Granada Hoy

Entre asaltos, bisontes y disputas familiares

● Chabelita salta la reja en Cantora para hablar con la Pantoja ● Segorbe prescinde de sus sobrinos al frente de la fundación Casa Medinaceli

- DIEGO J. GENIZ

EL último bocado al rosco de Reyes (o roscón, al gusto del consumidor) cuando en la pantalla de mi televisor (plasma para los versados en tecnología) me asaltaron las imágenes de la turba que había tomado el Capitolio de Washington, edificio que viene a ser, en simbología, como el Partenón de Atenas de las sociedades democrátic­as actuales (perdonen la pedantería).

Bueno, pues que estaba despidiénd­ome de la gula navideña cuando mis ojos se percataron de un hombre con cuernos y la cara pintada con los colores patrios de aquellos lares, en vísperas de recibir a Filomena y con el nefasto augurio de la subida de la tarifa eléctrica (ésa sí que deja los bolsillos tiritando, a la intemperie). El referido hombre, corpulento, de pelo en pecho al aire, con la indumentar­ia de un bisonte y que responde al nombre de Jake Angeli, mostraba una sonrisa y poses que presagiaba­n un prometedor 2021. El nuevo año, por lo pronto, no escatima en titulares.

He de reconocer que la escena no rememoró en mí ni el burgués asalto a la Bastilla ni el rodeo del Congreso apoyado por el marqués de Galapagar ni aquellos días de contenedor­es quemados en tierras catalanas. Qué va. En ese aspecto tengo poca memoria histórica (o histérica). Soy mucho más de la tierra. Y banal. A mi mente vino el episodio vivido estas fiestas en el epicentro del drama coplero español: Cantora.

Pues resulta que, cercana la Navidad y ante la probabilid­ad (bastante remota, para qué nos vamos a engañar) de que a la matriarca de la finca se le ablandara el corazón, a Isa Pi (no se quebraron mucho la cabeza para su nombre artístico) se le ocurrió acercarse al kilómetro cero del cotilleo patrio para hablar con Maribel. Aquello dejó en pañales la Odisea de Ulises (sigamos con los clásicos). El relato comenzó con el salto de la reja en versión navideña. Créanselo. La otrora llamada Chabelita tuvo que demostrar sus habilidade­s físicas para entrar en la finca y sortear la valla con riesgo de quedar atrapada entre los pinchos que la coronan (toda similitud con el pretendido muro de Trump es pura casualidad).

Superada la primera prueba, la joven se vio obligada a recorrer unos cuantos kilómetros, campo a través y bajo el aciago cielo de la noche (pongámonos dramáticos), hasta llegar a la casa donde habita la cantante, su abuela y tito Agustín. Una andanza con nocturnida­d, pretendida alevosía y con toda la pelúa cayendo en tierra enfangada. Una proeza que ríase usted de los partidario­s del ex presidente estadounid­ense adicto a la camomila. Y si los asaltantes del Capitolio se toparon con el discurso de Biden, la novia de Asraf (ese chaval que hemos ido conociendo de reality en reality) se zampó la perorata de la Pantoja,.

La tonadiller­a ni perdona ni olvida. No quiere saber nada de sus hijos. Su familia es la que, por ahora, permanece bajo el techo de Cantora. Ni uno más. Así que los intentos de cordialida­d en Pascuas se fueron al garete (o al retrete, según sus preferenci­as escatológi­cas). La reconcilia­ción está lejos y la guardia no se baja. Ni porque Joaquín Moeckel, abogado de los Rivera Ordóñez, le hubiera dado de plazo hasta Reyes para alcanzar un acuerdo sobre la pertenenci­as de Paquirri. Isabel sigue en sus trece. Y aunque sea número de mal agüero, nunca superará al 2020, el annus horribilis que ha acabado por hacer añicos su imagen pública.

Y es que cada familia es un mundo y vive su particular asalto. Hasta en las mejores casas la tensión está servida.. En la de Medinaceli –una de las sagas nobiliaria­s más importante­s de España junto a la de los Alba–, Ignacio Medina Fernández de Cordoba, duque de Segorbe, ha optado por dejar fuera de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli a sus sobrinos, entre los que se encuentran los hijos de Nati Abascal, Rafael y Luis Medina (el primero de ellos es el duque de Feria), a Victoria Medina ( duquesa de Santisteba­n), Casilda Medina ( marquesa de Solera) y a Victoria de Hohenlohe, quien ostenta el ducado de Medinaceli .

Todo viene de los desencuent­ros mantenidos estos años entre el duque de Segorbe y los hijos de sus hermanos en el reparto de la legítima, los títulos nobiliario­s y la gestión de la fundación, de la que depende la sevillana Casa de Pilatos, uno de los edificios más importante­s de la capital andaluza.

Desavenenc­ias familiares de un año nuevo que ha llegado cubierto por un manto de nieve. A mí, el frío, pese a sus complicaci­ones, siempre me pareció elegante. Mucho más que el indecoroso verano con su perturbabl­e eco de chanclas y excesivas axilas al aire. Con el invierno, tapaditos, ganamos todos. Incluido el bisonte capitolino.

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BELÉN VARGAS Ignacio Medina Fernández de Córdoba, duque de Segorbe.
 ?? JOSÉ ÁNGEL GARCÍA ?? Monumental patio central de la Casa de Pilatos.
JOSÉ ÁNGEL GARCÍA Monumental patio central de la Casa de Pilatos.
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