LA ESCUELA DE ARQUITECTURA Y DISEÑO
Bauhaus, cuyo centenario se celebró el año pasado, defendía la idea de la obra de arte total o algo así como una creación que combinara muchas disciplinas artísticas a la vez. Recientemente, Iwan Wirth, copresidente de la galería suiza Hauser & Wirth y artífice de la reapertura del museo ChillidaLeku de San Sebastián, afirmó que la casa-museo del escultor vasco es lo más parecido a un que se puede encontrar en la actualidad: un espacio arquitectónico y natural que alberga obra gráfica y esculturas en el mismo lugar donde se concibieron.
Salvando las distancias, hay muchos elementos en el funcionamiento de la industria del arte que son equiparables a los de la industria de la moda. Los artistas son los diseñadores; los comisarios son los empresarios; las ferias son las semanas de la moda; los museos y galerías son las tiendas, algunas propias y otras multimarca; las reproducciones numeradas son los y las subastas son los puntos de venta de segunda mano. ¿Pero qué pasaría si lo juntásemos todo? ¿Sería posible crear un de la moda? ¿Existe una marca que a su vez constituya un estilo de vida? ¿Hay alguna firma que se pueda vestir (ropa), comer (restaurantes), oler (flores y fragancias), vivir (muebles) y experimentar (hoteles)?
En efecto, la marca de moda total existe. Y acaba de cumplir 45 años. Su fundador se llama Giorgio Armani (Piacenza, 1934), un italiano incombustible que vive para trabajar porque hace muchos años que no necesita trabajar para vivir. Es rico, muy rico (el cuarto hombre más rico de Italia, según
y en 2018 su emporio arrojaba una cifra de negocio cercana a los 2.100 millones de euros. En un año tan raro como éste toca fiarse y aprender de quien ha sabido adaptarse y cambiar constantemente.
GQ: Nadie podía imaginar que el 45º aniversario de Armani se iba a celebrar sin des iles ni iestas por culpa de una pandemia. ¿Cómo y dónde has pasado el con inamiento?
Giorgio Armani: He pasado el confinamiento con un grupo de familiares y colaboradores cercanos. Han sido meses muy productivos, de trabajo intenso y profunda reflexión. He tenido la oportunidad de meditar largo y tendido sobre lo que está mal en la moda, y he pensado mucho sobre las posibles soluciones y cómo ejecutarlas. ¿Qué debería cambiar para mejorar la industria?
Espero que la moda revise sus prioridades y aprenda de la experiencia de los últimos meses. Siempre he subrayado la necesidad de ralentizar, mostrar menos y volver a tener en cuenta las demandas reales de los clientes. Por lo tanto, espero que se imponga un sistema más real, a una escala más humana, donde se valore mucho la creatividad. Creo que esta idea también podemos aplicarla a toda la sociedad, ya que podríamos bajar el ritmo y volver a apreciar lo que realmente importa. Asimismo, espero que la gente consuma de una manera más prudente y considerada, centrándose en las cosas atemporales que están bien hechas, lejos del ciclo frenético del
Ahora que sabemos lo que hacemos mal, estaría bien saber lo que hacemos bien.
En los últimos meses me ha sorprendido mucho ver cómo se ha unido la gente. En Italia, en particular, hemos mostrado nuestra fuerza y nuestro espíritu nacional; un espíritu que se ha manifestado en la unidad y en muchos actos de bondad. En lo personal, soy un hombre pragmático y no me limito a sentarme y mirar; como ciudadano y como empresario tengo el deber moral de contribuir a la causa. Todo lo que ha sucedido me ha conmovido tanto que, tras hacer algunas donaciones a hospitales y a Protección Civil, decidí tener un gesto aún más
concreto: transformar temporalmente todas las fábricas del norte de Italia para producir uniformes para sanitarios.
¿Qué opinión te merece la respuesta que ha tenido la industria?
En general, debo decir que la respuesta de la moda ha sido rápida y racional, y eso me parece muy positivo. Desde las donaciones hasta la conversión de las instalaciones de producción para confeccionar equipos de protección, todos han hecho su trabajo para ayudar. Y es genial ver esto. Puede que a veces la moda esté llena de egos, pero esta vez hemos actuado a una. Y ésta es, creo, la lección más importante: el deber de mantenernos fuertes y unidos para superar las dificultades.
En esta pandemia hemos podido comprobar cuán frágil es todo. ¿Has sentido miedo en algún momento?
Los tiempos ya eran difíciles e inciertos antes del virus. Personalmente, no he tenido miedo, pero sí preocupación. Y no tanto por mí, sino por las personas que se han visto atrapadas en esta crisis, como los que han sufrido la enfermedad directamente y los trabajadores de la sanidad y otros sectores que han tenido que lidiar con este tema en primera línea. Me considero muy afortunado porque mi estilo de vida no ha cambiado de forma dramática, como sí lo ha hecho para otras muchas personas.
Dice la filósofa Adela Cortina que vivimos en un tiempo de reputaciones, no de conciencias. Y que a muchas personas les importa más su reputación que lo que ellas pueden pensar acerca de sí mismas. No es el caso de Armani, que nunca ha sucumbido a la tentación del titular y el efectismo. Hay quien le acusa de arriesgar poco y apostar por lo que funciona, como si querer apartarse del suicidio profesional fuese un demérito. En un año tan complicado, el diseñador no le arrienda la ganancia a esos que un día fueron lo más y hoy nadie sabe dónde están.
Resulta gracioso que haya quien acuse a Armani de conformista, cuando fue él quien reinventó la sastrería masculina en los años 80. Retiró el forro intermedio de los trajes para hombre y los hizo tan ligeros que prácticamente podían volar: introdujo materiales livianos (lino y lanas ultraligeras) e hizo posible que el hasta entonces rígido uniforme se transformara en un campo ilimitado de posibilidades.
¿Qué lecciones has aprendido tras dirigir una empresa tan importante durante 45 años?
Siempre he intentado mantener un equilibrio en todos los sentidos. Hace poco llegué a la conclusión de que la mejor política en los negocios es buscar soluciones elegantes
y simples. En la moda, por cierto, sigo el mismo criterio. En el futuro voy a seguir optimizando mi oferta, reduciendo la cantidad de colecciones cápsula y explorando nuevos territorios. Además, la belleza y la calidad están recuperando relevancia, lo que fomentará una forma de consumir más sostenible.
Armani es una de las pocas marcas de lujo que no pertenece a un gran grupo. ¿Por qué ha mantenido su independencia? como diseñador y emprendedor. Estos principios fundamentales se basan en la autonomía, en un enfoque de gestión adecuado y ético, con integridad y honestidad, y orientado a la innovación y la excelencia. Actualmente sigo siendo el propietario de la empresa y único accionista. En el futuro, espero que el grupo siga estando fuertemente ligado a los valores que lo distinguen hoy.
Háblanos del presente. ¿Qué nos puedes contar de la colección de Emporio Armani para otoño / invierno? Para esta temporada hemos tomado como punto de partida los tejidos masculinos clásicos y sus características texturas y estampados. Se han aumentado las proporciones de los diseños, como si se vieran bajo una lupa. En este sentido, siempre hay innovación, y en particular, modernización del clásico traje Armani. Me gusta mucho la idea de darle un aspecto funcional a las
¿Crees en la suerte? ¿En la buena suerte? ¿En la mala suerte? ¿En qué crees? Creo en el trabajo duro, la dedicación y la pasión. Éstas son las cosas que afectan a las posibilidades de éxito, más que el talento a secas o la suerte. Especialmente el trabajo duro. Así es como uno consigue fabricar su propia suerte: te propones una meta y sigues adelante hasta que la alcanzas. En el camino se abrirán oportunidades, porque tú mismo habrás contribuido a crearlas y porque estás comprometido. Además, cuanto más trabajas, mejor reconoces y aprovechas las oportunidades. Si, por el contrario, prefieres esperar a que llegue un golpe de suerte, acabarás muy decepcionado. El éxito no garantiza la felicidad ni tampoco es un antídoto contra la tristeza. ¿Cómo has aprendido a manejar las emociones en el plano personal? así como el propósito de conquistar una visión. Así manejo mis emociones: trabajo duro y mucha concentración. Esto le da un propósito y un sentido a mi vida.
El éxito ha llegado, qué duda cabe. ¿Estás satisfecho con lo que has logrado?
He creado un estilo que también es un estilo de vida, y he tenido la habilidad de extenderlo a áreas que van desde la moda hasta el diseño de interiores. He logrado difundirlo por todo el mundo y, sobre todo, lo he hecho a mi manera. Si he llegado tan lejos es porque nunca me he dejado influir. Debo decir que estoy satisfecho con lo que he logrado, pero lo cierto es que me cuestiono constantemente. La alternativa es quedarse dormido en los laureles, y eso no va conmigo.