La gran evasión
MUSE, la banda de rock que odiamos amar, está de vuelta con un álbum que invita a huir de la realidad.
El mundo se divide en dos tipos de personas: los fans entregados de Muse y sus haters recalcitrantes. Formada por el cantante, guitarrista y pianista Matt Bellamy (un frontman con un don para el falsete y las letras apocalípticas), el bajista Chris Wolstenholme y el batería Dom Howard, la banda más grandilocuente y polarizante del rock actual –y también una de las pocas que siguen llenando estadios– acaba de lanzar su octavo álbum de estudio, Simulation Theory (Warner Music). Howard, que ejerce de portavoz del trío en esta entrevista con GQ en Londres, lo define así: "Queríamos conectar sonidos del pasado con otros futuristas. Al unir dos puntos distantes a veces encuentras una zona intermedia que te aleja del presente y te transporta a otro lugar". Simulation Theory no es un disco conceptual como lo fue Drones; pero, de haber un tema subyacente, está en ese universo alternativo que sugiere su título: "El sentimiento que queríamos evocar es la huida de la realidad".
Ahora que la distopía que llevan años pronosticando en sus letras parece a punto de materializarse (cualquiera que lea los periódicos estará de acuerdo), Muse ha decidido sustituir activismo por escapismo. En esta ocasión no nos animan a sublevarnos contra el sistema, ni difunden teorías conspirativas, ni denuncian la opresión de los gobiernos o la deshumanización provocada por la tecnología. Si el panorama actual es desolador –parecen haber
pensado–, entonces creemos uno nuevo. Y nos invitan a perdernos en él como quien se distrae pasando pantallas de un videojuego. "Los temas políticos en este álbum son metafóricos. Queríamos ir más allá del 'mierda, todo está jodido", afirma Dom. "A veces lo único que busca la gente es evadirse". Ellos han elegido refugiarse en los años 80. Visualmente, las referencias a la cultura popular de esa década son evidentes (la sutileza nunca ha sido el fuerte de estos chicos). La portada del álbum es obra de Kyle Lambert, el autor del cartel de Stranger Things; el videoclip de Thought Contagion es una mezcla de San Junípero (Black Mirror) y Thriller; en Pressure hay un homenaje a Regreso al futuro; y en Something Human, otro a Teen Wolf… "Empezamos a trabajar con el realizador Lance Drake y nos gustó la idea de crear este extraño mundo multidimensional donde todos los videoclips están conectados, pero no estás seguro de si lo están en la misma época o en el mismo universo", cuenta Howard.
Por mucho que los detractores de la banda se empeñen en ridiculizarla ("hay tres situaciones en las que Muse suena realmente bien: durante el montaje de un gran evento deportivo, en el avance de un videojuego caro de Xbox y cuando tienes 14 años", escribían hace poco en la revista online Joe), sus más de 20 millones de copias vendidas hablan por sí solas (vale, también participaron en la banda sonora de Crepúsculo, pero nadie es perfecto). Sus directos son visual y musicalmente apabullantes, y en 2019 volverán a demostrarlo con una gira mundial que pasará por Madrid. "En la gira del álbum anterior había drones sobrevolando; tecnológicamente, cada concierto era un dolor de cabeza. Esta vez queremos hacer algo más humano, y nos estamos planteando invitar a más gente al escenario para que realicen algún tipo de actuación. Seguirá habiendo tecnología, pero en vez de robots por el aire habrá personas por el aire… aunque no como en el circo", aclara Dom. s.
AMIGOS DE SIEMPRE Matt, Dom y Chris se conocieron en el instituto en Devon (Inglaterra) a principios de los 90, cuando eran unos raritos de manual que consideraron una buena idea llamar Plaga Gótica a una de sus bandas. Lanzaron su primer EP como Muse en 1998, aunque la crítica no se fijó en ellos hasta Origin of Symmetry (2001) y el éxito de masas les llegó con Absolution (2003). Hoy, viven en Los Ángeles y gastan estatus de rock stars (Bellamy, además, emparentó con la realeza de Hollywood al tener un hijo con Kate Hudson; ahora está prometido con la modelo Elle Evans). ¿Cuál es su mayor excentricidad confesable? "Yo tuve un barco para navegar por el Mediterráneo", susurra Dom, como si le diera un poco de vergüenza contarlo. "Lo vendí porque era una tontería, aunque durante un rato es divertido". El batería admite que, de no haber triunfado, no tenían plan b: "Le hice un corte de mangas a la universidad con 19 años porque estábamos a punto de lograr un contrato discográfico que luego no salió. Pero confiábamos en la banda; la música es lo único en lo que somos lo suficientemente buenos".
Dom está convencido de que ser amigos desde chavales es una de las razones por las que siguen juntos: "Nos conocíamos muy bien antes de empezar a salir de gira o tener éxito, y eso es algo que no tiene precio. Algunos grupos se juntan cuando están en la carretera o ya llevan un par de álbumes y descubren que se odian. Nosotros tardamos cinco años en conseguir el primer contrato. Si íbamos a romper tenía que haber sido al principio; pero no pasó, así que creo que ahora ya estamos a salvo".
"Los temas políticos en Simulation Theory [su nuevo álbum] son metafóricos. Queríamos ir más allá del 'mierda, todo está jodido"