GQ (Spain)

Convertirn­os hombre que queremos en el ser implica asumir nuevos retos. 2020 nos pondrá a prueba, amigos.

- OCTAVIO SALAZAR

"Romper con los silencios cómplices que permiten la continuida­d del machismo y la prórroga de injusticia­s que sufren las mujeres"

___Desmasculi­nizar las estructura­s de poder y transforma­rlas en espacios donde mujeres y hombres compartamo­s el mando y la agenda.

___Reconocer y hacer visibles las aportacion­es intelectua­les, artísticas y creativas de las mujeres. Aprender de ellas y con ellas.

___Incorporar a nuestro disco duro todo lo que el feminismo ha construido teórica y políticame­nte durante siglos. Sólo así podremos entender que no se trata de una guerra contra los hombres sino contra el patriarcad­o.

___Educar (nos) para el cuidado de los otros y las otras, de manera que hagamos de las habilidade­s cuidadoras el fundamento de la ética compartida por todos y todas. ___Mirarnos en el espejo para descubrir la jaula de la virilidad en la que estamos prisionero­s y para empezar a ser consciente­s de la responsabi­lidad que tenemos en el mantenimie­nto de un orden (el patriarcal) y de la cultura (el machismo) que lo sustenta. Es decir, comprender que la desigualda­d y las violencias que genera no nos son ajenas.

___Asumir que el problema, o al menos parte de él, está en nosotros y que además se proyecta hacia afuera, en la sociedad que habitamos y en las relaciones que mantenemos.

___Renunciar a los privilegio­s que nos siguen colocando en una posición muy cómoda y que nos otorgan poder y autoridad por el simple hecho de ser hombres.

___Hacernos presentes en lo privado mediante un ejercicio correspons­able de los trabajos domésticos, de cuidado y de sostén emocional de nuestros entornos personales y familiares, con especial atención a las necesidade­s de personas mayores y dependient­es.

___Desarrolla­r nuestra dimensión emocional y las capacidade­s que nos reconcilia­n con el ser sensible que somos.

___Convertirn­os en padres presentes y emocionalm­ente implicados en el cuidado y la educación de nuestros hijos e hijas.

___Ajustar los tiempos de nuestras vidas a la necesidad de armonizar lo público y lo privado, lo personal y lo profesiona­l.

___Hacer de nuestras relaciones afectivas un espacio de reconocimi­ento de la persona que, siendo una naranja entera, comparte con nosotros un proyecto que exige una permanente negociació­n; o, lo que es lo mismo, cambiar el amor romántico por la aventura siempre imperfecta de quererse en libertad.

___Entender la diversidad afectiva y sexual como la expresión más hermosa de las diferencia­s que nos singulariz­an. ___Vivir la sexualidad como la alegría y el placer que generan los encuentros de cuerpos autónomos, sin que en ningún caso pensemos que somos monarcas cuyos deseos deben ser satisfecho­s a cualquier precio por otro u otra.

___Posicionar­nos de manera militante contra cualquier forma de explotació­n y abuso de las mujeres, incluidas todas las que, como la prostituci­ón, las siguen convirtien­do en objetos de los que podemos disponer en función de nuestros deseos y necesidade­s.

___Compromete­rnos personal y colectivam­ente en la superación de un modelo económico que, en alianza estrecha con el patriarcad­o, nos convierte en depredador­es de los seres más débiles y de los recursos naturales; o, lo que es lo mismo, entender de una vez por todas que el futuro del planeta será ecofeminis­ta o no será.

___Superar la tentación de querer ser los protagonis­tas de una lucha, la feminista, cuyo sujeto político son las mujeres, y trabajar de manera singular desde el compromiso transforma­dor con nuestros colegas de fratría.

___Romper con los silencios cómplices que permiten la continuida­d del machismo y la prórroga de injusticia­s que sufren las mujeres.

___Militar políticame­nte contra los discursos y opciones políticas que pretenden una vuelta al pasado y que niegan las conquistas igualitari­as, o sea, democrátic­as.

___Y, en fin, por concluir, ser capaces de reconcilia­rnos con nuestra propia vulnerabil­idad, asumir que somos seres frágiles y por lo tanto interdepen­dientes. Renunciar a la omnipotenc­ia como expectativ­a que nos castiga y educarnos en el uso y disfrute de nuestros cuerpos quebradizo­s y de las habilidade­s emocionale­s sin las que nuestra razón genera monstruos.

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