IVÁN CAMPO VENÍA DE JUGAR...
... DE MANERA INTERMITENTE EN LA CAMPAÑA ANTERIOR CON EL REAL MADRID Y HABÍA COMENZADO LA NUEVA TEMPORADA DE FORMA ERRÁTICA. ANTE LAS PALMAS HABÍA COMETIDO UN PENALTI ABSURDO EN UN PARTIDO QUE TERMINÓ CON UNA DERROTA FULMINANTE DE 4-2.ANTE EL BETIS FALLÓ UN PASE QUE TERMINÓ EN GOL. Llegaba a casa y leía, una por una, todas las críticas que lo señalaban. Y la dificultad para controlar ese exceso de presión terminó por convertirse en un problema físico. Con Iván Campo se abrió el armario de la ansiedad en el fútbol de primer nivel. Lo suyo dejó de ser una gripe mal curada cuando el jefe de los servicios médicos del Real Madrid, Alfonso del Corral, apareció en sala de prensa y comunicó que se le había diagnosticado "un cuadro de ansiedad que le provoca insomnio y le impide materialmente dormir".
"Es un momento de compartir cosas cuando no quieres compartirlas, más que nada por el miedo a lo que la gente piense. Porque mucha gente piensa, 'uy este chico ¿por qué tiene ansiedad, si es un jugador de fútbol, si vive muy bien, si gana mucho dinero, si tiene una buena casa y un buen coche?'. La gente se olvida de que aunque seamos deportistas también somos personas. Yo viví un momento en el que quizá me sentí un poco más desafortunado que los demás, sentí que cualquier cosa que hiciese me iba a salir mal, porque entré en un círculo", relata Campo.
Hasta entonces muchos futbolistas iban al psicólogo a hurtadillas, como quien se escabulle a media noche para cometer una infidelidad. La ansiedad era un tema vetado porque al hacerla visible se cuestionaba la capacidad deportiva. La ansiedad formaba parte de lo estrictamente personal. "No sé si mi caso ayudó, porque fue al principio de todo. Pero sí que conocía a más futbolistas que también tenían ansiedad y que luego se pusieron en contacto conmigo. Sí es verdad que hablé con bastante gente… y al final te das cuenta de que tampoco pasa nada, que lo importante es poder contarlo, poder decirlo, que te den un abrazo, que tus padres te besen al terminar un partido. A mí el club me ayudó muchísimo, cierta prensa también estuvo ahí apoyándome y luego también me ayudaron los aficionados. Ellos te aprietan cuando las cosas no salen bien, pero lo más importante es que des a conocer el problema que tienes para que puedan ayudarte".
17 años después de su experiencia, la ansiedad en el fútbol, y en el deporte en general, comienza a desprenderse de estigmas pero no tanto como debería. "Todavía falta mucha información sobre la ansiedad en sí y sobre lo que podemos aportar los psicólogos deportivos. Del mismo modo que vas a un fisioterapeuta, al consultar a un psicólogo deportivo estás viendo a alguien que te puede ayudar con estrategias para afrontar determinadas situaciones", nos cuenta Joaquín Dosil, profesor de psicología del deporte de la Universidad de Vigo y coordinador del servicio de psicología del deporte del Real Club Celta de Vigo.
El Celta es uno de los pocos clubes de primera que cuenta con un psicólogo deportivo dentro del staff técnico. Joaquín Dosil salta al campo de entrenamiento de A Madroa vestido como uno más, como el técnico, Antonio Mohamed, como el segundo entrenador, o como el entrenador de porteros. Su labor como psicólogo deportivo es la de optimizar las condiciones de los jugadores para aumentar su potencial físico, técnico y táctico. Es decir, trabaja para agrandar su rendimiento desde el primer escalón, desde donde se mueven los pies: la cabeza. "Cuando hablamos de ansiedad del deportista hay dos tipos, la ansiedad estado y la ansiedad rasgo. La ansiedad estado es la que se provoca en momentos puntuales, por ejemplo en una competición, y se muestra en ese momento puntual. La ansiedad es un rasgo de la personalidad, hay muchos deportistas que la tienen y es muy fácil que se pueda observar en cualquier tipo de entrenamiento o en cualquier situación de la vida. Hay que trabajar con ambas".
El fútbol lo conquista todo en un jugador desde pequeño. Hay niños de 13 años que ganan a esa edad más dinero que sus padres. Prebenjamines que viven las 24 horas del día rodeados de gente, pero que se sienten solos. "Cuando el deportista sale de su casa muy joven, sale también de su zona de seguridad y confort. Y este el momento de empezar a ofrecerle estrategias para hacer frente a todo este mundo con el que se enfrentan", relata Dosil. Iván Campo cree que es importante que los jugadores de primer nivel cuenten lo que han sentido "para poder ayudar a la gente que viene detrás, gente que vive tantas cosas y tan rápido que no saben cómo asimilarlas. Cuando alguien famoso dice 'mira, a veces tengo miedo a jugar', puede ayudar, porque muchos chicos dejarán de tener temor a comentarlo. Incluso para que esos chicos sientan que pue-
den telefonearte y saber que tú les vas a poder ayudar. Indudablemente el poder confiar en un jugador y poder ser sincero con lo que te pasa es muy importante".
Bojan Krkic no quiere hablar más de la ansiedad que sufrió cuando su carrera empezó a prosperar. Me lo dice su representante al otro lado del teléfono, "ahora está centrado estrictamente en lo deportivo". El caso de Bojan representa a la perfección cómo una progresión explosiva puede lastrar a nivel anímico. Bojan quemó etapas en cuestión de meses. Con 16 años fue a la Copa Mundial Sub-17 cuando pocos le conocían, fue la estrella del torneo, marcó el gol que clasificó a aquella selección inolvidable para la final, y al volver a España lo paraban constantemente por la calle. Sólo unos días más tarde debutaba con el primer equipo del Barça. Tres o cuatro días después jugaba su primer partido de Champions. El algoritmo de Google autocompletaba Bojan con "el nuevo Messi". Así que cuando fue convocado con la selección absoluta para jugar un España-francia y no apareció por Las Rozas, la versión oficial es que tenía gastroenteritis. La realidad era bien distinta. "Sufrí ataques de ansiedad, pero al fútbol no le importó", aseguró en una entrevista demoledora en The Guardian.
La ansiedad en el fútbol no es algo residual ni anecdótico. Un estudio del sindicato mundial de los futbolistas, FIFPRO, reveló que un 38% de los 826 jugadores en activo consultados habían padecido episodios de depresión y ansiedad, que aumentan una vez se retiran. "Pierden su vida estructurada, se reduce el apoyo social que reciben por parte de los entrenadores y compañeros de equipo, deben hallar su lugar en la sociedad". Habla Vincent Gouttebarge, Médico Jefe de FIFPRO y catedrático asociado de la facultad de Medicina de Ámsterdam. "Se debería aumentar la concienciación en los clubes. Es importante tener personal médico, integrado por diversos expertos, que trabaje para mantener la salud física y mental de los futbolistas profesionales. Porque contrariamente a lo que la gente opina, la vida de un futbolista también tiene muchos aspectos oscuros". En esto último coincide Dosil. "El departamento de psicología deportiva tiene que ser uno más. Todos los áreas y clubes le tienen que dar valor e irlo incorporándolo paulatinamente", algo que todavía no se está produciendo.
En el Mundial de Brasil del año 2014, el seleccionador local Felipe Scolari se presentó en el campo con un informe psicológico personalizado de cada jugador. Buscaba no sólo soluciones tácticas, sino también soluciones emocionales para vencer la carga de disputar un Mundial en casa. "Los buenos entrenadores utilizan psicología como parte de su profesión. Y ahí está la figura del psicólogo del deporte que debe acompañar al entrenador. Un modelo dual entre ambos es el modelo ideal", asegura Dosil.
Joaquín Dosil no sólo ha trabajado con futbolistas. Es conocido internacionalmente por su colaboración con el campeón del mundo de Motogp Jorge Lorenzo. "Cada vez que veía un charco o agua acumulada, me venían flashes de cuando me caí. Sólo la idea de volverme a caer me hacía quitar gas. Estaba desconcentrado y me pasaban los rivales", confesó en una ocasión el piloto ante los medios. Una mala caída le desestabilizó durante carreras. Dosil se encargó de cambiar esa mentalidad. Con todos los deportistas con los que ha trabajado –futbolistas, motociclistas, tenistas, triatletas, jugadores de hockey, jugadores de balonmano– hay un patrón que se repite: "Cuando compiten se exigen y piensan que deben hacerlo bien por el entorno, por sus padres, por los aficionados, por la prensa. Ahí está normalmente el desencadenante de la ansiedad". La presión es la que determina seguir en la rueda o ser arrollado por la misma. Y por eso, incide Iván Campo, "esa presión hay que contarla y compartirla".