GQ (Spain)

¿De hombre o de mujer?

DANIEL FIGUERO, embajador de fragancias de Dior y escritor, diserta sobre el género de los perfumes… Si es que tal cosa de verdad EXISTE.

- por DANIEL FIGUERO Embajador de fragancias Dior.

Los días de inventario son, con toda seguridad, aquellos en los que si te dieran a elegir, probableme­nte preferiría­s graparte los dedos. Recuerdo que hace una década siempre había algún descuadre y solía coincidir con Calvin Klein, porque olvidábamo­s un dato fundamenta­l: contar las unidades no sólo en la pared masculina, también en la femenina.

¿ É sta es la razón, entonces? ¿ La separación por género en la fragancia se ha construido, simplement­e, para facilitar la organizaci­ón tanto de los que trabajamos en el sector como para el público en general? En realidad, ejemplos como CK One (1994) o Cologne (2001) de Mugler únicamente representa­n una ambigü edad heredada de las aguas de colonia, esas composicio­nes frescas, tremendame­nte inocentes, juveniles, plenas de cítricos que podemos rastrear hasta el Eau de Cologne de Jean-marie Farina (1709) o el Eau Fraî che (1955) de Dior, con algún ejemplo patrio como el Agua de Colonia Concentrad­a de Á lvarez Gómez (1912), utilizadas por ambos géneros. Entonces, ¿ cuándo comenzó esa disrupción?

Tal vez con Jicky (1889) de Aimé Guerlain, que dio pie a la perfumería moderna enfrentánd­ose a esas composicio­nes tan frescas y mediterrán­eas con una presencia estructura­da con notas de lavanda y vainillina; y, ante todo, con un nombre que podía complement­ar a un hombre o a una mujer indistinta­mente. Esa intriga quedó resuelta cuando Jacques Guerlain, en 1904, dividió de alguna manera esa ambigua composició­n primigenia en dos jugos cuyo nombre no dejaba espacio para la duda: Mouchoir de Monsieur y Voilette de Madame.

Tampoco las familias olfativas o los ingredient­es principale­s nos van a ayudar mucho a discernir el género de un perfume. i cre as ue los orales son para mujeres y los amaderados o elec o para los ombres, engo una sorpresa para i ay ores en los masculinos, como la violeta de Fahrenheit (1988), y maderas en los femeninos, como el sándalo de Joy (2018), ambos de Dior. El helecho o fougè re, un acorde de geranio, lavanda y cumarín, comenzó su andadura genderless hasta que, tras la Segunda Guerra Mundial y con el nacimiento de la publicidad, se convirtió en una familia casi exclusivam­ente masculina. Como curiosidad, el aroma de los jabones La Maja (1918) son la mejor representa­ción de un fougè re español… femenino. Objetivame­nte, las notas olfativas, como los colores, no tienen género. ¿ El rojo, el verde… son masculinos o femeninos? Piensa en tu armario. ¿ El negro? Así, la lavanda y el cedro suelen aparecer tradiciona­lmente en los perfumes masculinos, pero las tradicione­s, afortunada­mente, cambian. Si no, seguiríamo­s lanzando cristianos a los leones.

Tal vez el objetivo de uso de una fragancia sea la clave. La humanidad ha ido variando la utilizació­n de ungü entos perfumados desde la comunicaci­ón con los dioses hasta la protección contra las plagas. En el Nuevo Testamento encontramo­s una mezcla de hierbas, especias, mirra y aloe para embalsamar el cuerpo de Cristo, pero es la historia de María Magdalena lavando los pies de es s con su per ume la ue con rma ue el uso de los aromas para cualquier cosa que no fuese elevar plegarias o trabajar la higiene era pecaminoso. Especialme­nte la seducción, perpetrada como ejemplo por Judith, Esther o Salomé. En el ámbito de la fragancia, también la seducción se encerraba en el género femenino. Dejando a un lado la misoginia de las sagradas escrituras, ambos conceptos, seducción e higiene, se han entremezcl­ado, engrandeci­do, diluido tanto que ahora añadimos nociones de bienes ar, au oa rmaci n o es ilo de vida cuando nos vaporizamo­s.

¿ Son de hombre o de mujer? , me preguntan cada vez que alguien se acerca a las fragancias de Maison Christian Dior en Barcelona, Madrid, o Marbella. Una colección de ventidós fragancias sin género. Lo desconocen porque, efectivame­nte, ni las no as ni los nombres son de ni orios, ni muc o menos los frascos de diseño puro y transparen­te, todos iguales. Ante esta ausencia de pistas, un consejo. No se preocupe tanto del género sino del momento en el que usted, o esa persona a quién le va a regalar la fragancia, él o ella, va a utilizarla. Mire hacia el futuro. Y a nos encargarem­os nosotros de que cuadre el inventario.

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