GQ (Spain)

ÁLVARO CERVANTES

Su nueva cinta, Adu, humaniza el drama de la migración.

- por JESÚS MERINO LÓPEZ fotografía DIEGO LAFUENTE

APROVECHAM­OS este momento de atención que nos regalas para lanzarte una pregunta: ¿ Q ué impacto puede tener el cine social en esta época de superhéroe­s, seriesq ue- tienes- q ue- ver y sagas lucrativas que nos ha tocado vivir? Nos rodean tantos estímulos y tanto contenido novedoso que uno ni siquiera se atreve a dar una respuesta con la boca pequeña. Sin embargo, hay algo que sí tenemos claro: el cine social sigue siendo hoy tan necesario como siempre. " El cine te ayuda a ponerle cara, nombre y apellidos al drama. En un periódico sólo ves una cifra que no te dice nada porque estamos insensibil­izados, pero una película entrena la empatía. Te confronta contigo mismo" . Son palabras de Á lvaro

Cervantes (Barcelona, 1989), que sabe bien de lo que habla: él es uno de los protagonis­tas de Adú (desde el

31 de enero en salas; dirige Salvador

Calvo y distribuye Paramount), un drama que reflexiona sobre la migración con un niño africano de seis años, el que da el nombre a la cinta, como elemento central. " La película habla del horror que sufren miles de personas en su búsqueda de una vida mejor. Tenemos muy poca memoria: hace no tanto muchos europeos pasaron por una situación parecida que la que ahora se da en otras regiones. Ahora le damos la espalda a la gente; cuando pasen los años y nos miremos con perspectiv­a a nosotros mismos, estoy seguro de que nos preguntare­mos cómo pudimos hacer lo que hicimos" . Adú se estructura a través de tres historias paralelas: la del periplo del niño (Moustapha Oumarou) para llegar a España, la del activista (Luis Tosar) que lucha contra la caza furtiva mientras intenta reencontra­rse con su hija (Anna Castillo) y la del guardia civil (Cervantes) que trata de evitar que un grupo de migrantes subsaharia­nos salten la valla de Melilla: " Mi personaje tiene el dilema que surge cuando te pones en el lugar de una persona mucho menos favorecida que tú. Te cuestiona sobre si serías capaz de perder los privilegio­s que tienes sobre los demás. Es algo que casi nadie quiere hacer, pero cuando trabajas la empatía te puede llegar a surgir la duda" .

LAS EDADES DE ÁLVARO

"El cine te exige más atención.

Te plantea retos, te obliga a estar dentro de la historia.

Y ésa es una sensación única"

La cinta llega a la cartelera apenas tres meses después del estreno de la edición española de Criminal, miniserie en clave policiaca producida por Netflix y protagoniz­ada por Á lvaro. É l es, por tanto, vivo ejemplo de que ambos formatos, cine y plataforma­s, pueden llegar a convivir en armonía: " Las buenas historias siempre van a encontrar la manera de ser contadas como se merecen. La experienci­a de compartir una película en una sala con otras personas no tiene comparació­n, pero también es cierto que las plataforma­s acercan el cine a personas que no viven en grandes ciudades y tienen un acceso más limitado a las salas. El cine, asimismo, te exige más atención, te plantea retos, te obliga a estar dentro de la historia. Y ésa es una sensación única" .

Á lvaro Cervantes, nominado al Goya como Mejor actor revelación por El j uego del ahorcado (Manuel Gómez Pereira; 2008), ya ha trabajado a las órdenes de Fernando González Molina ( Tengo ganas de ti), los hermanos Sánchez-cabezudo ( La z ona) o Julio Médem ( El á rbol de la sangre). También ha rodado en EE UU ( Hanna, de Joe Wright) y en Italia (la pendiente de estreno Los reloj es del diablo). Dentro de poco, además, le volveremos a ver en Malnaz idos, un thriller con zombis ambientado en la guerra civil española que promete acaparar conversaci­ones. No es exagerado pensar, y a las pruebas nos remitimos, que Á lvaro afronta esta etapa de su vida (en septiembre cumplió 31 años) con la garantía de quien tiene unos cimientos bien plantados: " Entre los 20 y los 30 no sabes dónde te pueden ubicar. No eres un adolescent­e como para que te ofrezcan papeles de alumno de instituto, pero tampoco tienes el aspecto de un profesor. Ahora, en cambio, creo que estoy en un buen punto: mi madurez física coincide con mi madurez profesiona­l" .

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