/ Zahara nos explica la génesis de su nuevo álbum de estudio, 'Astronauta'.
La cantante acaba de publicar nuevo disco, ASTRONAUTA. Ella misma nos explica –a modo de relato íntimo– cómo y cuándo tuvo lugar su 'Big Bang' creativo particular.
Afinales de 2016 cerré la gira de Santa sobre el escenario de La Riviera, en Madrid. Lo hice abrazada a mi banda, a varias amigas que se animaron a bailar Caída libre con nosotros, y a Yola Berrocal. Sólo quien conozca bien esa canción entenderá la importancia que tuvo ese momento para mí y para mi carrera, pero ésa es otra historia.
Justo después vendría un parón para escribir Trabajo, piso, pareja (Verso & Cuento) y para centrarme en el nuevo disco: de algún modo, las canciones estaban esperando el momento oportuno para ver la luz. En paralelo, también pasé nueve meses fabricando pestañas, pupilas y un corazón.
Saltemos a noviembre de 2017. En el silencio de mi salón, con mi hijo alimentándose en mi pecho y mi marido durmiendo al otro lado, pensé en Michael Collins, el tercer hombre que subió a la Luna aunque nunca llegó a pisarla. Contemplé mi soledad nocturna. Estaba rodeada de mi familia y al mismo tiempo palpaba un desamparo frío, inseguro y duradero. Pensé que si alguien se había sentido alguna vez tan sola como yo tenía que haber sido él, orbitando la Luna a más de 300.000 km de casa.
Me imaginé entonces a mí como una astronauta que deja la Tierra y abandona todo lo que conoce dispuesta a viajar por el espacio en busca de otra vida en otros planetas. Dispuesta a atravesar esos lugares oscuros y muy lejanos llenos de miedos para llegar, quién sabe, a alguno en el que recuperar la esperanza y en el que volver a ser algo parecido a lo que una vez fue.
Antes de emprender el viaje, la astronauta decide llevarse consigo una cápsula del tiempo: diez canciones que le recordarán siempre cómo era esa vida en la Tierra en el momento en el que partió. Un recuerdo hecho música de su paso por el planeta, un lugar al que volver cada vez que echara de menos aquello que dejó. Canciones que recuerdan aquella pedida en lo alto del Empire State, sintiéndose un poco Annie junto a Sam. Canciones de despecho con las que decir sin tapujos a aquéllos que no nos importan que, en efecto, no nos importan. Canciones sobre Jaraba y los viejitos bailando eso de "No rompas más, mi pobre corazón (…)". Canciones de adiós, canciones para recordar lo que era follar en días de lluvia y también canciones de bienvenida, de espera, de sorpresa y, por supuesto, canciones de amor.
No se sabe con certeza adónde va. Anota en su diario, eso sí, todo lo que siente: sus palabras son sus únicas compañeras de viaje. Escucha su voz en su cabeza y deja que acaricie la superficie de su propio cráneo.
Han sido muchos años preparándose para llegar hasta aquí. Años de dedicación, de estudio, de crecer poco a poco, de avanzar en esta dura carrera de ser quien es.
Lo único que tiene presente es su deseo por hacer bien las cosas; por ser una buena astronauta y, sobre todo, una buena persona.