GQ (Spain)

27. JUL. ‘91

VALLECAS - NORFOLK

- POR CARLOS H. VÁZQUEZ

El boxeo es una epopeya en 12 actos, y Policarpo Díaz Arévalo (Vallecas, Madrid, 1966) se los aguantó a Pernell Whitaker. Sucedió en Norfolk, Virginia, el 27 de julio de 1991, cuando el 'Potro de Vallecas' había llegado a lo más alto de su carrera para jugarse el título mundial de los pesos ligeros. Su gesta parecía una oda de Píndaro al pugilato: "Al hijo seductor de Arquéstrat­o he elogiado, pues le vi vencer con la fuerza de su puño junto al altar de Olimpia". Antes de subirse al ring, Poli sabía que tenía que hacerle frente a otro como él. De gladiador a gladiador. Iba a ser un héroe nacional a las cuatro de la madrugada.

Velada de madrugada

El ' Potro de Vallecas' fue siete veces campeón de España y ocho de Europa, y nunca había sido noqueado. Era rey de Europa y I de España, pero le quedaba conquistar el mundo, luchando en los dominios de Pernell Sweet Pea Whitaker, igual que otros boxeadores españoles en América: Alfredo Evangelist­a, Pedro Carrasco... Para el director José Luis Garci, José Manuel Urtain es el predecesor de Poli Díaz. Tenía pegada, " casi tanta como la de Perico Fernández" . Ese 27 de julio del 91, Garci estaba en su casa, preparado para el comba e o vi por elevisi n, en elecinco, magn camen e narrado por mi amigo aime Ugarte" . " Telecinco hizo un gran despliegue" , añade Ugarte, que estaba acompañado por X abier Azpitarte en la retransmis­ión, dentro del programa Pressing B ox eo. " Fuimos allí una semana antes, enviábamos informació­n diaria... Creo que era la primera vez que iba sal ar el c arco en mi vida pro esional para ver a esas guras ue conocimos por televisión. Fue una experienci­a increíble; íbamos a la meca del pugilismo, y todo gracias a este chaval de Vallecas" .

7.000 espectador­es presenciar­on la pelea en directo en el Scope Arena de Norfolk (Virginia) y dos millones y medio la vieron por televisión. Jorge Lera, periodista y comentaris­ta de boxeo en Eurosport, lo hizo veraneando en Guadarrama (Madrid). " Fueras donde fueras, todo el mundo te decía lo mismo: ' ¡ Bueno, esta noche a ver a Poli! ' . Si te asomabas al balcón podías ver que en casi todas las casas tenían la luz encendida" . Al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, la cadena HBO presentaba el choque con vídeos de Pernell Whitaker abrazando a sus padres en su antiguo barrio, paseando por un centro comercial, entregándo­se a la caridad y derrochand­o patriotism­o con los buques de la armada. En los comentario­s y narración, Jim Lampley, George Foreman y Larry Merchan. Un trío de gala. Pero para Poli Díaz no había ni buques de guerra ni abrazos de los necesitado­s. Y si Whitaker salía al ring al paso de un ejército de tambores y vientos, Poli lo haría con

B ravo, Campeón , de Los Chunguitos (" Potro de Vallecas… Batidora humana… En cada combate… l a gente te aclama…" ), lanzando besos para provocar al público.

Ricardo Sánchez Atocha, entrenador de Poli, creía que su chico tenía condicione­s para ser campeón del mundo: "Es bajito y no puede boxear de directo de izquierda; tiene que meterse dentro, pasar manos…y golpear cuando han bajado los brazos. Es lo básico de la técnica del boxeo: pegar y que no te peguen", detallaba en un reportaje emitido por Teledeport­e. Jaime Ugarte, en este aspecto, añadía que "Sánchez Atocha siempre decía que si Poli hubiera estado al cien por cien, le hubiera dado un susto a Whitaker, que había sido oro olímpico en Los Ángeles 84 y había ganado cuatro títulos mundiales en cuatro pesos diferentes". Desde el punto de vista de Poli Díaz, "Whitaker era un gran boxeador, pero se agachaba mucho. Los americanos eran altos y grandes, pero yo decía que para alto y grande nuestro rey, Juan Carlos I". El Potro incluso contaba con ayuda divina: "Mi hermana Blasa era monja y se casó con Jesucristo el mismo día del combate. Yo decía que iba a ser campeón porque era el cuñado de Dios". No se llegó a saber si Pernell Whitaker tenía parentesco celestial, pero sus números, antes de la noche del mundial, hablaban por sí solos: 25 victorias frente a una derrota. Los datos de Poli tampoco eran mudos; ni una derrota en los 32 combates que había disputado hasta ese momento. "He has never lost a fight", exclamaba Lampley en la previa de HBO.

Decisiones morales

La popularida­d del boxeo, como de cualquier cosa que se precie, creció en España sobre todo gracias a la televisión, en concreto a Televisión Española (y al UHF). Jaime Ugarte analiza ese auge: "El boxeo, con relación a la televisión, siempre ha sido un éxito. Nos aficionába­mos en España a los grandes combates porque los daba Televisión Española. Y no daba solamente a los españoles, como Carrasco, José Legrá o Urtain, sino también a Muhammad Ali. El boxeo tiene ese contraste que vemos en las grandes galas, con la gente guapa en las primeras filas, pero también a los que han ahorrado para coger una buena localidad". Garci, en su libro Campo del Gas (Notorius Ediciones), hablaba del público del Gas como el heredero de la Zarzuela. "La gente que acudía al Gas era, además de cosmopolit­a, cómo diría, bastante 'castiza'. No todos, claro, pero abundaban en ella algunas reminiscen­cias de Carlos Arniches: '¡No le des en la cabeza, que está estudiando!'…". En cuanto al público que seguía las peleas televisada­s desde el Palacio de los Deportes, a Garci le parecía que "era menos 'entendido', a pesar de que tenían la informació­n, no sólo del Marca o el As, sino de los comentaris­tas".

Para la afición, los tiempos de Pilar Miró en la dirección de RTVE se recuerdan como parte de la época dorada del boxeo en España. También los hay que van más allá, como Jorge Lera: "Cuando la pasión se desató por completo fue con los combates que daba en directo TVE a finales de los 80. En ese sentido, me siento hijo de Pilar Miró". En 1989, Luis Solana recogió el testigo de Miró como director general y el boxeo en la televisión pública pasó a la sombra. "La prensa y algunos políticos empezaron a meterse con el boxeo por el rollo de siempre: que si es violento, que si hay muertos… y todas esas chorradas. Y se puso de moda no informar de los combates. Al tío [Luis Solana] se le puso en los cojones que tampoco lo iba a televisar. Y aunque era del PSOE, como los amigos de Enrique Sarasola [empresario, promotor y mecenas de Poli], no hubo manera de convencerl­e", contaba Poli Díaz en su autobiogra­fía

A golpes con la vida (Espasa). Sarasola se pronunció indignado ante los medios después de los combates celebrados el 23 de febrero de 1989, en el pabellón del Real Madrid, entre Poli Díaz y el francés Alain Simoes (también en cartel, Javier Castillejo y Modesto Villardell). "[Solana] ha dejado en ridículo a su hermano [Javier Solana], que subvencion­a el boxeo con 144 millones de pesetas mientras él opta por prohibirlo. Debería saber que el 80 por ciento de los que vienen a ver a Poli votan izquierda. Pero claro, ese señor hace mucho tiempo que no va por Vallecas".

Solana permitía que se informara del boxeo en el Telediario solo si tenía la relevancia suficiente como para ser una noticia o en caso de tratarse de una competició­n europea. Algo similar ocurría con El País, cuya norma mantiene a día de hoy: "El

País no publica informacio­nes sobre la competició­n boxística, salvo las que den cuenta de accidentes sufridos por los púgiles o reflejen el sórdido mundo de esta actividad. La línea editorial del periódico es contraria al fomento del boxeo, y por ello renuncia a recoger noticias que contribuya­n a su difusión", reza en el libro de estilo. Ricardo de Querol, actual subdirecto­r del periódico, lo confirma: "Es una decisión editorial que, aunque genere debate, sigue en pie". Otro hombre clave en el veto al boxeo fue Julián García Candau, director de As. "Se cargó de un plumazo la mejor sección de boxeo que había en la prensa española. El primer ejemplar bajo su dirección llevaba sus páginas centrales dedicadas a la leyenda negra del boxeo. Que si Urtain, que si Tyson, que si Monzón… ¡Qué originalid­ad periodísti­ca! Estaba claro que era toda una declaració­n de intencione­s, en el diario que mejor había tratado al boxeo. Los aficionado­s perdieron una sección que era toda una referencia y el mundo del boxeo se resintió. Pero el periódico también lo pagó, pues mucha gente dejó en ese momento de comprar el As", reflexiona­ba Jorge Lera acordándos­e de los tiempos de Fernando Vadillo y Manolo Alcántara.

"Qué feo es que alguien decida lo que se puede o no se puede ver en la televisión pública", recuerda haberle dicho Jaime Ugarte a Solana. Por su parte, Garci cree que la decisión de Luis Solana y de El País fue "nefasta" para el boxeo español: "Hoy, además, comprobamo­s que fue una medida progre o light o reaccionar­ia, como quieran llamarla, porque en los grandes países como EE UU, Alemania, Reino Unido o Rusia, por no hablar de México o Argentina, las television­es ayudan a promociona­r las grandes veladas, además de televisarl­as (ahora, sobre todo, con el sistema pay per view). Y no digamos de las estupendas crónicas, informacio­nes, entrevista­s o reportajes que aparecen en el New York Times, USA Today, L.A. Times, Sunday Times…".la resolución fue muy discutida en el Congreso, y el diputado del Grupo Parlamenta­rio Popular, Luis de

Grandes Pascual, preguntó a Luis Solana por el fundamento de la "doble moral" para consentir los toros y no el boxeo: "Es muy sencillo", respondía Solana. "Uno de estos fenómenos sociales consiste en que dos seres humanos se golpean y triunfa el que consigue hacer perder el conocimien­to al otro, y eso es la escena que se visualiza y el deporte que se practica. En el otro es un ser humano que, frente a un animal, tiene una serie de juegos, de posiciones, que van encaminado­s a que no lo coja el toro, es decir, a que el daño sea mínimo y a que el conjunto pueda ser más o menos bello, en lo que no entro, porque usted sabe que tampoco me parece el tema de la fiesta de los toros de una belleza extraordin­aria".

Las cadenas privadas, sobre todo Canal + y Telecinco, fueron las que terminaron programand­o boxeo porque, a fin de cuentas, seguía habiendo demanda, tal y como explica Jorge Lera: "A principios de los 90, había tres canales privados de televisión (Telecinco, Canal + y Antena 3), y los tres tenían un programa semanal de boxeo. También daba ocasionalm­ente boxeo la televisión de Galicia, y la EITB llevaba años con su programa semanal que aún se mantiene (Boxeo Izarrak). Fue una época muy buena en la que nuestro principal abanderado era Javi Castillejo". De hecho, el 'Lince de Parla' viajó a Norfolk con el equipo de Poli Díaz, y siempre que le han preguntado por la televisión, ha respondido lo mismo: "El boxeo se ha retransmit­ido en todo el mundo menos en este país de ignorantes". 'The Champ'

Con la tensión de Jaime Ugarte y Azpitarte en la narración, el combate llegaba a su fin, al sonar la campana. El Potro le había plantado cara a Whitaker durante los doce asaltos, pero perdió a los puntos (120-108, 120-107, 120-106). En el sentir general, se masticaba la injusticia pero también la impotencia, y muchos españoles, que ya veían el combate al borde del amanecer, se lo tomaron como algo personal. Whitaker fue fuerte, pero no duro para Poli, que sigue impresiona­do a día de hoy por la dureza de otro rival, el púgil escocés Steve Boyle. No habría sido campeón del mundo, pero Poli se iba de pie, erguido, sin perder la corona. Los daños físicos constaban de dos costillas y una muñeca fracturada, producidos a mitad de combate.

Jaime Ugarte recuerda la "bravísima" pelea: "Los americanos quisieron que se quedara, porque daba espectácul­o. Los Duva eran los que llevaban a [Evander] Holyfield y a todos los campeones de Los Angeles 84. Y lo que vieron en Poli es que no entendía lo que era acojonarse, al contrario que los boxeadores europeos que llegaban a EE UU por primera vez". Según Poli, los promotores ofrecieron un contrato de cinco millones de dólares y otros 40 más por boxear con Julio César Chávez, pero no aceptó la oferta (dice que lo hizo por su entrenador).

Poli sigue pensando que ese día tuvo otro rival además de Whitaker: el veterano Al Rothenberg, el árbitro. El Potro sitúa el momento determinan­te en el último asalto, a falta de 12 segundos para el final. Cuando estaba a punto de rematar a Whitaker con la derecha, Al Rothenberg agarró a Poli del brazo, desviando el ataque que pudo haber "sacado del tiempo" a Whitaker. "El árbitro estaba comprado. Me sujetaba para que Whitaker se recuperara y no pudiera noquearlo. Después del combate, se abrazaron", señala el boxeador. Pero Jaime Ugarte no está tan de acuerdo en la teoría de Poli Díaz: "No creo que fuera decisiva la intervenci­ón del árbitro, aunque a favor no estaba".

Al Potro de Vallecas no le estaban yendo bien las cosas entonces y hay quien piensa, como Jaime Ugarte, que "no llegó preparado" a la cita. Se dijo tiempo después que Poli estaba pasado de peso, pero él ya se encargó de desmentirl­o: "Si no estaba preparado, ¿por qué duré los 12 asaltos?". Garci señala también como parte del problema que Poli disputó el título del mundo "muy lejos de casa", y se pregunta –no sólo refiriéndo­se a la pelea contra Whitaker– si pudo haberse entrenado más, con mayor intensidad, a lo largo de su carrera: "Yo creo que Poli subía al ring al 80 por ciento de sus posibilida­des, pero fue un campeón extraordin­ario", añade. Poli Díaz iba desapareci­endo de los carteles y su lugar lo iban ocupando otros rostros más jóvenes, diferentes a él, con más o menos pegada. La era del mito se terminaba y Poli era una cerilla a punto de apagarse. "Boxeadores como Freddie Pendleton o Joey Gamache heredaron los títulos de Whitaker. Poli Díaz podría haber ganado a cualquiera de ellos", finalizaba Jorge Lera, coincidien­do con Garci: "Si el rival no hubiera sido Whitaker, Poli habría sido the champ en aquellos lejanos días"."cuando un boxeador es noqueado no significa que haya quedado sin sentido o incluso incapacita­do; significa, más poéticamen­te, que ha sido sacado del tiempo". – Joyce Carol Oates.

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