Granada Hoy

DÍA 10: A PESAR DEL TELEDIARIO

- JUAN PABLO LUQUE MARTÍN

HOY no. Hoy me gustaría volver a miraros. Sentiros cerca. Son muchos días sin saber de tanto y tantos…. Al principio creí que iría bien. Propones un orden, valoras el espacio, lo que vas a hacer, veinte mil propuestas… y nada. Un plis plas. Como diría Cayetana, chupao. Conforme el tiempo avanza, ves que no era tan fácil, que el ahogo llega y se asienta, que pega como una lapa, que hay días que no aventuran si llegarás de forma razonable al final de este confinamie­nto. Algo tan fácil cómo bajar a comprar pan, nunca pensé que llegara a ser tan complicado...

Miro a mis hijos y no les entiendo. Lo llevan de otra forma. Levantan el tono, cambian de humor sin sentido, sin causa que lo justifique. Aun así, en ellos no es normal. Para los tres, el tiempo transcurre rápido. Siempre encuentran con qué disfrutar. Décimo día de encierro. Yo no era así de pequeño. Recuerdo lo lentas que se me hacían las siestas de mi padre sin poder decir una palabra; o el reloj de pared que no dejaba transcurri­r los minutos impidiendo que las manecillas llegaran a las cinco para bajar a la calle; o tediosas horas sentado en el pupitre del Seminario…

En el mejor de los casos, los expertos opinan que treinta días así. Hasta mitad de abril. A mí, como si dicen Navidad. Queda tan lejos…. En este vacío, rescato la importanci­a de sentir, de disfrutar cada momento, cada rayo de sol, la terraza de un bar, aceptar todo y a todos, de sonreír, de conformart­e con lo que te dejaron en suerte… es tan fácil decirlo ahora que nos falta, ahora que no lo tenemos…

Y mientras, las cifras avanzan.

Los telediario­s se han convertido en una sucesión de noticias de terror. Además, es malo ponerse a escribir después de ver uno. Mentalment­e terminas agotado. La curva no es curva. Son postes empinados imposibles de doblar. No dejan sitio en el alma para más envites. Somos un mundo que fracasa, un mundo que lentamente marchita sin dejar paso a que otras generacion­es puedan disfrutar sus vidas. Quizás no supimos respetar las normas, o no supimos entender nunca sus reglas de juego. Y puede que sea tarde. Puede que sea tarde. Sólo queda el consuelo de ver a través de los cristales lo bonita que aún es la creación. La vega, el ver

de de los campos que la primavera saludó hace poco, la sierra, la nieve, el sol, un atardecer bajo nubes negras y un horizonte rosado…

Ha entrado Caye al despacho. Ha entrado Pablo. Me han quitado un boli, beso incluido, y se han ido. Nacho. Con la noticia de que su selectivid­ad será en Julio. ¿Quieres un té? dice Piti. Levanto los ojos del papel. Tengo ganas de romperlo. Por un momento, me he sentido injusto con ellos, con lo que ofrecen, con lo que a diario me dan. Sólo por ellos y con ellos merece la pena. Y pienso que cada uno de nosotros tendremos siempre un motivo, una ocasión que nos descubra que, por eso, merece la pena. Y seguiremos mirando adelante…

Sólo por eso. Es cuestión de encontrarl­o. Nada más. Como esta tarde. A pesar del telediario…

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