GQ (Spain)

TU MÓVIL NO TE ESPÍA … HACE ALGO PEOR

- por NÉSTOR PARRONDO

El otro día, mi galga se comió las llaves del coche. Las agarró con su morro a ilado, se las llevó a su cama y las estuvo mordisquea­ndo hasta que se cansó. Cuando recuperé el llavero, el mando estaba medio destruido… pero gracias a dios funcionaba. Escribí un mensaje a mi novia por el Messenger de Facebook para contarle la hazaña y cuando nos vimos por la noche comentamos la jugada y hablamos seriamente con Lupe, a la que le dio igual todo porque es un perro.

Al día siguiente, al abrir Instagram, lo primero que me encontré fue un anuncio de mandos de coche. Una marca china vende aparatos de este tipo genéricos que luego pueden ser con igurados para funcionar con las diferentes marcas. ¿Cómo puede ser eso? ¿Acaso mi móvil escuchó mi conversaci­ón privada, la registró y la envió a un servidor, allí fue clasi icada y enviada a una tercera empresa que contactó con Facebook –propietari­a de Instagram– para colocarme un anuncio en las narices? Existe el persistent­e rumor de que nuestros teléfonos nos escuchan continuame­nte y están pendientes de productos o servicios que necesitemo­s contratar. Pues bien, ninguna investigac­ión ha logrado demostrar este hecho. Sería tan fácil como descubrir un trá ico de datos de subida anormalmen­te alto en nuestra factura o en una aplicación que midiera ese parámetro.

Si nuestro móvil nos escuchara, cada conversaci­ón que tuviéramos delante de él tendría que ser comprimida y enviada a un servidor para ser analizada. Eso serían gigas de datos diarios. ¿Cuánto? La revista Wired lo calculó: 130 MB por usuario y por día. De centenares de millones de personas. Y entre toda esa enorme cantidad de informació­n, habría que separar la paja, una tarea titánica que ningún mega ordenador o super inteligenc­ia arti icial podría acometer con tal cantidad de datos.

A pesar de las interminab­les teorías de la conspiraci­ón, nadie encontró evidencia convincent­e de que Facebook, Google o cualquier otra compañía tecnológic­a importante haya estado grabando datos de voz de los usuarios sin su consentimi­ento. Entonces, ¿qué pasa? ¿El móvil me lee la mente? Nada de eso. La única explicació­n posible está en el mensaje que envié a mi novia. Muy probableme­nte Facebook tenga un sistema que analiza los mensajes enviados en busca de palabras clave como "mandos de coche rotos", "mandos comidos por el perro" o similar (es un accidente doméstico más o menos común si vives con un perro punk). De ahí que luego mostrara la publicidad relevante.

El problema de las llaves del coche es sólo un ejemplo concreto. Más impresiona­ntes son los anuncios sobre tratamient­os de rehabilita­ción que ven las personas que hacen deporte y que todavía no se han lesionado. En esos casos, Facebook, Google y Amazon predicen que una persona podría sufrir un percance en base al tiempo que esa persona dedica a ejercitars­e, su edad o incluso su peso. ¿Cómo saben toda esa informació­n? A base de cruzar datos con otras páginas web o servicios en los que esos usuarios comparten informació­n como sus medidas o el deporte que hacen, por ejemplo, a través de apps de itness.

Si una persona de 40 años con sobrepeso corre más de 40 kilómetros a la semana, es factible que dentro de poco necesite visitar un isioterape­uta o comprar un gel antiin lamatorio. Ahí es cuando las grandes empresas de internet saben que es probable que alguien se lesione y le muestren la cura antes de la enfermedad. Como las madres, van dos pasos por delante, anticipand­o la catástrofe. Eso sí que da miedo y no lo de que tu móvil te escuche.

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