Granada Hoy

“El ‘thriller’ se ha convertido en un cliché difícil de renovar”

El autor publica ‘El abrazo del monstruo’: una novela negra que coquetea con el género fantástico, en un código cercano al de Stephen King

- FÉLIX J. PALMA Pilar Vera

Tras su Trilogía Victoriana, Félix Palma (Sanlúcar, 1968) publica nueva novela en solitario.Con El abrazo del monstruo (Destino), el autor se mete de lleno en una estructura de thriller. Cualquiera diría –viendo sus 736 páginas, sumando las más de 2000 páginas de su homenaje a H.G. Wells– que comenzó escribiend­o relato: “Aplico el mismo mecanismo de relojería que cuando hacía relatos –dice–, pero sobredimen­sionado”. El abrazo del monstruo hibrida, también, con lo fantástico: “Hay muchísimos ecos de Stephen King, de hecho, yo diría que es un homenaje –comenta Palma–. El coqueteo con el territorio de lo fantástico, e incluso el punto de partida, el de un escritor en apuros, es muy típico de sus historias”. Diego, el protagonis­ta, crea un asesino de ficción que parece haber dado el salto a la realidad para secuestrar a su hija, Ariadna. La figura de la niña y el monstruo, del dragón y la doncella, son un referente grabado en nuestro imaginario: “Sobre todo –explica el autor–, si tenemos en cuenta que la niña se llama Ariadna, que hay un hilo que resolver y un laberinto que sortear. También quería mostrar las dos caras del monstruo: la natural y la adquirida”.

“Colocar a un escritor de protagonis­ta –continúa– es algo por lo que los autores sentimos debilidad, ya que nos permite hablar de nuestro modo de vida y soltar todas nuestras cuitas creativas”.

La literatura, la creación literaria, late debajo de toda la trama de El abrazo del monstruo. A su manera, la novela también ejerce de homenaje al oficio. ¿Es el mundillo literario especialme­nte sensible a los egos? “Yo creo que sí –comenta Palma–. Pero seamos comprensiv­os: el trabajo de un escritor es casi como un pedazo de su alma. Criticar negativame­nte una obra no sólo es criticar un trabajo artesanal, por decir, sino también en parte una visión del mundo, una sensibilid­ad a la hora de ver y de escribir. Es inevita- ble que te afecte”.

“Además –continúa–, el ego del escritor es necesario. Si yo no hubiera tenido una fe incombusti­ble en mí mismo, no habría lle- gado a nada de nada. Elegí vivir de mi escritura, pagar las facturas con lo que escribía. Es una labor muy minoritari­a y llena de sinsabores: muy pocos autores pueden permitirse eso, o llegar a una recompensa a nivel nacional o internacio­nal”.

Ay, pero hay muchos que piensan de otra forma. “Hay a quien le gusta más la fase de promoción, dar entrevista­s, presentaci­ones... que escribir en sí. A mí no es que no me guste, pero me genera más tensión: la gente más social puede disfrutarl­o más. Yo prefiero mil veces estar encerrado y haciendo un trabajo creativo, que prácticame­nte controlas tú”.

Félix Palma siempre se ha definido como un autor “de mapa más que de brújula”. Imparte talleres literarios y tutorías personaliz­adas “para toda esa gente que quiere escribir una novela y no sabe por dónde empezar... Ese contacto con los alumnos realmente me gusta, te permite salir de tu burbuja. Ya sea en grupo o personalme­nte, todo gira en torno a la creación de historias”.

“Como todo arte, escribir tiene una parte de oficio que se puede enseñar, y una parte de talento que es inasible”, apunta. Hay quien tiene un cierto “sentido de la palabra”, sí. El escritor “nace, pero necesita unas condicione­s muy especiales para hacerse: una vida que te permita desarrolla­r ese potencial que tienes. Por ejemplo, casi todos los escritores de mi generación hemos sido autodidact­as –comenta Félix Palma–. Yo hubiera agradecido muchísimo que alguien me hablara de estructura­s narrativas: mis cuentos de entonces, no sé si se- rían mejores o peores, pero sí más variados respecto a ese uso de estructura­s... Un profesor de literatura creativa detecta esas cosas, o debe detectarla­s, y trabaja sobre nuestras virtudes y defectos”.

“Hay alumnos, por ejemplo –prosigue–, que cuentan historias pero se olvidan de hacerlo de un modo literario: usamos la palabra, que es el material que usamos en la vida diaria, pero hay que usarla con ambición estética”.

El abrazo del monstruo tiene dos escritores, dos tiempos, dos novelas en una. Es un paseo por la Barcelona actual –ciudad en la que Palma reside desde hace años– pero, también, por la de principios del XIX, “que empeza- ba a ser mágica porque estaba Gaudí poniendo fantasía por las esquinas y, a la vez, tenía elementos terrorífic­os, como la Semana Trágica o la Vampira del Rabal. Era un escenario muy evocador para arropar esa novela primigenia que le había dado fama al protagonis­ta, sin que unos textos y otros se solaparan”.

“Muchas veces, cuando te preguntan de dónde salen las ideas de una novela tienes que inventárte­lo un poco, porque la verdad es tan absurda que quedaría mal –confiesa–. Pero aquí, la chispa de la historia vino de pensar cómo se enfrentarí­a un autor de novela negra a los peligros en los que pone a su protagonis­ta. Luego toca desarrolla­r, como se dice, esa línea de trabajo, ver si cuaja o no. Pero a mí esa es la parte del proceso creativo que más me gusta: el embrión de plastilina que vas manipuland­o para darle la forma que quieres. La tijera de la censura es la verosimili­tud”.

“Otro de los temas que quería tocar es el tabú –añade–. Decimos eso de que por un hijo seríamos capaces de dar la vida. Pero realmente es una frase abstracta. ¿Hasta qué punto podrías sobreponer­te, por ejemplo, al dolor físico? Por eso mismo,opté porque el padre no fuera alguien fuerte, modélico, héroe desde el primer momento: que tanto los lectores como yo mismo pudiéramos identifica­rnos con él”.

“Una de las cosas más difíciles parar mí –indica Palma al respecto–, es precisamen­te crear personajes verosímile­s. En el cuento, trabajas con poco más que estereotip­os porque son meros agentes de la trama. En una novela, ellos son lo más importante­s: es con ellos con quienes se queda el lector. La novela funciona si el lector siente vivos a los protagonis­tas, si mides bien cómo actúan, cómo reaccionan ante las cosas. Fíjate que a todo autor de novela negra le preguntan si va a hacer una saga, porque lo interesant­e es desarrolla­r un mundo, a unos personajes, el caso te da igual”.

“El género del thriller tiene una serie de convencion­es ya hechas, como el jugar a hacer parecer a los culpables, inocentes, y viceversa –explica Palma–. Se ha convertido en un cliché que es muy difícil de renovar, aunque hay nombres interesant­es, como Joel Dicker o Gyllian Fynn. Pero luego hay cantidad de novelas que siguen siempre el mismo patrón; el asesino es quien menos lo parece y, al final, está la charla aleccionad­ora, la que yo llamo charla en el despacho de Dumbledore”.

“Creo que en El abrazo del monstruo, la introducci­ón de lo fantástico es lo que la diferencia de un thriller al uso –continúa–. Pero, desde luego, el thriller tiene algo que no tienen otros géneros: a todos nos encanta averiguar quién es el malo. La clave de por qué engancha, de ese mecanismo de misterio, es porque está contado al revés”.

Si yo no hubiera tenido una fe incombusti­ble en mí mismo, no habría llegado a nada”

Hacer personajes verosímile­s es lo más complicado, pero una novela funciona o no gracias a ellos”

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D.S. El escritor gaditano Félix J. Palma.

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