Granada Hoy

EL AÑO DE LOS TERREMOTOS

- ANDRÉS CÁRDENAS @AndresBetu­la

NO sé con qué nombre pasará en la retentiva de los granadinos este año que estamos viviendo. Ya saben ustedes que la gente recuerda los años no por la fecha que le ha asignado el calendario, sino por algo que pasó ese año que merece ser recordado. En Granada muchas personas que se han convertido en población de riesgo, pues así nos llaman a los que hemos pasado con mucho los sesenta, no se acuerdan de 1951 como tal, sino porque fue el año que reventó el Darro. Los primeros años después de la guerra fueron ‘los años del hambre’ y en Granada le llaman ‘el año de la naíca’ a aquel año del pasado siglo en que Granada comenzó sin arzobispo, sin corregidor, sin presidente de la Chanciller­ía y sin pan. Es decir, sin ná, sin naíca de ná. Los años se recuerdan por catástrofe­s sucedidas, por episodios personales o incluso por anécdotas. Paco Izquierdo contaba en uno de sus escritos que se acordaba muy bien del año 1955 porque fue el que Pepico Follarrana­s, har to de vivir, se tiró por el pretil del Tambor de San Cristóbal y cayó en el pozo ciego de Caraculo, de donde lo sacaron emborrizad­o en mierda y sin el menor rasguño.

No sé cómo recordarán los granadinos del futuro a este año 2021 que hemos comenzado con una pandemia, le han seguido ochociento­s terremotos y en el que una bola de fuego ha cruzado el cielo de Granada en plan inicio del apocalipsi­s. Lo de la pandemia ha hecho que miles de personas ni siquiera pisen la calle por temor a coger el dichoso virus. Los temblores de tierra, sin embargo, nos han sacado de nuestras casas y hay quién después de aquellos tres terremotos que sobrepasar­on los cuatro grados duerme debajo la cama y con el casco de la moto puesto. En cuanto a la bola de fuego dicen los científico­s que era un asteroide, pero los antiguos creían que aquellas señales lo que anunciaban era una catástrofe. Así que tal vez 2021 sea recordado por ‘el año del miedo’ o ‘el año que vivimos peligrosam­ente y con el dodotis puesto’. Sólo falta que nos digan que ha vuelto el Sacamantec­as y que ha resucitado el sargento Colomera. No sé si tanto miedo es bueno para nuestras mentes. Creo que no. Es más, estoy convencido de que dentro de poco nuestras cabezas estarán tocadas. El tiempo lo dirá.

Los años se recuerdan por catástrofe­s sucedidas, por episodios personales o incluso por anécdotas

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