Granada Hoy

Las clases presencial­es regresan hoy a la UGR tras seis meses online

● La Junta impondrá de nuevo la docencia virtual si se dispara la tasa de incidencia

- A. Asensio

La nueva normalidad tiene sus esquinas. Cierre perimetral, toque de queda, limitación de aforo y de agrupación de no convivient­es y ¡ay! suspensión de la docencia teórica presencial en la Universida­d de Granada. Esta restricció­n –cuidado, fue de las primeras que se tomaron cuando comenzó a despuntar la segunda ola– finaliza hoy, jornada en la que se retomará el curso en el punto en el que se dejó el pasado 14 de octubre en las cuatro escuelas técnicas superiores, 17 facultades y un centro adscrito. Seis meses después vuelven las clases bajo el modelo de “presencial­idad segura” que se pergeñó en la pasada primavera para su estreno el 21 de septiembre. Regresa la docencia semipresen­cial que permitirá a parte del estudianta­do de la UGR entrar de nuevo en escuelas y facultades. Se reabren las biblioteca­s, se puede ir a los comedores –el menú para hoy es arroz a la cubana, filete de cerdo con calabacín frito y, de postre, naranja– y se eliminarán, parcialmen­te, las pantallas que tanto han marcado el proceso de enseñanza-aprendizaj­e en este medio año.

La Junta no se anduvo con chiquitas tras las imágenes de la calle Ángel Ganivet de Granada en el puente del Pilar. Tras apuntar directamen­te a las residencia­s y colegios mayores, disparó. El 14 de octubre se determinó el paso de la docencia semipresen­cial a un modelo online para las clases teóricas a partir del día siguiente, el 15 de octubre. Aquello sentó muy mal en la comunidad universita­ria. Se había hecho un notable desembolso para adaptar los centros a la nueva normalidad (dos millones de euros en compra de, entre otros elementos, cámaras para la docencia sincrónica), se habían diseñado dos planes (uno para docencia híbrida y otro adaptado a un escenario de confinamie­nto estricto como el padecido en marzo de 2020) y habían regresado a Granada los cerca de 26.000 estudiante­s de otras provincias de los 45.000 que están matriculad­os en grados de la UGR.

La decisión de la Junta se tomó por dos semanas y obtuvo una dura respuesta por parte de la rectora, Pilar Aranda, –“Dejan abiertos los bares y cierran las aulas”– y de los decanos y directores de escuelas. Se aplicaba un toque de queda en las residencia­s y colegios mayores difícil de entender y se obligaba a readaptar la docencia a un escenario que no se correspond­ía a ninguno de los dos planes diseñados en los meses anteriores. Después de Granada, el resto del sistema universita­rio andaluz anduvo el mismo camino y se suspendió la docencia presencial de Huelva a Almería, medida que se estiró con sucesivas prórrogas pese a los llamamient­os desde los rectores y la propia CRUE de la necesidad de mantener la presencial­idad en la medida en la que fuera posible. Se mantuvo la presencial­idad de las prácticas experiment­ales y de laboratori­o, las asignatura­s de practicum o prácticas externas, las prácticas de campo, las prácticas clínicas en centros del Sistema Sanitario Público de Andalucía.

El 24 de noviembre se comunicó, mediante una resolución de la rectora, la decisión de mantener la situación de docencia teórica online hasta la finalizaci­ón del primer semestre y se añadía que los exámenes sí serían presencial­es. Aquello levantó las críticas del estudianta­do, obligado a regresar para evaluarse en enero de materias que habían tenido que asimilar, en mayor o menor medida, de forma virtual. Finalmente, la UGR decidió que fueran los departamen­tos los que decidieran el modelo de evaluación del primer semestre, con un llamamient­o a apostar por la evaluación continua. El 80% de las pruebas del periodo de exámenes fueron virtuales, el resto, presencial­es. En estos meses se compraron lotes de equipos informátic­os para su préstamo a estudiante­s sin medios para seguir las clases a distancia.

Enero fue intenso. El 13 de ese mes se comunicó que el segundo semestre comenzaría de forma online para las clases teóricas. El 15 se reabrieron las salas de estudio, que a los seis días recortaron el horario ante la petición de la Junta al Gobierno central de adelantar el toque de queda –cuestión que finalmente no se modificó– y el 19 comenzaron los exámenes. El primer día se despachó con problemas en la plataforma de recursos informátic­os que emplea la UGR, Prado, y aquello terminó con la afirmación de la rectora de que se habían denunciado al menos dos presuntos casos de copia grupal en sendos exámenes virtuales. El 27 se produjo un ataque informátic­o que fue denunciado ante la Policía Nacional.

Febrero comenzó con el anuncio de que las clases serían online al menos hasta el 26 de marzo –jornada que coincidía con el viernes de Dolores– en la línea de lo que ya habían aprobado universida­des como la Pablo de Olavide o Cádiz. El 17 de marzo se reclamó, por boca de la rectora, “el mismo trato” que al resto del sistema educativo. No sólo no se habían cerrado colegios o institutos. El cierre de facultades únicamente se había prolongado en Andalucía, ya que en el resto de universida­des en las que se aplicó esta medida –como Salamanca o Valencia–, ésta fue muy limitada en el tiempo. El pasado día 23 se anunció que, si la situación lo permite, las clases se retomarían a la vuelta de Semana Santa, concretame­nte hoy lunes. El jueves de la pasada semana se publicó un protocolo que permite a aquellos matriculad­os que no puedan volver a Granada seguir con las clases desde su casa. Cada paso dado en estos meses ha venido aliñado por críticas de distintos colectivos, fundamenta­lmente entre los estudiante­s, que viven su segundo curso marcado por el Covid-19.

Y hasta hoy. Vuelven las clases teóricas presencial­es, aunque nadie puede aventurar cómo acabará el curso. La Junta ató en el BOJA del pasado 8 de abril que si Granada vuelve al máximo nivel de riesgos de nuevo la docencia teórica será virtual.

En enero fueron los departamen­tos los que decidieron el modelo de examen

El 13 de enero se comunicó que el segundo semestre comenzaría online

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ANTONIO L. JUÁREZ / PHOTOGRAPH­ERSSPORTS Aula de Filosofía y Letras, en el campus de Cartuja.

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