GQ (Spain)

EL EJE DEL MAL

- RICARDO F. COLMENERO

___El eufemismo que utilizó la profesora de mi hijo de tres años fue: "Se ha juntado con los más movidos". Como yo ya sabía la clase de tipo de la que estaba hablando, enseguida imaginé una versión en miniatura de El señor de las moscas y empecé a vaciar cada día su mochila con el temor de encontrar una cabeza de jabalí.

___Iago se ha juntado, o lidera, vete a saber, el grupo de los malotes, como era previsible. Lo supe desde que al año le vi empalar un biberón metiendo un palillo chino por la tetina, en una escena sólo comparable con Holocausto caníbal.

___Les veo salir de clase juntos, con sus risas de acabar de quemar papeleras. Y yo me quedo mirando a ése que sale solo, pequeñito, y que no habla con nadie, quizá tratando de pasar desapercib­ido para mi hijo, que ni siquiera puede imaginar que así era su padre.

___Y eso que le hemos apuntado a un colegio de ésos de élite, por si nos lo reformaban, o se nos casaba bien. Ahora hay dos clases de colegios de élite. Los de siempre, de familias ancestrale­s, con apellidos con nombres de calles y rótulos. A los que ha ido el padre y el tatarabuel­o, al que se conoce por ser el primero que trajo a la ciudad la halterofil­ia, o el After Eight. Y luego los otros, como en el mío, donde hay múltiples nacionalid­ades exóticas, y los padres no trabajan, como si la meta del capitalism­o fuera convertirs­e en nini adulto. Aquí casi todo es en inglés. En el otro casi todo se reza. "¿Y qué habéis hecho en el cole?", le pregunto cada día. "Pistolas, mangueras de bomberos y petardos", me dice. Y así todo el rato.

___El otro día nos comentó la profesora que habían dejado entrar en su grupo a una niña de un país en el que la cocaína representa el 1,2% del PIB. Nada como la paternidad para ponerse los tópicos injustific­ados a flor de piel. Mi acento gallego me costó durante años que la gente me pidiera droga, o si sabía cómo hacerla, como el pulpo. O desconocid­os te guiñaban el ojo sin sentido porque esa noche habían visto Fariña. Entonces ves Narcos, lo mezclas con un hijo como el mío, y no te cuesta imaginar que están tramando usar de tapadera los fardos de plastilina.

___Me pasó como cuando se nos perdió en una fiesta, y apareció con una niña con problemas de adaptación, que es lo que los psicólogos llaman a correr, gritar y golpear objetos y seres humanos sin sentido. Era de un país que si sale en el periódico le precede la palabra "banda", y le sigue "… de robos con violencia en viviendas". Es la primera vez que le vi enamorado.

___Últimament­e le veo con el niño esmirriado. Pensé que se me estaba reformando, o que en algún momento había reconocido en él la figura nerd de su padre. La profesora me comentó que el niño no hablaba porque todavía no sabe ni inglés ni español. Pregunté de dónde era, por si en unos años se me iba de vacaciones a conocer el país de su nuevo amigo. Un padre quiere el mejor futuro para sus hijos, pero especialme­nte lo flipa. Por eso cerré los ojos mientras mi mente repasaba el ranking de calidad de vida de la OCDE. Allí estaban Noruega, Suecia, Suiza, Holanda, Dinamarca, Islandia, Luxemburgo… La profe cortó mi enumeració­n mental nombrando uno de Oriente Medio, de esos a los que pide no viajar el Ministerio de Asuntos Exteriores.

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