EL REGRESO DEL HIJO PRÓDIGO
Por debajo de su camisa asoman varios tatuajes, "casi todos consecuencia de años de morriña", señala Joaquín de Luz (Madrid, 1976). Tras 15 años como primer bailarín del New York City Ballet (NYCB), el pasado 1 de septiembre se estrenó como nuevo director de la Compañía Nacional de Danza (CND). "Desde muy joven tuve que dejar mi país, mi familia, mis amigos…, pero al final todo ha merecido la pena", explica. Se formó en el Ballet de Víctor Ullate junto a Tamara Rojo, Ángel Corella, Lucía Lacarra e Igor Yebra, la generación de oro del ballet español. Con una sonrisa contagiosa y una capacidad natural para llegar a la audiencia, su estilo es "una mezcla de ataque, extroversión y bravura", como reseñó The New York Times en la crónica de su despedida. Su pequeña estatura no le ha impedido brillar en los escenarios. Ni ajustarse viejos trajes de sus admirados Baryshnikov y Nuréyev. Entre los múltiples reconocimientos de este fan de Rafa Nadal, destacan la medalla de oro del concurso internacional de Nuréyev que ganó en 2006, su pasaporte a EE UU; el Benois de la Danza que obtuvo en 2009 o el Premio Nacional de Danza a la interpretación en 2016. En España, deberá enfrentarse a la falta de apoyo institucional. "El presupuesto que tengo para programar un año la CND equivale al que tiene el City Ballet para comprar zapatillas de punta".