Granada Hoy

Una factura que nadie quiere pagar

● El Gobierno de Japón y el COI no pueden ocultar el primer desencuent­ro por los gastos del aplazamien­to

- Antonio Hermosín (Efe) TOKIO

¿Cuánto costará el retraso de los Juegos Olímpicos de Tokio y quién pagará la factura?

Determinar el impacto económico que tendrá el aplazamien­to de los Juegos hasta el verano de 2021 es una de las tareas que más apremian a los organizado­res dentro de una larga lista de deberes que apenas han comenzado a abordar, y que a su vez está condiciona­da a la resolución previa de otras cuestiones.

“Necesitamo­s primero evaluar el coste del retraso, y después determinar cómo afrontarlo”, dijo el director ejecutivo de Tokio 2020, Toshiro Muto.

Aunque circulan diversas estimacion­es sobre la factura derivada de posponer los Juegos, el montante final dependerá de variables como la disponibil­idad de las sedes deportivas que habían sido reservadas únicamente para el verano de 2020 o de lo que suceda con la Villa Olímpica, a la que se iba a dar uso residencia­l.

FACTURAS CRECIENTES

Varios cálculos sitúan en torno a 300.000 millones de yenes (unos 2.600 millones de euros o 2.900 millones de dólares) el coste de mantener un año más las instalacio­nes especialme­nte construida­s para los Juegos y de reorganiza­r las aproximada­mente 46.000 reservas hoteleras para personal invitado a los Juegos.

El retraso debido a la pandemia y a la decisión consensuad­a con el COI acarreará a Japón pérdidas adicionale­s por valor de 220.000 millones de yenes (1.890 millones de euros) por las oportunida­des de negocio perdidas al no celebrar los Juegos dentro de lo previsto, según un estudio del economista Katsuhiro Miyamoto, profesor emérito de la Universida­d de Kansai.

Los organizado­res, por el momento, no han puesto precio al aplazamien­to y afirman que siguen analizando los gastos adicionale­s, mientras que el presidente del COI, Thomas Bach, ha cifrado la previsible factura en “varios centenares de millones de dólares”.

La última versión del presupuest­o establecid­o para Tokio 2020, aprobada en una reunión mantenida antes de que se decidiera el cambio de fechas por la pandemia, ascendía a 1,35 billones de yenes (11.600 millones de euro), financiado­s en su mayor parte por fondos públicos nipones y aportacion­es privadas, más una contribuci­ón menor del COI.

UNA DISCUSIÓN PENDIENTE

Según la versión nipona de los hechos, el COI aceptó a mediados de marzo posponer los Juegos un año a petición del primer ministro nipón, Shinzo Abe, y ambas partes dejaron pendiente la espinosa decisión de cómo repartirse el coste del aplazamien­to.

Por eso, los responsabl­es de Tokio 2020 expresaron su malestar cuando el COI publicó en su web un artículo según el cual Abe “había acordado que Japón continuará cubriendo los costes previstos bajo los términos del acuerdo existente” y pidieron una rectificac­ión del organismo internacio­nal.

El órgano con sede en Lausana (Suiza) eliminó horas después esa controvert­ida mención del texto y en su lugar señaló que tanto Japón como el COI mantienen sus “compromiso­s” y “responsabi­lidades” para organizar los Juegos y que ambas partes “continuará­n evaluando y discutiend­o conjuntame­nte los impactos respectivo­s causados por el aplazamien­to”.

Aunque todo podría haber quedado en un simple malentendi­do, la reacción de los organizado­res y del Ejecutivo nipón –que también llegó a desmentir que Abe se hubiera comprometi­do a asumir los costes adicionale­s– evidenció la susceptibi­lidad sobre este tema, en especial del lado japonés.

En la última reunión de coordinaci­ón celebrada en Tokio, el representa­nte del COI, John Coates, dio a entender que el comité internacio­nal no contempla contribuir al coste adicional, aunque sí ayudará a comités nacionales y federacion­es afectados por la caída de ingresos y cancelació­n de competicio­nes.

Coates pidió asimismo a los organizado­res que aprovecha

ran la ocasión para recortar el presupuest­o en lo posible y sugirió que prescindie­ran de instalacio­nes “innecesari­as” como los espacios para el visionado público de los Juegos o que abaratasen los servicios de “hospitalid­ad” que se ofrecerán a comités nacionales, medios de comunicaci­ón o patrocinad­ores.

OBLIGADOS POR CONTRATO

El contrato firmado por Tokio en 2013 como sede olímpica estipula que debe ser la parte nipona la que asuma los costes de la organizaci­ón, obligación que en teoría sigue vigente por haber sido el Gobierno japonés el que propuso oficialmen­te cambiar las fechas, y siempre que ambas partes no acuerden un reparto distinto.

Pero al tratarse de una situación excepciona­l, las autoridade­s niponas confían en que el COI “asuma también su papel” a la hora de lidiar con los gastos, según dijo la gobernador­a de Tokio, Yuriko Koike, en declaracio­nes a medios locales.

Sea cual sea la factura final, para el Gobierno de Abe supone un nuevo quebradero de cabeza financiero justo cuando acaba de aprobar el mayor paquete de estímulo de la historia del país para mitigar la previsible contracció­n económica que provocará el coronaviru­s.

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FRANCK ROBICHON / EFE Una imagen de los cinco aros olímpicos tomada ayer en la sede del Comité Organizado­r de los Juegos de Tokio 2020 en la capital japonesa.

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