CONECTADO O NO CONECTADO, ÉSA ES LA CUESTIÓN
Hasta hace poco, Suiza ha sido sinónimo de relojes mecánicos precisos, empresas farmacéuticas, chocolate y prados infinitos sembrados de vacas. Y digo bien hasta hace poco, porque en menos de cinco años el Apple Watch –primer producto de hardware nuevo de la compañía después de la muerte de Steve Jobs– ha difuminado el primer término de la frase anterior. Según la consultora global Strategy Analytics, el Apple Watch supera ahora mismo en volumen de ventas a toda la industria relojera suiza, que lleva formalmente 152 años fabricando relojes (sin olvidar que ya en 1601 la corporación de relojeros ginebrinos se unió para proteger su profesión).
El año pasado, Apple aumentó sus ventas un 36%, alcanzando los 31 millones de relojes, frente a la industria helvética, que fabricó un total de 21 millones, lo que supone una caída del 13%. No obstante, los fabricantes suizos cuentan con el alivio de que generan más ingresos: 21.000 millones de dólares frente a los 11.000 millones de Apple.
Pero retrocedamos unos años en el tiempo. La industria relojera suiza no quiso perder el hilo de la era conectada, por lo que en 2015, y a la par que Apple, se lanzó al segmento de los relojes conectados de lujo con mayor o menor éxito. Entre las marcas afortunadas se encuentran TAG Heuer y Frédérique Constant que, con sus respectivos Connected (con su recién estrenada tercera generación) y Horological Smartwatch han apostado por una estética y una producción que sigue los parámetros del reloj tradicional Swiss made. Los precios de ambos están, según variantes, en el entorno de los 1.000 euros.
A la luz del balance del año 2019, el esfuerzo tecnológico de las marcas de relojería tradicional tiene una motivación tanto vanguardista como comercial. Las cifras ofrecidas por la Federación de la Industria Relojera Suiza, la patronal del sector, son muy elocuentes. Según su portavoz, "las ventas de los relojes que se encuentran en el rango inferior de precio, es decir, menos de 200 francos [187 euros al cambio], han caído casi un 50% desde el año 2000". ¿Explica esto por qué ahora puedes comprar un Apple Watch por 199 dólares?
Los relojes comprendidos entre 200 y 3.000 francos suizos (entre 187 y 2.800 euros) han aumentado sus ventas en porcentajes muy bajos; mientras que, por el contrario, los que cuestan más de 3.000 francos han crecido un 241,1%, una subida sin precedentes. Hace casi dos décadas, de hecho, los relojes de más de 2.804 euros suponían para la industria casi 3.000 millones de euros en exportaciones. Hoy, sus ventas superan los 13.000 millones, casi un 350% más.
Esta orgía de cifras nos ayuda a señalar varios puntos de interés: por un lado, que el cambio generacional es un hecho, ya que cada vez son más los consumidores jóvenes que viven permanentemente online (lo que se traduce en una drástica caída en las ventas de relojes tradicionales a este segmento de población). Por otro, se presupone que un producto inteligente siempre superará en ventas a uno que no lo es. Y es que la capacidad de los usuarios de conectar su dispositivo a sus aplicaciones personalizadas ofrece una razón de peso para optar por un producto conectado. Aunque están dispuestos a gastar más en uno que no lo esté.