ANDRES/VELENCOSO/ LIBRE/ EVOLUCION
El hombre del siglo XXI vivirá en la incertidumbre o no vivirá. Por eso nos miramos en otros que han sabido atreverse y han tenido éxito con ello. Como Andrés Velencoso.
A"A menos que tengas unos 80 años, tendrás que reinventarte constantemente en las próximas décadas". Son palabras de Yuval Noah Harari, el historiador que alteró para siempre la forma en que entendemos el pasado de la Humanidad con Sapiens y que recientemente ha publicado 21 lecciones para el siglo XXI, un manual sobre cómo afrontar los retos que nos propone la sociedad hipertecnológica y superconectada.
Las palabras del autor israelí resuenan fuerte en un momento en el que ser hombre (masculino, singular) es un desafío de dimensiones épicas con infinidad de frentes abiertos que se resumen en uno: encontrar nuestro lugar en el mundo contemporáneo. Lejos queda el modelo tradicional de proveedor encadenado a un puesto de trabajo vitalicio, y lo que exigen la realidad y el futuro son profesionales en constante evolución, capaces de repartir su tiempo entre las obligaciones laborales y las familiares, personas valientes y consecuentes en sus decisiones, que convierten la incertidumbre en inquietud y ésta, a su vez, en su arma más poderosa. Y de todo esto sabe bastante Andrés Velencoso (Tossa de Mar, Gerona, 1978).
El hombre busca su lugar en el mundo, pero durante los 45 minutos que pasaremos charlando sobre su vida, su carrera y su futuro, lo único que busca Velencoso (y nunca encontrará) es la posición más cómoda en el sofá. Nuestro modelo más internacional cumplió 40 años en marzo y lleva todo 2018 sumergido en un largo, delicioso y extenuante cumpleaños que se ha plasmado en celebraciones, homenajes, reportajes, editoriales de moda, series nacionales e internacionales, e iniciativas empresariales. "Empecé a pensar en ello cuando estaba en Argentina rodando Edha", nos cuenta. "Cumplía 40 años y 20 en la moda, tenía proyectos potentes como Velvet en el horizonte… Está siendo un año muy intenso en todos los aspectos, pero lleno de sensaciones buenas".
'LOOKING BACK OVER MY SHOULDER' Los 40 le tenían reservada alguna sorpresa, como una rotura de hombro que le ha obligado a pasar por quirófano y que lo tiene luchando con cojines y reposabrazos mientras responde a nuestras preguntas. Y no es la única secuela. Por ejemplo, ya no se puede meter atracones, él, tipo de buen comer y que se ganó sus primeras pesetas en Casa Andrés, el restaurante de sus padres en su localidad natal. "Te lo pide el cuerpo. Si me meto una comilona me quedo doblado", confiesa. "Este año me había propuesto cuidarme más, ser más disciplinado con el gimnasio. Siempre había sido de mantenerme, de ir una semana, machacarme, y después pasar varios días sin ir. Pero comenzaba a no funcionarme. Sin embargo, con la lesión no ha podido ser".
Esta confesión la hace un hombre que, hablando en plata, ha vivido media vida de su cuerpo, y que reconoce sin pudor que cuando empezó en esto de la moda lo sacaban "siempre en bolas". "Como mucho me ponían una camiseta", revela entre risas.
Velencoso lleva dos décadas en la moda, pero no conserva un archivo de todos sus trabajos. "Mi hermana me hacía el clipping, pero hace años que lo abandonó. No se lo perdonaré en la vida", bromea. Entonces saca el móvil y abre su Instagram. "Este es mi archivo ahora", nos cuenta, mientras busca una polaroid que le tomó hace 16 años el fotógrafo François Rosseau y que ha compartido recientemente en la red social. Una sombra de nostalgia recorre su rostro, ése que hemos visto tantas veces inmortalizado en portadas de revistas, campañas de publicidad y photocalls de eventos selectos. "Han cambiado mucho las cosas desde que empecé", masculla. "Ahora todo se confunde entre los modelos, los influencers… pero de eso mejor no hablamos, que tenemos para rato. Antes si no estabas en una buena agencia era imposible que entrases en un mercado", recuerda.
La tarjeta de visita de Velencoso acumula hoy más barras inclinadas (‘slashes’, que dicen los anglosajones) que una colección de Off-white, pero a finales de los 90 era un campo que rellenaba y borraba según le iba dictando la vida. "Quería hacer INEF,
pero me rompí un tobillo [Nota del editor: a ti la vida te da lecciones y a él lesiones]. Había repetido COU y Selectividad, y no tenía nada claro que me fuese a recuperar y pudiese presentarme a las pruebas al año siguiente. Así que me matriculé en Turismo. Un error. Pagué un montón de pasta para nada. Al final lo dejé y empecé a hacer castings".
188 centímetros de estatura no eran una ventaja para un modelo masculino en 1998. El joven Andrés no entraba ni en las tallas de muestrario ni, obviamente, en las selecciones para desfilar sobre la pasarela. Sin embargo, funcionaba muy bien en foto. "En España apenas me salían trabajos, pero de pronto venía una agencia de Milán o de Nueva York y me elegía. Así que pregunté a compañeros que llevaban más años en esto y me contaron que en otros países había muchas más ofertas y que, además, pagaban por adelantado. Fue entonces cuando me atreví a decirle a mi padre que dejaba Turismo y me iba a Milán".
VVelencoso padre no estaba muy convencido. Y su hijo tampoco. "Si no me sale bien me vuelvo y ya veré de qué trabajo". Esas fueron sus palabras de despedida antes de convertirse en el modelo español más relevante de la historia. El resto del cuento lo podríamos recitar de memoria: primeros trabajos internacionales, campaña de Louis Vuitton con Jennifer López, éxito mundial, Chanel, Gaultier, Armani, Zegna, Loewe, Valentino… Andrés Velencoso empezó a ser un icono reconocible en todos los rincones del planeta, uno de esos tipos que podría pagarle la carrera a los hijos en millas de su compañía aérea, en un helado que hoy lamen cientos de personas en nuestro país… ¿Perdón? Sí. Hablamos del Velencoco. Porque tener delante a Andrés Velencoso y no preguntarle por su helado es como conectar por ouija con Dominguín y no preguntarle por Ava Gardner.
"Fue idea de Jordi Roca, que es un genio", nos cuenta. "Cuando mi hermana decidió reabrir el restaurante fui a preguntarle si nos dejaría servir los helados de Rocambolesc, que se venden en muy pocos sitios. Él aceptó, pero a cambio tuve que prestar mi cuerpo para el Velencoco", relata. Y así fue: se marchó a Londres y allí le hicieron un retrato en tres dimensiones del que saldría el molde de este helado con sabor a coco, leche, un punto de canela y cáscara de limón que reproduce el cuerpo de Velencoso, desde la cabeza hasta la mitad del muslo. El lanzamiento lo promocionaron con un vídeo homenaje a los 80, producido por Umami, que nunca te cansas de ver. "En mi cumpleaños repartimos Velencocos y Haider Ackerman se me acercó y me dijo: '¿PERDONA?".
EL TIEMPO FUTURO Andrés dice que su arrojo para embarcarse en nuevas aventuras fue más una cuestión de instinto que algo para lo que se hubiese preparado. Así hizo la maleta y se fue a Italia, y así empezó hace seis años su aventura como actor, que le ha llevado a participar en varios filmes, en una producción internacional de Netflix (Edha) y recientemente en el elenco de Velvet: Colección, de Movistar+, donde interpreta a un diplomático iraní.
Sus actividades se extienden también al mundo de la empresa. Velencoso es propietario de una parte del restaurante familiar y participa en la firma de moda Brubaker, de la empezó siendo la imagen para irse involucrando más con el tiempo. "Las inseguridades existen, todos las tenemos. Las mías no te las voy a decir. Pero con los años, con la práctica, aprendes a tener menos o a no enseñarlas; e intentas mostrarte seguro y por la labor de hacer cosas. Por eso nos contratan. Siempre lo he dicho, guapos hay debajo de una piedra, ésa es la primera premisa para ser modelo", sentencia.
Andrés Velencoso no tiene una fórmula que todo el mundo pueda aplicarse para reinventarse, pero sabe que nada se consigue sin entrega: "He trabajado mucho para llegar a este punto. No es que yo me haya dicho 'quiero ser esto o lo otro'. Ha sido un proceso de ir sumando en el día a día y llenando un saco, hasta que al final piensas que te gusta lo que llevas, tanto lo bueno como lo malo. Y de lo malo ya hablaremos".