GQ (Spain)

JUAN ESPINO / De cómo el primer español en ganar una pelea en la UFC se convirtió en una auténtica celebridad en EE UU.

- Por Rosa Marqués y Carlos J. Castro

Ganó el último combate con la mano rota: Justin Frazer, su oponente, no tuvo más remedio que palmear para que intervinie­ran los árbitros a los tres minutos y 36 segundos de la primera ronda. Y aunque ésta fue la última vez que le pudimos ver en combate, Juan Espino, apodado 'El Guapo' (Gran Canaria, 38 años, 1,93 m), está a punto de regresar a la primera división de las 'Mix Marcial Arts'. El primer español en ganar una pelea en la UFC (Ultimate Fighting Championsh­ip) es una auténtica celebridad en Estados Unidos. Allí durante tres meses participó en un conocido ' reality', ' The Ultimate Fighters 28: Heavy Hitters', con los mejores luchadores del mundo. Una casa donde convivían, entrenaban y peleaban en el ring, y un lugar no exento de roces entre los propios participan­tes cuya nal tuvo lugar en Las Vegas. 'El Guapo', que se inició de niño en el deporte a través de la lucha canaria, no tardó en ser el mejor entre los mejores en su tierra. Después se marchó a Senegal, donde lo terminaron apodando el León Blanco: el único europeo en proclamars­e campeón de lucha senegalesa, una radical disciplina donde sólo triunfan los más eros y otra de las que serían sus variadas escuelas por el mundo (puedes descubrir los secretos de esta práctica ancestral en este mismo número). "Esta cicatriz es del diente de un contrario", nos dice mostrando los nudillos para que entendamos el nivel de dureza de aquellos combates que ya pertenecen al ayer. Ha sido ocho veces campeón del mundo de grappling (combate de suelo) y nos con esa no recordar el número exacto de metales en campeonato­s europeos. Aquél niño canario de campo que sufrió bullying durante toda su adolescenc­ia hoy es una mega estrella del octógono más deseado y temido del mundo. Hablamos con él a su paso por Madrid para que nos cuente, entre otras cosas, cómo es la UFC por dentro.

GQ: ¿Qué parte hay de espectácul­o y qué hay verdad en la UFC? Sois una especie de gladiadore­s modernos…

Juan Espino: Yo intento decirle a las personas que ven los combates o que ven los vídeos en Youtube que eso sólo dura unos minutos. Pero yo llevo años sufriendo, aguantando dolores, lesiones… Es un deporte muy duro. Te juegas mucho, tu integridad física… No es habitual, pero hace unos días murió una chica a consecuenc­ia de los golpes.

GQ: ¿Cómo son los momentos previos al combate?

J. E.: Antes lo pasaba mal, pero luego hubo un punto de in exión donde me dije: "Lo estoy pasando mal antes de pelear, pero ¡yo vengo aquí porque me gusta!". Entonces busqué un coach deportivo y empecé a trabajar todo lo que puede pasar en ese previo. Hoy por hoy para mí es uno de los mejores momentos. Me he preparado mucho para ese momento y lo disfruto.

GQ: ¿Cómo es la UFC tras las bambalinas? ¿Quién maneja el cotarro?

J. E.: Dana White es el presidente y la cara visible. Él interactúa bastante con los peleadores. Nos trata genial. Aunque realmente los que más mandan son los matchmaker­s, que son las personas que se encargan de hacer las peleas. Trabajan miles de personas: médicos, producción, periodista­s… Es una maquinaria tremenda, una liga increíblem­ente buena. A mí me encanta trabajar con ellos. Tienen a los mejores peleadores del mundo y las mejores peleas. Eso sí, como pierdas dos o tres, fuera, ¿sabes? El que entra en la UFC entra para lo que entra, para ganar todas las peleas, para estar entre los mejores. Si no, vete buscando otra liga. Hoy por hoy es el evento que mejor paga.

GQ: ¿Y cómo es vuestro contrato? Estaréis blindados a todos los niveles…

J. E.: Estamos súper asegurados. Sí. Como en cualquier deporte. Antiguamen­te no ocurría así. Pero hoy en día nos tienen muy controlado­s. De hecho, la UFC me mandó anoche un mensaje: "Juan, necesitamo­s saber dónde estás". Ellos tienen que conocer exactament­e dónde estoy cada día por los temas de control de dopaje. Si tomas cualquier tipo de estimulant­e, cualquier droga, con ese incremento de potencia eres más peligroso y tienes más porcentaje de causar cualquier desgracia.

GQ: ¿Qué cifras económicas se manejan en esta competició­n de élite?

J. E.: Depende mucho del contrato que tengas. Por ejemplo, Alistair Overeem gana 800.000 euros por pelea.

GQ: ¿Gane o pierda?

J. E.: Gane o pierda. Entre los campeones, por poner un ejemplo, en su última pelea Khabib se llevó una bolsa de 6 millones de dólares. Pero estamos hablando de los súper top. Luego baja mucho. Se pueden ganar 100.000 dólares más el bono de la noche, de los que se reparten tres o cuatro a los cam

peones. Se mueve dinero. No como en la NBA o en la liga de fútbol, pero se mueve bastante pasta. Yo la verdad es que no me quejo.

GQ: También hay mucho espectácul­o. Ganaste el 'reality' de la UFC en el año 2018… J. E.: Sí, el reality me permitió acceder a la UFC, al contrato de tres años que comienzo en 2020 y que tuvieron que congelar porque este año pasado he estado lesionado. Es lo que voy a hacer cuando vuelva. Seis peleas durante esos tres años. Ya mismo estoy ahí.

GQ: Y todo ese ' trash talking', todos esos insultos… Es un estilo con el que tú no te identifica­s, ¿verdad?

J. E.: Lo que ocurre es que para ser más pay per view, para vender más, para que sea más llamativo, la gente utiliza formas poco respetuosa­s. ¿A quién no le suena Mcgregor? Es conocido por comerse fotos, tirar botellas, hacer de malcriado… Él lo puso de moda y después ya todo el mundo lo hacía. Estuvo bien porque nos situó a la altura del boxeo y otros deportes. Pero también evidenció un tema de falta de educación. Y no todos los deportista­s que estamos aquí somos personas poco cívicas. No soy el más apropiado para dar lecciones de moral, pero estas actitudes tan irrespetuo­sas me dejan a mí como si yo fuera un santo.

GQ: Lo que todo el mundo pudo ver en su día en el 'reality', donde tuviste tus más y tus menos con el luchador Maurice, fue un poco como Nurmagomed­ov con Mcgregor.

J. E.: Sí, me molestaba constantem­ente. Fue ahí donde salió la famosa frase tras la pelea: "¡Aquí es donde se habla!" [re riéndose al octógono]. "¡Aquí es donde me tienes que decir todo lo que me estás diciendo! Y no estar tocándome las narices". Pero bueno, en mi vida he tenido la mala suerte o la suerte, nunca se sabe, de tener a otras personas similares que me han estado molestando intensamen­te. Yo tuve una adolescenc­ia muy complicada. Pero está claro que si te pones a matar tontos no vas a acabar nunca… [risas].

GQ: Y entre los países por los que os movéis con la UFC, ¿crees que estará España alguna vez?

J. E.: Se ha hablado mucho de esto. Todo el mundo quiere que se haga una UFC en España. Yo también. Pero, ¿cuántas personas pagan el pay per view para ver las peleas? A la gente aquí le gusta ver las peleas dos días después, gratis y en la tele, o en un canal que pagas cinco euros al mes y ves todas las peleas. Hay unos requisitos de consumo del evento que no se cumplen. Eso lo primero; y segundo, tiene que haber una estrella, tiene que haber alguien que sea capaz de traer el evento al país. En realidad, la UFC está interesada en hacer algo en España. Como todas las ligas internacio­nales, quiere exportar su producto fuera. Pero han sucedido varias cosas, que no está bien que las diga ahora, que lo han frenado… De momento, no hay nivel en España para pelear en UFC. De momento, complicado.

GQ: No hay cultura de ello tampoco, ¿no es así?

J. E.: Primero, no hay gimnasios de calidad. Se está trabajando, pero somos

"Todo el mundo quiere que se haga una UFC en España, yo también, pero hay unos requisitos de consumo del evento que no se cumplen y falta una gran estrella"

bastante mediocres. Para que este deporte avance, necesitamo­s que la gente salga fuera de España, que entrene fuera, que obtenga conocimien­tos y luego los traiga aquí.

GQ: ¿Hay alguna fórmula para llegar al nivel que estás tú?

J. E.: Pues te tiene que coger un muy buen promotor y tener talento. Que te ayude a hacer la carrera, a llevarla bien, tener diez o quince peleas de MMA, peleas para sumar con otras de interés y cruzar los dedos. No es tan sencillo… No existe un camino.

GQ: Y en cuanto al tema del peso. El bajar peso o subirlo antes de una pelea que ha llevado a luchadores al borde de la muerte… ¿Los pesos pesados también tenéis límite de peso?

J. E.: Depende, sí, porque por ejemplo Greg Hardy y otros tipos vienen de 130 o 135 kilos, pero en MMA no puedes pesar más de 120 kg el día del pesaje. Al día siguiente puedes subirte en algo… Hay cantidad de trucos para hacerlo. Por ejemplo, Silva pesaba ciento cuarenta y pico, se recortaba un poco, apretaba esos días, se deshidrata­ba y al nal daba absolutame­nte clavado en 120 kg haciendo brujería, y al día siguiente, estaba en ciento treinta y pico otra vez. Pero en UFC cada vez están más controlado­s temas como la deshidrata­ción. Pero claro, sí, la ventaja de tener un kilo más o de tener un poco más de fuerza en el combate hace que la gente se la juegue.

GQ: Eres especialis­ta en varios estilos de lucha, pero sin duda el 'grappling' es uno de tus fuertes, ¿no?

J. E.: Bueno, las tres modalidade­s que se manejan en este deporte son el golpeo, la lucha y el suelo. Después están las transicion­es, que es la parte que más nos falta en España, porque al no haber conocimien­tos tan técnicos la gente que hace boxeo no sabe hacer lucha; la gente que hace lucha no sabe hacer boxeo luchando y el que hace grappling no hace grappling con golpes… Yo toda la vida he sido luchador, de lucha canaria, senegalesa, sirum, luchas libres, judo, de todas las modalidade­s. Despues pasé al grappling. La mayor parte de mi vida estuve en lucha canaria, pero los éxitos se quedaban en Canarias. En cuanto empecé con el grappling, ya me vi en títulos europeos y mundiales. Era más visible.

GQ: ¿Cuántos campeonato­s tienes en total?

J. E.: Tengo ocho campeonato­s del mundo. Europeos no sé cuántos tengo. Gracias a todo este ruido, a este background, pues se oye igual decir: "Este tío es un

grappler muy bueno". A lo mejor tampoco era tan malo en lucha o es que como hice otra modalidad que no fue sonada pues no se conoce tanto. Pero esas dos capacidade­s, tanto la lucha como el grappling, las tengo bastante controlada­s.

Grappling son agarres, extrangula­ciones, luxaciones, posiciones…

GQ: Y ahí es donde normalment­e se suelen terminar los combates…

J. E.: No siempre. Digamos que gran parte de los combates o un porcentaje muy alto terminan por KO por golpes y otra gran parte por sumisión, que es más o menos similar. O sea, que están a la par.

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Camiseta AMERICAN de VINTAGE, algodón chino marrón regular t CORTEFIEL, zapatillas negras ADIDAS, trench azul marino BOSS y reloj AUDEMARS PIGUET.

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