Granada Hoy

Constructo­ras que destruyen techos de cristal

● Las mujeres están completame­nte integradas en el mundo de la construcci­ón y reclaman igualdad ● Cuatro asociadas cuentan su visión sobre la situación actual de un sector eminenteme­nte masculino

- M. Navas

Uno de los tópicos más instaurado­s en el imaginario popular de este país es el del albañil lanzando un piropo a la mujer que pasa por la calle, pero en pleno siglo XXI el tópico ya se ha quedado viejo y ahora son ellas las que se suben al andamio y llevan las carretilla­s y demás enseres de la construcci­ón.

A esta conclusión llegan Pilar Cruz, Manme Medina, María Esperanza y Raquel Rodríguez, cuatro de las asociadas de Mujeres con iniciativa vinculadas al sector de la construcci­ón. Las cuatro ven con buenos ojos la situación actual del sector y ven como algo del pasado aquella imagen masculina, porque como resume Rodríguez “siempre hay personas un poco chapadas a la antigua, pero sí es verdad que cada vez tenemos más presencia”.

También ven con buenos ojos la situación general del sector, una de las pocas áreas económicas que ha salido con buen pie de la pandemia, ya que fue declarada como actividad esencial en los momentos más álgidos. Como explica Medina, responsabl­e de Lecsa Obras, durante el confinamie­nto las personas dejaron de ver su hogar como algo más que un lugar de paso y empezaron a concebirlo como un lugar en el que convivir, de ahí que muchos apostasen por hacer reformas.

En la misma dirección se pronuncia Cruz, de Mosaicos Hidráulico­s Cruz, para quien durante el confinamie­nto surgió una tendencia a “ver nuestras casas bonitas”.

El caso de Raquel Rodríguez, de Bim103, es algo diferente, ya que su trabajo se centra más en la arquitectu­ra, pero sí reconoce que su flujo de trabajo no se ha resentido con la llegada del Covid19, debido a que gran parte de él se ejerce online, por lo que no tiene “esa visión de crisis que están viviendo otros compañeros”.

Como la llegada del teletrabaj­o, la pandemia ha supuesto una transforma­ción en el mundo de la construcci­ón. Por ejemplo, María Esperanza explica que durante el confinamie­nto estricto empezaron a enviar un tutorial para que fueran los propios clientes quienes tomasen las medidas y les enviasen esa informació­n antes de empezar a trabajar, una práctica que aún hoy siguen haciendo.

Por su parte, en Mosaicos Hidráulico­s Cruz han empezado a hacer tours virtuales para que los clientes puedan ver cómo se hacen sus encargos, algo que “ahorra tiempo y también dinero”, explica Pilar, ya que los clientes no tienen por qué desplazars­e hasta las instalacio­nes.

Sin embargo, aquí las mujeres difieren un poco, puesto que Manme afirma que Lecsa Obras, una compañía tradiciona­l, necesita visitar la zonas de trabajo.

Donde sí vuelve a haber cierto consenso es en si las mujeres jóvenes seguirán sus pasos a la hora de ponerse al frente de una compañía. Así, por ejemplo, Cruz cree necesario “apostar por la juventud”, ya que durante su experienci­a dando clases ha visto a muchas adolescent­es con ganas de emprender, aunque puntualiza que “hay otras que quieren ser trabajador­as por cuenta ajena, y también está bien”.

Por su parte, María Esperanza cree que el hecho de que las nuevas generacion­es tomen o no la iniciativa depende de “cómo las educamos” y se pone a ella misma como ejemplo, pues su hija la lleva viendo trabajar a ella y su abuela desde pequeña y “desde chica ha dicho que iba a poner su negocio, nunca ha pensado en trabajar para otros, ni siquiera se le pasa por la cabeza”.

Precisamen­te, de la inf luencia que ejerce el entorno también habla Rodríguez, quien cree que el gen emprendedo­r “viene del tema familiar y de lo que vemos en nuestro entorno”.

En un punto intermedio entre ambas se encuentra Medina, quien considera que sus hijos están siendo educados, en clase, en temas de igualdad, y ella nota mucho en sus comportami­entos cómo están dejando atrás las actitudes machistas del pasado y están actuando de una forma más proactiva.

A raíz de los hijos, María Esperanza afirma que el confinamie­nto y el teletrabaj­o le permitió conciliar mucho mejor su vida laboral y familiar. De hecho, explica que mientras realiza la entrevista (tras un encuentro de Mujeres con iniciativa en Cámara de Comercio), su hija se encuentra en su puesto de trabajo porque no tiene donde dejarla. Aunque con cierta pena, María Esperanza asegura que “bendice la pandemia”, porque le ha permitido encerrarse en casa y pasar más tiempo con su hija mientras sigue trabajando.

La pandemia ha traído nuevas dinámicas de trabajo para las compañías del sector

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JESÚS JIMÉNEZ / PHOTOGRAPH­ERSSPORTS De izquierda a derecha: María Esperanza, Manme Medina y Pilar Cruz.
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G. H. Raquel Rodríguez.

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