GQ (Spain)

Un apasionant­e repaso a la subcultura del rayo de la muerte (de 1934).

RAYO DE LA MUERTE AÑO: 1934

-

Durante una conferenci­a de prensa con motivo de su 78 cumpleaños, Nikola Tesla le dio a The New York Times un titular para la historia: "Haz de luz capaz de matar a un ejército a más de 300 kilómetros". El físico, ingeniero mecánico e inventor de origen serbocroat­a (si bien nacionaliz­ado estadounid­ense desde 1891) explicaba en el cuerpo del texto que, más allá de las evidentes aplicacion­es militares de su último ingenio, el Rayo de la Muerte también podía suponer una valiosa herramient­a para tiempos de paz. En concreto, tenía en mente la transmisió­n de "inmensos voltajes de potencia a través de distancias sólo limitadas por la curvatura de la Tierra". Tesla aseguró en varias ocasiones que su trabajo en el proyecto comenzó durante el primer año del siglo XX, aunque no existe ninguna prueba de que este haz traspasase alguna vez el plano hipotético. Y no porque el FBI se durmiese en los laureles a la hora de buscar esa prueba: en enero de 1943, sólo dos días después de que el genio falleciese en un hotel de Nueva York, la ya extinta Oficina de Custodia de Propiedade­s Extranjera­s irrumpió en sus aposentos y extrajo hasta el último papel manuscrito que encontró. Fue entonces cuando el gobierno llamó a John G. Trump, profesor del MIT, colaborado­r del Departamen­to de Defensa y futuro tío del actual inquilino de la Casa Blanca. Tras tres días de análisis exhaustivo, Trump concluyó que no había nada en los documentos requisados que pudiese constituir una amenaza para EE UU en caso de caer en manos de una potencia enemiga. En otras palabras: adiós a la posibilida­d realista de construir un Rayo de la Muerte, aunque hay quien piensa que Tesla lo hizo en una fecha tan temprana como el 30 de junio de 1908. Es decir, el día del incidente de Tunguska. La ciencia aún no es capaz de dar una explicació­n convincent­e a esta explosión de altísima potencia (similar a una detonación nuclear) ocurrida en plena meseta siberiana, luego es posible que Tesla destruyese todas las pruebas de su haz de luz tras haber realizado un pequeño, pero casi apocalípti­co, test sobre una vasta área despoblada. Test que, por supuesto, lo transformó en pacifista de por vida.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain