Granada Hoy

Podemos intenta salir de la zozobra que le provoca no ser clave en la comunidad

- Sonia López (Efe)

Las elecciones andaluzas, en las que la coalición con IU perdió más de 300.000 votos, marcan un punto de inflexión

El 2-D ha marcado un antes y un después en Podemos, inmerso en una intensa reflexión sobre las causas que le han hecho perder 300.000 votos en Andalucíal y cuál debe ser la estrategia para recuperarl­os y afrontar el riesgo de perder relevancia nacional. Será ese el objetivo de la próxima reunión del “gobierno en la sombra” de Pablo Iglesias, el consejo de sabios que llaman Rumbo 2020, y que aún no tiene fecha aunque es muy posible que se convoque en unos diez días. De momento, Podemos se ha agarrado estos días a su reivindica­ción de una república feminista como recambio para una monarquía con “sombras de corrupción”. Pero con ese discurso –tenga más o menos éxito entre los suyos– no afronta el reto de recuperar el terreno perdido y superar el umbral del 18% de los votos que le dan hasta sus encuestas internas.

El último examen ha sido Andalucía, y parece que la gestión del conflicto en Cataluña le ha rentado más a las fuerzas de la derecha y ha sido quizá el principal caldo de cultivo para la irrupción de Vox.

A partir de ahora y en puertas del nuevo ciclo electoral para las autonómica­s, municipale­s y europeas de mayo, Podemos y Adelante Andalucía tienen la responsabi­lidad de decidir cómo se sitúan en las negociacio­nes para formar gobierno porque esa va a ser una de las claves para determinar si remontan o se quedan fuera de juego, como reconocen algunos de sus diputados. Ya saben por Andalucía que un discurso en tono regional o local no es vacuna suficiente para anular el avance de la extrema derecha y tendrán que repensar mucho cómo explicar su no a cualquiera de las fórmulas de gobierno que serían factibles.

Al mismo tiempo, no todos en Podemos comparten los llamamient­os a la “alerta antifascis­ta” declarada por Iglesias la misma noche del domingo electoral. Íñigo Errejón decía esta semana que “no hay 400.000 fascistas en Andalucía” y llamaba a la “humildad” y la “autocrític­a” a su partido, convencido de que Vox “es un síntoma” del malestar y el hartazgo, pero “no el mal”.Encontrar la fórmula para recuperar el voto de quienes optan por la abstención porque se han quedado “huérfanos de referentes” es una de sus tareas pendientes, y puede que Errejón sea uno de lo que más tengan que perder si en Madrid se replica lo que ha pasado en Andalucía, algo ya nada descartabl­e. En la cúpula estatal también hay dudas sobre si esa llamada de Iglesias a la “alerta antifascis­ta” fue excesiva y si les conviene rebajar el tono, uno de los dilemas que tienen que resolver antes de que se ponga en marcha otra vez el reloj electoral.

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RAFA ALCAIDE / EFE Teresa Rodríguez y Pablo Iglesias en un acto electoral de la campaña andaluza en Córdoba.

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