lo que se refiere a su aspecto físico como los baby boomers, de los que los jóvenes que rondamos los 40 tomamos ejemplo y guía. La represión de las emociones, la glorificación de los héroes mamporreros (hoy grotescos en su violencia sin mesura, pero idolatrados en nuestra infancia) o un insano concepto de la competitividad son sólo algunas de las manifestaciones de esa obsesión por tapar cualquier grieta de feminidad. También la prohibición implícita de utilizar cosméticos más allá del desodorante o del perfume barato.
UNA LENTA CONQUISTA Como resultado de esta mentalidad, muchos hombres vivieron con inmensas confusión y zozobra la conquista por parte de las mujeres de territorios tradicionalmente masculinos. Otros, sin embargo, aprovecharon la incursión para derribar de una vez por todas la frontera entre géneros y diseñar una masculinidad más fluida y desacomplejada. La revolución metrosexual construyó gran parte del camino, pero no derribó todos los tabúes, demostrando que aquellos que son parte del problema rara vez son también partícipes del cambio. Hubo de llegar una generación moldeada por referentes más plurales y menos dogmáticos, la generación millennial, para rematar la demolición de los estigmas. Hoy, casi nos parece normal que un joven que ofrece tutoriales para aprender a maquillarse tenga millones de seguidores (masculinos) en su canal de Youtube. Hoy, sabemos que la actitud beligerante y agresiva que nos enseñaron a asociar con la virilidad no era sino una manera de esconder las inseguridades o los miedos. NUEVAS EXPRESIONES Superada la apología de la testosterona, la nueva masculinidad utiliza expresiones como autoconfianza, autoestima, seguridad, ser tu mejor versión o sentirte cómodo en tu propia piel. Si un buen traje a medida te proporciona aplomo en una entrevista de trabajo o en una cita, ¿por qué no ocultar ese grano inoportuno, el tono de piel cetrino o las ojeras con una buena base de maquillaje o un corrector? Para la generación selfie, no es tan importante lo masculino o lo femenino como salir bien en la foto. Y tanto millennials como centennials han empezado a preguntarse si no sería una buena idea llevar el filtro de Instagram puesto en la cara durante todo el día.
De acuerdo con las compañías del sector de la cosmética, en apenas cinco años será relativamente normal encontrar en las perfumerías líneas enteras de maquillaje para hombre. Algunas, como L'oréal, ya han empezado a contratar a influencers masculinos para su publicidad. Y un reciente estudio en Gran Bretaña asegura, además, que el 25% de las ventas de productos de male up corresponde a varones heterosexuales.
Si las mujeres llevan décadas intentando romper el techo de cristal que les impide acceder a puestos laborales de responsabilidad, los hombres que nacieron con el tercer milenio se están empleando con idéntico afán en derribar el tabique invisible que separa lo socialmente aceptado de lo censurable en materia de masculinidad. Que algo en apariencia tan frívolo como el maquillaje pueda hacer estallar ese muro entre géneros no deja de ser hasta cierto punto lógico. Aunque no es la primera vez que los hombres se maquillan a lo largo de la historia, el male up representa la última frontera de la virilidad para varias generaciones que han crecido en la cultura del desencuentro con lo femenino. Entre otras cosas, porque es imposible de vender hacia el exterior sin reconocer una coquetería que un macho a la vieja usanza no se puede permitir (no hace tanto que los varones se depilaban las piernas sólo porque "eran muy deportistas"). Veremos si este cambio es permanente o sólo otro viraje en una historia que lleva demasiados años escribiéndose con renglones torcidos.
"En apenas cinco años será normal encontrar en las perfumerías líneas enteras de maquillaje para hombre" "Hoy nos parece casi normal que un joven que ofrece tutoriales para maquillarse tenga miles de seguidores"