GQ (Spain)

JENNIFER LOPEZ / "En esta industria, todos creen que estás acabada a los 30. No te puedo decir cuántas veces he sentido que la gente lo pensaba".

A SUS 50 AÑOS, HA PROTAGONIZ­ADO UNA DE LAS PELÍCULAS DE LA TEMPORADA, LIDERADO UNA MEGA GIRA Y SE PREPARA PARA ROMPER CADERAS EN LA SUPER BOWL. JENNIFER LOPEZ ESTÁ EN SU MEJOR MOMENTO.

- Por Jessica Pressler

El apartament­o de Jennifer Lopez es exactament­e como te lo imaginas: un penthouse en las alturas repleto de arreglos florales de muy buen gusto, titilantes velas de Le Labo y sofás en diferentes tonos crudo, crema y blanco que, si bien son acogedores, parecen inmunes a los afanes de la vida humana. Lo más sorprenden­te es su localizaci­ón: está justo en medio de una zona bulliciosa de Manhattan y, al mismo tiempo, es bastante privado. Mirando al exterior desde la terraza, puedes ver a miles de personas en sus trajines diarios, pero ellos no pueden verte.

Allí es donde nos encontramo­s con Jennifer Lopez un domingo. Acaba de terminar su entrenamie­nto y está resplandec­iente, sin maquillaje y saboreando despacio un capuchino. Ni siquiera una abeja que se estampa contra su cara parece perturbarl­a. "Es sólo una abeja", dice, mientras se la sacude de encima sin inmutarse.

Cuando Lopez aceptó producir y actuar en Estafadora­s de Wall Street (Hustlers), una película inspirada en un artículo que escribí para la revista New York, yo estaba igual de familiariz­ada con su trabajo que el resto del planeta. Es decir, muchísimo. Películas como Planes de boda y canciones como Waiting for Tonight fueron cosas que consumí y disfruté durante toda mi vida como si fueran un derecho humano básico. También es justo decir, sin embargo, que no aprecié verdaderam­ente el trabajo de Jennifer Lopez –entendido por el esfuerzo que pone detrás de cada uno de sus proyectos– hasta que creé una Google Alert para la película, lo que me permitió seguir día a día sus actividade­s durante más de un año. Fue algo así como seguir a Carmen Sandiego. Cada vez que abría mi email, allí estaba ella, en algún lugar del mundo haciendo algo.

Para Estafadora­s de Wall Street, en la que encarna a Ramona, una stripper reconverti­da a criminal, Lopez tuvo que aprender a bailar en barra americana, lo que le costó bastantes moratones en los muslos, pero su esfuerzo dio como resultado la escena más icónica de pole-dancing en la historia del cine. Al concluir el rodaje, que se prolongó durante 29 semanas, se embarcó en la gira It’s My Party,

cantando, bailando y saltando para pabellones llenos noche tras noche. En un momento dado me llegó una foto suya en la que aparecía colgándose de un anillo gigante sobre el escenario, lo que me recordó que recienteme­nte también se comprometi­ó con la ex estrella de los Yankees Alex Rodriguez. Acto seguido, el pasado verano, cumplió los 50, algo que celebró como se debe: con un estón en la mansión de Gloria Estefan en Miami. Seguimos: una semana después de que la película se estrenase en EE UU en septiembre y mientras todo internet reclamaba un Oscar para ella, protagoniz­ó otro momento icónico en el des le de Donatella Versace en Milán, cuando apareció de nuevo en ese vestido verde que despertó pasiones cuando se lo puso por primera vez casi 20 años atrás. Tras regresar a Nueva York, empezó a trabajar con Owen Wilson y Maluma en Marry Me, un proyecto que describe como "una mezcla de comedia romántica y El guardaespa­ldas".

Dado el año que ha tenido en 2019 y el que tendrá en 2020, que comenzará con la temporada de premios y la actuación en la Super Bowl junto a Shakira, es tentador a rmar que éste es su verdadero gran momento. Pero, ¿lo es realmente? Durante un instante de nuestra conversaci­ón en la terraza, Lopez habla sobre "el año más atareado de su vida", pero luego resulta que se está re riendo a un año diferente al anterior. Y haciendo una búsqueda es fácil encontrar titulares del año pasado en los que se habla de 'Su año', 'Su momento' o 'Su vuelta'.

"En esta industria, todos creen que estás acabada a los 30. No te puedo decir cuántas veces he sentido que la gente lo pensaba. Pero es una etapa bonita en la vida de una mujer. Los artistas, sobre todo las mujeres, se vuelven mucho mejores cuando crecen y maduran"

"No lo llaméis mi vuelta", responde Lopez. "Llevo aquí muchos años".

GQ: Alguien, después de ver Estafadora­s de Wall Street, tuiteó: "Jennifer Lopez es una mala perra (bad bitch, en inglés)", lo que yo entendí como un cumplido. No me di cuenta de que era parte de la letra de I'm Real hasta que leí la historia sobre esta canción, sobre cómo escribiste esa línea en el estudio y le pediste a Puffy que se acercara para cantarla.

Jennifer Lopez: ¡Es verdad! [risas] I'm a bad, bad bitch [canta]. Eso fue hace mucho tiempo.

GQ: Fue en 2001. ¿Eres una mala perra?

J. L.: Creo que si creces en El Bronx, lo haces a medio camino entre lo urbano y lo gángster. De ahí sale 'Jenny From the Block', con mis Timberland­s y mis aros. La realidad es que crecimos en un entorno duro en el que era habitual ver a chicas peleándose. Eso es lo que veía mientras crecía y es algo que te afecta. Te endurece la forma de ser. Cuando me mudé a L.A., todo el mundo me parecía un blandengue.

GQ: Pero en realidad no es así, ¿no?

J. L.: Sí [risas]. Se podría decir que son un tipo

diferente de gángster.

GQ: ¿Puedes contar qué es lo que te atrajo de un personaje como Ramona, la versión algo cticia de la mente criminal que es el eje del artículo que yo escribí?

J. L.: Las películas que me llaman la atención ahora no sólo tienen personajes interesant­es y con muchas capas como Ramona, sino que además informan sobre el momento cultural actual. Así que toda la idea de los tíos de Wall Street me pareció muy interesant­e. Las chicas se aprovechan de ellos, pero ellos se están aprovechan­do de todo el mundo. Así que todo lo que la película cuenta sobre ese mundo, sobre los hombres y las mujeres y los roles de género, todo ello me hizo pensar que ésta podía ser una película interesant­e, y no sólo una historia de personajes.

GQ: Ramona es desde luego una mala perra. J. L.: Una de las cosas que me encantaron de Ramona es que tiene sus propios valores, su propio código moral. Se han ido moldeando después de lo mucho que ha vivido, y por ello tiene esa actitud que parece decir: "Que les jodan. Estos tíos son gilipollas. Ni siquiera van a echar de menos ese dinero". Porque cuando vives rodeada de criminales, te vuelves también un poco criminal. Pero creo que Ramona es en el fondo una buena persona. Es una buena

amiga, es leal y sabe poner límites. "Ni siquiera miro sus penes, no me pidas que toque tu mierda", parece decir. Cuando hace cosas buenas o malas, es muy clara sobre lo que quiere y cuáles son sus metas, y que las puede alcanzar por sí misma. Nunca se ve a un hombre en su vida. Hay hombres alrededor, sí, pero ella es tan autosu ciente. Para mí, que crecí durmiendo en la misma cama que mi hermana y que he ido de una relación a otra, encarnar a ese personaje tan independie­nte y tan al mando me hizo pensar: "Dios, me siento tan empoderada".

GQ: Has atravesado muchos momentos durante tu carrera. A principios de siglo hubo gente que te considerab­a una diva. Ahora que estamos en un periodo en el que se ha incrementa­do la conciencia­ción hacia el uso de según qué cali cativos, ¿has mirado hacia atrás y sopesado si todo aquello fue sexista o racista? ¿O simplement­e fue algo muy jodido?

J. L.: Desde luego. Porque yo era latina, mujer y puertorriq­ueña, y la gente no me medía con el mismo rasero que al resto, no dejaban pasar las mismas cosas. Cuesta recordar casos especí cos. Me gustaría, pero, honestamen­te, no quiero insistir en lo negativo ni sentir pena por mí misma. Fue lo que fue, ¿sabes? Hubo momentos en mi vida en los que me afectó más, en los que me hizo hundirme por un segundo. Pero nunca me desmoraliz­ó mucho, porque enfocaba mi energía en estar mejor, en crecer y en motivarme a mí misma; en ser mejor constantem­ente y en crear oportunida­des para mí. Si eres fuerte, ellos se rendirán.

GQ: Leí una vieja entrevista en la que Benny Medina, tu mánager desde hace tiempo, decía que que eras rme en tu ambición y que por ello no siempre resultabas cálida. Creo que hay algo de verdad en ello. Yo por ejemplo soy muy impaciente, lo quiero todo ahora, me cuesta tolerar aquello que va despacio y no me gusta la palabra 'no'.

J. L.: Me parece gracioso que Benny dijese eso. Al mismo tiempo, él puede hacer ese tipo de cosas y la gente pensaría: "Bueno, es un hombre, y puede expresarse de la manera que quiera. Él es el jefe". Pero yo soy la jefa y, si no tengo cuidado con los sentimient­os de las personas, entonces resulta que no soy agradable. Hay una doble vara de medir.

GQ: Hablando de dobles varas, ¿te preocupaba cómo iban a reaccionar los hombres a la película? No es habitual ver a los hombres siendo victimizad­os en pantalla por mujeres. Y algunas de las escenas son muy perturbado­ras, como ésa con Gary [el personaje interpreta­do por Zac Jafee]. Pobre Gary. J. L.: Yo misma quedé perturbada. Esa escena en la que se ve a un tío detrás de otro a cámara lenta… Es como, ¿pero qué coño? ¡Esto es sucio, esto es sórdido! Me costó verla, pero también pensé: "¡Ésa no eres tú!". Sólo contamos una historia. De todos modos creo que es bueno que los hombres la vean.

GQ: ¿Por qué es bueno que la vean?

J. L.: Tuve una discusión con los tíos del estudio sobre eso. Uno de ellos me dijo: "Me perturbó y me hizo sentir muy incómodo". Mi respuesta fue: "Porque vemos cómo sois, porque os habéis dado cuenta de que os vemos como sois. Los tíos os pensáis que vivís en un mundo secreto y que no sabemos lo que pasa por vuestras cabezas. Lo sabemos. Sabemos lo que está pasando". Eso es parte del problema que hay con los hombres y las mujeres, la falta de transparen­cia y honestidad. Tenemos que ser lo que somos y ellos tienen que ser lo que son. Luego tenemos que encontrar a la persona correcta para nuestras vidas y así podemos coexistir, ¿no? GQ: Y tú aparenteme­nte has encontrado a esa persona. En True Love, tu libro, escribes que la persona con la que estás debe hacerte mejor a ti. ¿Cómo os hacéis mejores mutuamente tú y A-rod?

J. L.: Somos muy similares, nos parecemos en lo que nos motiva y en nuestra ambición. Él, como deportista profesiona­l, quería ser el mejor. Yo soy igual, quiero ser muy buena en lo que hago. Somos ambos también muy trabajador­es, nos mueven nuestras pasiones y tenemos mucho respeto el uno por el otro. Podemos estar en una sala en la que todo el mundo está hablando y, si él dice algo, jo mi atención en lo que dice. Y si todo el mundo le está hablando y yo le digo: "No creo que eso sea lo correcto", él me va a escuchar a mí. Sabe que sólo quiero lo mejor para él y que quiero que tenga éxito y sea la mejor persona posible. Y creo que él desea lo mismo para mí, quiere que sea considerad­a y que obtenga lo que merezco. Él ya ha ganado sus 500 millones y pien

sa: "Quiero que tú tengas lo mismo". Cuando le conocí, le hablé sobre mi negocio de perfumería. Le encantan los negocios, hizo un curso en una escuela de negocios online y siente mucha pasión por ello. Y él sabía que yo soy una persona creativa que tiene una línea de ropa, una línea de perfumería y que ha tenido cierto éxito con las ventas. Así que le estaba hablando de ello y él me contestaba: "Espera, ¿qué has dicho? ¿Cuánto has ganado? Creo que hay una manera mejor de hacerlo". Y llevo tiempo diciéndose­lo a mi equipo, pero las cosas en Hollywood se hacen de cierta manera. Este tipo de gente de negocios no intenta que el artista tenga esas cualidades o educarle de ninguna manera, porque no es útil. Pero él me dice: "No, no. Esto no es lo que vas a pedir, esto es lo que vamos a hacer…". Así que estamos haciendo muchas inversione­s y dirigiendo negocios en lugar de entablar acuerdos de licencia, que es lo que hacen las celebritie­s. Acabas generando mil millones de dólares en ganancias para otra gente, pero tú luego tienes que seguir luchando.

GQ: Porque la industria está construida para que los creativos se sientan intercambi­ables…

J. L.: Sí, todo el sistema está construido para que pienses: "Es el turno del siguiente". Y no quiero que la gente se sienta así, así que estamos trabajando en algo para cambiar el modelo, no sólo para mí, sino para todos los creativos. Quiero transmitir­les la noción de que como artistas, como personas creativas, ellos son el bien escaso y que tienen valor. Porque el dinero es fácil de obtener en ese mundo, pero no se puede hacer nada sin los creativos. Si entiendes esto, puedes empezar a obtener el verdadero valor por lo que ofreces. Para mí ha sido empoderado­r hacerlo.

GQ: Ya que sacas el tema sobre ser indispensa­ble: tu 50 cumpleaños centró la temática de tu gira It's My Party. Con esa actitud que hay en nuestra sociedad hacia mujeres de cierta edad, y puede que de manera especial en tu industria, ¿hay alguien que te haya dicho que no deberías ser tan abierta sobre tu edad?

J. L.: Sí, todo el mundo. Todos los hombres [risas]. No, eso no es cierto. Fueron las mujeres. Me preguntaba­n: "¿De verdad queremos ir con esto?". Y yo contestaba: "Todo el mundo sabe la edad que tengo, ¿qué importanci­a tiene?". En esta industria, en cuanto cumples los 30 surge la idea de que estás acabada. He perdido la cuenta sobre cuántas veces la gente ha pensado sobre mí: "Está acabada, no tiene nada que hacer", pero esta etapa es tan maravillos­a en la vida de la mujer… Los artistas, las mujeres especialme­nte, mejoran según cumplen años y maduran. Es fácil verlo: la carrera de Meryl Streep despegó después de que cumpliese los 40, e igual sucedió con Tina Turner y Cher. No es que estas mujeres no fueran antes lo que fueron después, pero sí que orecieron de una manera en la que no lo habían hecho antes, ¿no? Se empoderaro­n y empezaron a pensar: "Yo soy el bien escaso, yo soy el premio. Tengo algo precioso que ofrecer al mundo que es sólo mío". Y yo me sentí igual. No hay ninguna razón para avergonzar­se de la etapa en la que estás, no cuando estás dando lo mejor de ti, no cuando estás en tu mejor momento. Siempre va a haber gente que te diga que no, que no puedes o que no debes hacer algo. No importa lo que digan, porque tienes que pensar: "Todavía voy a hacer esto, todavía voy a tener éxito, todavía voy a dar lo mejor de mí". ¿Por qué no desa ar las expectativ­as?

GQ: Hablando de ir a contracorr­iente: has aceptado actuar en el descanso de la Super Bowl de este año. ¿Tienes algún sentimient­o encontrado al respecto?

J. L.: No. Entiendo que haya gente que no quiera hacerlo y todo el mundo tiene que tomar sus propias decisiones y sentirse bien con lo que hace. Yo siento que es una gran plataforma, una de las mayores del mundo para transmitir el mensaje que quieras. Ya sea un mensaje de amor… no quiero adelantar nada, pero es una buena oportunida­d. Es también muy positivo tener a dos mujeres latinas en Miami en el escenario de la Super Bowl: podemos utilizar esos 12 o 14 minutos para que la gente entienda lo valiosos que somos para este país… Creo que puede ser una celebració­n preciosa.

GQ: Hay una pregunta que se me quedó en el tintero cuando hablabas de los negocios de A-rod: ¿te excita el dinero?

J. L.: [Risas] Hay mucha cosas que me excitan, pero creo que el dinero no es una de ellas. ¡Pero me gusta el dinero! ¡El dinero es algo increíble! No sé si es algo que me excita, pero sí que facilita las cosas.

“Es muy positivo que dos mujeres latinas como Shakira y yo actuemos en la Super Bowl. Podemos utilizarlo para que la gente entienda lo valiosos que somos para EE UU"

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 ??  ?? Abrigo y collar Bottega Veneta; reloj Bulgari.
Abrigo y collar Bottega Veneta; reloj Bulgari.
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Vestido Bottega Veneta y pendientes Bvlgari.
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