Contubernios nacionales, un divertido ensayo contra la conspiranoia
Alejandro Romero y El Bute publican en Akal un divertido ensayo ilustrado sobre el origen de algunas teorías de la conspiración como respuesta al preocupante auge del nacionalpopulismo
Las teorías de la conspiración y las noticias falsas han existido siempre. En los últimos años, muchas de ellas se han convertido en parte del discurso de la extrema derecha del país. Entre sus greatest hits figuras afirmaciones tales como que los inmigrantes vienen a robarles el pan a los españoles y a violar a sus mujeres; que si muchas de las denuncias por agresión a mujeres son falsas; que si los menores migrantes vienen a delinquir; que si el comunismo ha vuelto gracias al actual Gobierno. Aseveraciones sin ningún fundamento ni dato contrastado con consecuencias graves entre los citados colectivos. Igual ocurre con el chip 5G para dominar nuestra mente o el discurso negacionista de Miguel Bosé (según le cuenta a Évole la pandemia se trataría de “una conspiración de psicópatas”).
El sociólogo Alejandro Romero y el dibujante Miguel Osuna, conocido como El Bute, publican ahora un divertido ensayo ilustrado sobre el tema en la combativa Akal. Contubernios nacionales. Una panorámica de las teorías de la conspiración de la derecha española trata de contextualizar e informar sobre el origen de algunas de estas teorías que han calado en el mainstream político. “Consideré oportuno tratar con un trabajo divulgativo y ameno las teorías de la conspiración de la derecha fundamentalmente por el auge del nacionalpopulismo. Teorías conspirativas hay de todas las ideologías y trasversales. La confluencia de elementos como Trump, el Brexit, Bolsonaro y en España, Vox y la competencia entre las distintas derechas. Luego encima llegó la pandemia”, defiende el profesor de análisis electoral de la UGR.
Una de las teorías de la conspiración aparecida en el libro es la que relaciona los atentados de Madrid del 11 de marzo de 2004, que marcó el final del mandato de José María Aznar, con ETA. Aquello lo insinuaba en fechas tan tardías como enero de 2011 el entonces vicesecretario de comunicación del PP, Esteban González Pons. “Mientras los policías recogían cadáveres con la ayuda de taxistas, el Gobierno se dedicada desde primera hora a contar que había sido ETA. Y lo siguen manteniendo tantos años después. Recuerdo escuchar tertulias en la COPE donde decían que algún día se demostraría que ese atentado fue culpa del PSOE. Una vez que escuchas eso, está la puerta abierta a todo. Cuando puedes soltar semejante burrada y que no te ocurra nada a nivel legal o político. Ya no hay límites. En eso estamos”, reconoce el ilustrador cordobés afincado en Granada.
Varios de los capítulos hablan del origen del antisemitismo en este país y el contubernio judeomasónico. “Es lo que ocurre, algo tardíamente con respecto a otras regiones de Europa, en la España del siglo XVI sacudida por la peste, la guerra y el hambre (¿les suena?). Se producen durante todo el siglo varias matanzas de judíos”, precisa Romero en el libro. Entre los mitos mencionan el de Juan de Pasamontes, un niño presuntamente asesinado a finales de la década de 1480 en La Guardia inspirado por la leyenda antijudía del santo niño de Hugh de Lincoln. Además, incluyen a Quevedo y Lope de Vega en su interesante galería de conspirógrafos por sus textos antisemitas (véase Execración de los judíos).
Para Romero, “la teoría conspirativa que en términos históricos ha tenido consecuencias más trágicas y de más amplio alcance es laque se apoya y que retroalimenta el racismo y las creencias discriminatorias que, a menudo, se traducen en violencia contra personas y grupos”. “En particular la idea del contubernio judío mundial ha justificado cosas tan terribles y sangrientas como el Holocausto. Lo negativo que tienen todas ellas es que a menudo afectan a vidas. Sin ir más lejos la del 11-M produjo suicidios por el acoso al que fueron sometidos determinados cargos policiales. La esposa de uno de ellos se suicidó porque no soportaba las acusaciones que se vertían contra su marido (se trata de la esposa de Rodolfo Ruiz, comisario de Vallecas cuando estalló la bomba y el chivo expiatorio del 11-M)”, señala.
El gran peligro de las teorías de la conspiración, según el sociólogo, es que “degradan el discurso, es una especie de todo vale, y señalan y acusan de cosas bastante terribles a grupos o personas”. “No hablamos de alguien como un adversario político, sino que se convierte en un enemigo que amenaza la existencia de tu país o de una serie de valores que para ti son fundamentales. Eso también explica en cierta medida que estas historias permanezcan. Porque mas que con el detalle, los hechos, con lo que te quedas es con la idea general de que malo era tal personaje”, sostiene.
En el volumen se hablan de teorías de la conspiración que en su día salieron en medios generalistas. “Ahora las conspiraciones van por WhatsApp y Telegram. Ya nos las vemos. Ahora es más peligroso porque esa labor de desinformación, de engaño y de crear odio se hace personalmente a cada móvil”, advierte el autor gráfico del ensayo. Estas teorías de la conspiración, apoyadas en estereotipos racistas, misóginos, homofóbicos y transfóbos, no sólo circulan en la red o en aplicaciones móviles, también han llegado al Congreso. “Si a esto le sumas que estos temas emerjan en los Congreso de los Diputados, en contextos institucionales, lo que hacen es reforzar esos mensajes. Le dan un pátina de legitimidad y verosimilitud. No es sólo lo que te llega al móvil, sino que en el Congreso están unos valientes diciendo las verdades a la cara al establishment. Los rebeldes que han venido a poner orden (¿no les suena al asalto del Capitolio en enero de este año?)”, señala de forma irónica Romero.
Las ilustraciones de El Bute plasman a la perfección en qué piensan los conspiranoicos: desde feministas (“feminazis” según algunos) plasmadas como criaturas horribles y feísimas; pasando por los Cayetanos y pijos de turno asustados ante una supuesta invasión árabe o el lobby gay; al judío como culpable de las llamadas de las teleoperadoras a medio día. Bosé también aparece, pero en una imagen real vestido de don Diablo. “Quizá el dibujo de los inmigrantes en la patera fue el más me costó. Me tuve que distanciar mucho. Es una cosa que ahora está pasando. Están muriendo en las pateras y los cayucos. Puse mi cabeza en el lado del conspiranoico y empecé a dibujar estereotipos”, cuenta el diseñador.
La ironía vertebra el ensayo y las viñetas. ¿Debemos tomarnos la vida con humor en un momento tan inestable? “Aquí no se trata de burlarnos de las personas que creen estas cosas. Si nos vamos a burlar y mucho de los mercaderes de humo, de los que venden este tipo de historias a conciencia y buscando su provecho. Y que no tienen ninguna consideración respecto a las consecuencias terribles que eso va a tener en personas y en grupos”, reprocha el profesor, que cree que “en lugar de enzarzarnos en peleas en redes, deberíamos escucharnos y buscar puntos de encuentro”. “Necesitamos recuperar espacios donde podamos encontrarnos, cosas en las que estemos de acuerdo. La diversidad enriquece cuando tenemos un sitio donde podemos encontrarnos todos”, zanja. Tomemos nota.