GQ (Spain)

OCTAVIO SALAZAR

Andrés Neuman y la anatomía sensible.

- POR OCTAVIO SALAZAR

Muchos de vosotros empezaréis el año con el propósito de ir al gimnasio, seguir una dieta equilibrad­a y, todo ello, no tanto por razones de salud, me temo, sino más bien para conseguir un cuerpo capaz de generar muchos likes en las redes sociales. El mercado, que hace ya algunos años descubrió el nicho de los que entonces se denominaro­n metrosexua­les, volverá a seducirnos con el horizonte de un cuerpo ideal que sólo algunos podrán alcanzar con mucho esfuerzo. Cuerpos vigorosos, musculosos, entrenados, preparados para la acción y el combate. uerpos porni cados y omnipo en es, en los que es difícil encontrar una imperfecci­ón que baje su cotización en la bolsa de los deseos. Todo se compra, todo se vende, todo deseo parece un derecho.

Andrés Neuman, el escritor argentino-granaíno al que sin vínculos de sangre considero mi hermano, no sé si mayor o menor, tal vez gemelo, publicó el año pasado un libro hermosísim­o en el que justamente vindica todo lo contrario a lo que nos reclaman los anuncios de colonias o las w ebs de ligoteo. Su Anatomí a sensible es un recorrido poético, en el sentido de revelador, por todos y cada uno de los rincones del cuerpo, desde la cabeza a los dedos de los pies, pasando por las axilas, el hombro, las nalgas o los tobillos. El recorrido, que el autor hace con la lupa de un cientí co en rome ido y con las manos de un amante experiment­ado, nos muestra que lo radicalmen­te humano son las diferencia­s y las imperfecci­ones. Q ue no hay dos vientres, o dos penes o dos orejas iguales, y que cada rincón, incluidos esos que la moral judeocrist­iana convirtió en pecaminoso­s, tiene su propio latido. Anatomí a sensible es un viaje por la piel, pero ambi n por odo lo ue uye debajo de ella. Sin saberlo, o tal vez con premeditac­ión y alevosía, Andrés Neuman ha escrito un tratado sobre el alma, la cual, nos dice, " no existe sin los ruidos de la anatomía" .

Sería deseable que empezáramo­s el 2020 leyendo este libro, escrito directamen­te contra las cegueras políticas y los fanáticos. Un libro que habla de nuestras heridas y cicatrices, que invita al baile y a la caricia, que nos recuerda que la vagina es el futuro del mundo y que penetrar, en vez de poseer, debiera ser una forma de transforma­rnos en el otro/ la otra. Un libro que, por si alguien andaba despistado, nos pone en evidencia que todos los amores pasan por el cuello, o que en las axilas anidan pájaros, o que el falo atraviesa nuestras leyes, en muchos casos no para fecundarla­s sino para violentarl­as.

El último libro del autor de El viaj ero del siglo es también un relato erótico, en el sentido más plural y febril del término, que provoca que el lector, frente al espejo, se reconcilie con su frágil cuerpo, para que, desde ahí, desde ese reconocimi­ento, le sea posible aventurars­e en los pliegues de otras pieles igualmente vulnerable­s. Una tarea que muchos hombres, instalados todavía en el púlpito de la divinidad, ésa que con frecuencia medimos por el tamaño de nuestros músculos o por la longitud de nuestro pene, tenemos aún pendiente. Tan esclavos del ojo ciclópeo que nos convierte en señores y todavía educados para ojear con apremio lo que deseamos (poseer). Puro capitalism­o. De ahí que sea tan revolucion­ara la propuesta que mi hermano Neuman hace en sus páginas. Una señora vindicació­n en esta nueva década en la que se impone una rebelión contra las normas que otros dictan para nosotros. Tomad nota, hermanos, pues, de lo que Andrés nos advierte con su violen a nura in e ceso no ay bellezas ni verdades. Merecemos la carne de la realidad. Por eso protestamo­s ante la disminució­n impuesta por la alta costura, la más baja de todas. La austeridad física es otro imperialis­mo, el capital engorda adelgazánd­onos. Combatamos la opresión de la curva trabajador­a. Nalgones del mundo, uníos" .

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