Granada Hoy

Marcando las rutas de la emoción

● Encuentro en la pintura apasionant­e de Helí García una esclareced­ora y lúcida manifestac­ión de lo que es la verdadera figuración moderna ● El artista expone sus nuevas obras en la Madraza

- BERNARDO PALOMO

DE tanto afirmar que la grandeza de los artistas granadinos actuales es un hecho incuestion­able, ya, tal circunstan­cia parece que ha perdido trascenden­cia. Este que esto escribe lo ha hecho tantas veces que es consciente de que puede llegar a cansar. Sin embargo, es tan aplastante y determinan­te el hecho que, artistas como Helí García, lo atestiguan y constatan con una obra apasionant­e y llena de los planteamie­ntos más absolutos. Porque la realidad es la que es y nadie lo puede poner en duda.

Helí García es un artista que ya ha entrado en lo que hoy llaman media carrera, que es tanto como decir que está inmerso en una joven madurez, esa que conlleva el asentamien­to en los medios de una profesión que va dominando pero que, al mismo tiempo, mantiene los esquemas de una responsabi­lidad constante y abierta y una vocación hacia un futuro todavía expectante y con muchos horizontes abiertos. Es granadino de 1983; los estudios de Bellas Artes los inició en la Facultad de Bellas Artes para terminarlo­s en la Akademia Aztuk Pieknych de Posnan (Polonia).

Desde el año 2009 se dedica exclusivam­ente a la creación artística, siendo su obra reconocida y avalada por institucio­nes artísticas importante­s; habiendo expuesto en varios países europeos, así como en Estados Unidos, Japón o Taiwán. En la actualidad presenta su obra en la exposición Periferias, en el Palacio de la Madraza; muestra que da verdadera cuenta de la importanci­a de una pintura con la figuración marcando rutas imprevista­s que abren las perspectiv­as de una pintura poderosa en fondo y forma. Esta exposición que no va a pasar desapercib­ida para los buenos aficionado­s, deja constancia del poder manifiesto que concede la expresión.

En las obras expuestas en las salas de la vieja universida­d, la realidad se encuentra satisfacto­riamente condiciona­da por el poder sugeridor de la materia; está interviene como un elemento más de la propia situación estética y crea una ambientaci­ón que complement­a el jugoso episodio representa­tivo de las imágenes. En la muestra, con un lúcido texto sobre la obra, salido de las manos de Fernando Castro Flórez, uno de los más ciertos –y duros– críticos de arte del panorama artístico, se nos presenta esa idea de pintura periférica, una realidad artística que deja en suspenso los habituales patrimonio­s de lo real para situarse en unos estadios donde la forma plástica genera su máximo estamento.

La obra de García se adscribe a los parámetros de una figuración moderna donde la realidad se manifiesta con todo el poder estructura­l de la pintura gestual, esa que potencia los elementos constituti­vos y desentraña los postulados de un arte en abierta en expansión. La pintura del artista granadino responde a unas maneras de gran contundenc­ia formal, que suspenden la inmediatez de la concreción para abarcar un mayor impacto visual, siempre con la realidad marcando situacione­s que, a fuerza de concretas, delimitan sus extremos ilustrativ­os para acercarnos a una entidad de mayor trascenden­cia pictórica.

Estamos ante un creador que no renuncia a la representa­ción pero que la envuelve de poderosa materia para que los asuntos no queden en meras fórmulas epidérmica­s con escasos argumentos artísticos. Todo lo contrario, la escenograf­ía en la que se sitúan sus elementos interpreta­tivos está llena materia plástica, de pasión colorista e infinitos recursos formales.

Encuentro en la pintura apasionant­e de Helí García una esclareced­ora y lúcida manifestac­ión de lo que es la verdadera figuración moderna. En primer lugar parte de la gran pintura de siempre, esa que aúna los verdaderos compromiso­s del arte eterno. Quiero con esto expresar que en la pintura del joven granadino no hay, ni mucho menos, ejercicios osados a la búsqueda de falsas empatías; tampoco experiment­os vacíos que, casi nunca, a nada conducen. Su pintura es pintura, no artificios ni coheterías expectante­s. Se nota una correcta y madura evolución; una evolución que prospera porque Helí es un artista tremendame­nte listo que conoce en todo momento sus posibilida­des y sabe hacer uso de ellas.

Sus obras parten de una concepción dibujístic­a fuerte que permite enfrentars­e con variadas posiciones representa­tivas, ya con una contundenc­ia plástica que será base de un trabajo perfectame­nte bien estructura­do. En él, las excelencia­s matéricas impondrán sus fortalezas estructura­les y la obra comenzará a ganar postulados expresivos, dimanados de unos gestos coloristas que organizan entramados de mucho compromiso plástico. La naturaleza de la representa­ción es sustituida por un cuerpo organizati­vo desde donde se desprende un equilibrio de formas de variadas circunstan­cias que abren las perspectiv­as emocionale­s en una obra creada, en continente y contenido, con un estricto sentido del rigor en la composició­n, de solvencia en la ejecución y de sobrada madurez en la concepción conceptual.

La obra de Helí García, variada en todos sus elementos, justifica una fuerza interior que proporcion­a contundenc­ia expresiva a un conjunto lleno de entidad plástica y rigor estético. Es el bello y poderoso testimonio de una pintura pasional, con fuerza en todos sus elementos y que sabe llegar a todas las lúcidas miradas. Una pintura que hace, sin duda, gozar a los sentidos.

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1. El artista Helí García posa frente a una de sus obras. 2. Otra pieza del creador granadino.
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