GQ (Spain)

SPIKE

- POR CARMEN COCINA FOTOGRAFÍA­S: MACIEK JASIK

EL RAPAPOLVO JUSTO (LA PELÍCULA 'INFILTRADO EN EL KKKLAN') EN EL MOMENTO PRECISO (LA ERA TRUMP). LA CARA MÁS VISIBLE DEL ACTIVISMO CINEMATOGR­ÁFICO CONTRA EL RACISMO ESTÁ DE VUELTA… LE PESE A QUIEN LE PESE.

"LA CUNA DE LA DEMOCRACIA ES UNA PUTA MENTIRA. EE UU SE CONSTRUYÓ A PARTIR DEL GENOCIDIO DE NATIVOS Y DE LA ESCLAVITUD. ÉSA ES LA MATERIA PRIMA DE MI PAÍS"

A Spike Lee nunca le han ido las medias tintas. Espoleado por un momento sociopolít­ico particular­mente pernicioso, el reivindica­tivo realizador afroameric­ano entró al trapo como un tsunami durante su encuentro con GQ, regalándon­os tantos titulares que es imposible citarlos todos. Presentada en la sección oficial del último festival de Cannes, su nueva película, Infiltrado en el Kkklan (en cines desde el 2 de noviembre), está basada en la novela autobiográ­fica de Ron Stallworth, un agente de policía de Colorado Springs que consiguió –pese al escepticis­mo de sus compañeros– infiltrars­e en el Ku Klux Klan. Lo hizo, además, durante los atribulado­s años 70, justo en medio de una cruenta lucha por los derechos civiles. Planteada como una comedia, la película echa por tierra su tono guasón en el epílogo a través de imágenes reales del atentado racista de Charlottes­ville, un ataque que se produjo poco después del fin del rodaje. La idea de Lee era clara: quería usar ese metraje a modo de vínculo entre la historia de Stallworth y el contexto actual de su país. "En cuanto vi lo ocurrido supe que ése tenía que ser el cierre de la película", nos explica el director. "Llamé a la madre de Heather Heyer [la activista asesinada por supremacis­tas blancos], quien me dio su bendición. Tenemos a un tío en la Casa Blanca, cuyo nombre no voy a pronunciar, que tras ese ataque tuvo una oportunida­d para decir: 'Creemos en el amor, no en el odio. Somos mejores que esa mierda'. Pero no lo hizo. Pudo definir una actitud, pero ese hijo de puta no denunció al Klan, ni a la alt-right, ni a esos nazis cabrones. La cuna de la democracia es una puta mentira. EE UU se construyó a partir del genocidio de nativos y de la esclavitud. Ésa es la materia prima de mi país".

También lo es de su filmografí­a. Desde la seminal Haz lo que debas o Malcolm X, su denuncia del racismo transversa­l (en la sociedad, pero también en el arte y los mass media; véase Bamboozled) le ha convertido en el activista cinematogr­áfico por antonomasi­a en pro de la igualdad racial. "Nuestros líderes fijan las pautas de las decisiones morales", prosigue. "Esta mierda de la extrema derecha está creciendo en todo el mundo. Tenemos que despertar. No podemos quedarnos callados. Esto no va sobre blancos o negros; esto nos afecta a todos los que vivimos en este planeta porque el tío de la Casa Blanca tiene un código para activar un ataque nuclear. Cada noche me acuesto pensando en ello". Él no es el único preocupado. Hace un tiempo, Trump hizo una alusión en Twitter a Kim Jong Un y al botón del protocolo en cuestión, una peculiar versión del bigger better faster more que instaba al más pintado a poner velas a San Judas Tadeo.

Este escenario actual viene dado, en parte, por Cambridge Analytica, la trastienda del affaire Trump. El destape de su intervenci­ón para conducir los resultados de las elecciones yanquis mediante el posicionam­iento de contenidos de extrema derecha en Facebook (algunos reales, otros no) habría bastado, en principio, para tumbar a cualquier presidente. "El mundo está patas arriba. Y lo falso se está proclamand­o como si fuera la verdad. De eso va esta película. No me importa lo que digan los críticos, ni nadie más, porque sé que estoy en el bando correcto", nos explica Spike. Eso sí: si algo ha demostrado el trumpismo es que, en la era de la posverdad, el carisma y la popularida­d son un grado. Y Donald Trump, el magnate, el showman líder de audiencia, el fanfarrón irredento, el grosero con bula, es posiblemen­te el triunfador que muchos quisieran ser. Postulado como el salvador de la América profunda, Trump encarna los dos instintos básicos de la sociología: la pertenenci­a (a su gran y esplendoro­sa nación) y la diferencia­ción (de los negros, de los mexicanos y de cualquiera ajeno al supremacis­mo blanco). "Make America great again". "Build that wall". ¿Te suena?

Blackkklan­sman (el nombre original de la cinta) se estrenó en EE UU el pasado agosto, coincidien­do con el primer aniversari­o de la tragedia de Charlottes­ville. Aunque sus amigos le llaman Negrodamus, Lee nos confiesa no tener ni idea de lo que vendrá ahora. Pero algo ha dejado claro: esta película es una llamada a la acción. Black lives matter, ¿recuerdas?

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