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Los de Simeonen agrandan su racha como local con una victoria ante un Alavés que compitió hasta el final

- Iñaki Dufour (Efe) MADRID

El Atlético agrandó su imponente racha en el Metropolit­ano con una victoria frente al Alavés mucho mas cómoda en el desenlace que en el desarrollo, abierta por Kalinic, sostenida después por un ejercicio de resistenci­a, sentenciad­a por Griezmann y cerrada por Ro- drigo. Una goleada excesiva en el marcador y concluyent­e con la pegada que demostró el conjunto rojiblanco, a la caza del Barcelona, frente a un bloque vitoriano que se acercó al empate en la reanudació­n, pero que terminó doblegado al contragolp­e.

De inicio, el Atlético detectó que el partido estaba en las bandas. Por ahí, sobre todo a la derecha de su ataque, desenredó el repliegue de su adversario. Más allá del insistente fútbol entre líneas de Griezmann o el juego de espaldas de Kalinic, la vía la tenía clara el Atlético. La cuestión era llegar hasta ahí y, después, culminarla con el remate. Lo primero lo logró desde el inicio; lo segundo le costó 25 minutos.

La jugada partió desde un pase largo profundo a la banda de Lemar, como unas cuantas veces antes había insistido Thomas. El destino, el mismo: la carrera de Arias, a plena actividad en el lado derecho. El lateral colombiano le dio continuida­d y aún más claridad con un envío certero, perfecto al área de los que sólo necesitan el toque final, con cualquier parte del cuerpo, en este caso el abdomen con el que Kalinic, reemplazo de Diego Costa, impulsó el gol (1-0).

Planteó más oposición el Alavés en el segundo tiempo, con más juego en el campo contrario, más presión alta, más incisivo y dominador de un Atlético a la espera en su territorio, aliviado porque Calleri falló un remate y Oblak despejó un tiro.

Pero también alertado de que el encuentro ya no se jugaba a lo quería él, sino a lo que pretendía el Alavés, con el riesgo que eso supone con un marcador tan corto. Mientras uno, el ganador parcial, se encomendó a la contra, otro sentía suyo el balón, el control y las contadas ocasiones.

Así entró el partido en el tramo final, en esa tensión de que cualquier detalle o el más mínimo error separaba la delgada línea entre un indispensa­ble triunfo o un decepciona­nte empate, con un desenlace que no tuvo certeza hasta un contragolp­e definitivo que dirigió Vitolo y culminó Griezmann con suspense, en el minuto 82. Su primer tiro dio en el palo, el segundo fue la sentencia de la victoria del Atlético, cerrada con el excesivo 3-0 de Rodrigo.

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RODRIGO JIMÉNEZ / EFE Griezmann golpea el balón con la zurda.

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