GQ (Spain)

El boxeo, el único deporte que no es un pasatiempo.

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Hoy no queda casi espacio para el cuadriláte­ro y por eso, precisamen­te por eso, es momento de defenderlo.

"El boxeo es una herencia gladiadora y el único deporte donde los protagonis­tas se abrazan antes y después de usarse". La frase es de Manuel Alcántara –el gran cronista del siglo pasado (y por lo tanto, el único)– que Libros del KO acaba de plantar en la escena editorial gracias a su La edad de oro del boxeo (15 asaltos de leyenda), un repaso a sus grandes crónicas. Todas lo fueron. El boxeo no es un juego, eco habitual en las retransmis­iones de Michael Buffer en aquellas veladas nocturnas desde Las Vegas, retransmit­idas al mundo vía HBO mucho antes de Los Soprano, Girls o Juego de Tronos. Antes, hubo boxeo.

Pero la vida sobre el ring se muere. HBO acaba de anunciar –maldita sea esta vida guiada por el qué dirán– que dice adiós al boxeo después de 45 años de cobertura y más de mil combates. La cadena nació el 22 de enero de 1973 con el duelo entre Joe Frazier y George Foreman en Jamaica y ha visto cómo florecían los más grandes luchadores de la historia: Sugar Ray Leonard, Julio César Chávez, Óscar de la Hoya o Mike Tyson. Evander Holyfield, Pernell Whitaker (qué cerquita lo tuvimos, Potro), Mayweather, Manny Pacquiao, Miguel Cotto, Anthony Joshua o el más grande deportista que ha pisado la tierra, Muhammad Ali: "Yo sé adónde voy y sé la verdad. Y no tiene por qué ser lo que tú quieres que sea. Soy libre de ser lo que quiero". Eso también es boxeo.

Pues bien, se acabó. "Ya no interesa a la audiencia", dicen desde algún despacho con láminas cutres de Lichtenste­in y coachers con relojes inteligent­es. Qué triste. Supongo que es la era de los youtubers, los anuncios de natillas y los esports para cientos de miles de niñatos en el Santiago Bernabéu. Acabaremos como aquella panda de gordinflas de la nave espacial de Wall-e, comiendo pizza congelada y quejándono­s por todo. Los boxeadores (no tengo dudas) no llorarán, no alzarán la voz ni harán más ruido que el de la puerta cuando se cierre. Y yo echaré de menos siempre su valor y su dignidad.

Hombres y mujeres de una pieza que saben que la vida es caer y levantarse ("cae siete veces, levántate ocho"), creer, crecer y pelear. No doblegarse nunca, seguir mirando de frente. "Los ganadores son simplement­e aquellos que están dispuestos a hacer cosas que no harán los perdedores", se lo dice Clint Eastwood a Hilary Swank en una de las películas de nuestra vida, Million Dollar Baby. El boxeo ha formado parte de nuestra educación emocional y es parte de ese puñado de cosas que, sabes (porque lo sabes), son de verdad; los ojos de Robert de Niro en Toro Salvaje de Martin Scorsese, Rocky Balboa (¡Rocky!), la soledad de Burt Lancaster en Atlantic City o el coraje de José Legrá o Urtain. Yo echaré de menos siempre este deporte de hombres y mujeres callados, consciente­s de que cada paso es una victoria; recordaré siempre este deporte llamado boxeo donde es fácil grabarse a fuego que la vida, en realidad, sólo tiene un truco: no rendirse. Nunca. Reportaje gráfico realizado durante el evento 'The Monday Battle at the Theatre' que se celebró el pasado 1 de octubre en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid. Organizado por OSB Promotions, contó con un desfile de moda de las firmas Pugil y Atom y cuatro combates de boxeo, incluyendo dos títulos nacionales.

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