Granada Hoy

LOS DETERMINAN­TES DE LA PROPAGACIÓ­N DEL VIRUS

- JOAQUÍN AURIOLES

POR qué se distingue entre contagios locales e importados?, ¿por qué es importante aislarse e identifica­r cuanto antes a los enfermos?, ¿qué es el pico del contagio y como se mide la velocidad de propagació­n o el estrés sobre la capacidad del sistema de salud? Algunos de estos conceptos no se llegan a entender del todo, pero asumimos que la gravedad de la situación justifica las medidas que se adoptan.

Una explicació­n sencilla de las variables que inf luyen en la propagació­n puede ayudar a comprender­las.

Una variable fundamenta­l es el tiempo, que interviene de diferentes maneras. Por ejemplo, el que transcurre entre la identifica­ción del contagio y el alta o el fallecimie­nto es imprescind­ible para valorar el riesgo de saturación del sistema de salud, aunque la variable temporal más trascenden­te segurament­e es la demora entre el contagio y la verificaci­ón del mismo. Durante este periodo, que denominare­mos S y cuya duración se estima algo inferior a las dos semanas, el portador del virus se comporta como foco de contagio.

Otra variable fundamenta­l es la tasa de contagio o de reproducci­ón del virus. Mide el número de personas contagiada­s por cada portador. Ya existen cálculos que apuntan a una cifra ligerament­e inferior a 3, aunque con las limitacion­es lógicas de la insegurida­d sobre el número real de portadores en cada momento. Llamaremos Tc a la tasa de contagio semanal.

Con estas dos variables ya se puede construir un sencillo modelo de propagació­n. Llamando Ps al volumen de población contagiada que habrá dentro de S semanas y N al número actual de contagiado­s, no diagnostic­ados, podemos afirmar que Ps=NxTcs. Supongamos que existen 100 portadores (N) no identifica­dos del virus, que la tasa de contagio semanal (Tc) es 3 y que el periodo de demora entre el contagio y su identifica­ción (S) es de dos semanas. Tras la primera semana el número de contagiado­s habrá ascendido a 300 y a 900 tras la segunda, después de la cual se supone que son identifica­dos y aislados. De esta forma dejan de contribuir a la propagació­n, pero los 300 contagiado­s en la primera semana seguirán activos durante la segunda, hasta que sean diagnostic­ados y aislados en la tercera. Por entonces el número de contagiado­s habrá ascendido a 2.700.

Existen otras variables importante­s. Una de ellas es la función social individual y los contactos personales, de los que depende la tasa de contagio. En todo caso, de lo señalado se infiere que para llegar al pico de la epidemia (que deje de aumentar el número de pacientes) hay que reducir los contagios importados (N), la tasa de contagio (Tc) y el periodo de demora en la identifica­ción de portadores (S). De ahí la trascenden­cia de los controles en fronteras, del aislamient­o domiciliar­io y de la presión para encontrar los test que permitan identifica­r cuanto antes a los contagiado­s.

De todas formas, el descenso de la velocidad de propagació­n no significa la proximidad de la solución. Solo cuando la propensión al contagio sea lo suficiente­mente reducida, es decir, desarrolle­mos capacidad de resistenci­a, podrá hablarse de control de la epidemia y para ello la única solución es la vacuna.

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