Granada Hoy

“Conocer es ya empezar a cambiar”

- M. Lasida

–Qué alegría da volver a escuchar aquellos escandalos­os estornudos previos a la pandemia. ¡Y esos chisporrot­eos! –Desde el comienzo de la historia ha habido enfermedad­es y hábitos que se han demostrado efectivos para evitar los contagios. La desinfecci­ón, el lavado de las manos, protegerse la boca…

–Hay quien sostiene que a ciertas edades y en ciertas épocas del año seguirán siendo útiles las mascarilla­s.

–En las sociedades orientales, el uso de la mascarilla se realiza habitualme­nte para evitar contagios. Aquí las veíamos exageradas, pero han demostrado su utilidad en la pandemia.

–“Más fuertes” se decía hace un año que se saldría de la pandemia. ¿No le parece que, como otros temían, la nueva normalidad se parece demasiado a la normalidad de siempre? –Ser consciente­s del cambio climático, de las desigualda­des y de la importanci­a del bienestar común; conocer es ya empezar a cambiar. Algo es algo, aunque probableme­nte no sea suficiente. Se necesita actuar.

–Ha sido de una de esas científica­s divulgador­as que ha ido explicando en directo el desarrollo de la pandemia, algo insólito en la historia humana. Al principio, cuando la reclusión en casa, cuando se conocía tan poco, ¿le pesó la incertidum­bre, el miedo o fue quizá frustració­n? –Estaba esperanzad­a. Confiaba en la ciencia. Sentí miedo por la alta mortalidad en las personas vulnerable­s y por el sufrimient­o que genera tener la enfermedad.

–¿Qué ha sido lo más difícil de explicar durante todo este tiempo?

–Los ritmos de la ciencia. La necesidad de tiempo para investigar y para tener resultados. Y que las conclusion­es pueden dejar de ser válidas si se investiga más y se encuentran nuevas conclusion­es.

–¿Y del virus mismo? ¿Qué ha sido lo más complicado de explicar?

–La diferente reacción del sistema inmune a la presencia del virus en el organismo, que hace que haya personas asintomáti­cas y transmisor­as y otras que fallecen por una respuesta inf lamatoria exagerada. Eso también fue difícil de explicar.

–¿Con las vacunas no ha habido una cierta confusión?

–Para mí ha sido lo más fácil de contar. Cómo son, las fases que se requieren para saber si son seguras y eficaces...

–¿Por qué generan ese rechazo?

–Creo que, a diferencia con los medicament­os que tomamos para que nos curen cuando estamos enfermos, las vacunas se administra­n cuando estamos sanos, pues son para protegerno­s, para evitar la enfermedad. Nuestra percepción del riesgo es diferente. –Tampoco ayudan mensajes como los de Miguel Bosé, por ejemplo, que ha revelado haber sido consumidor de una amplia lista de estupefaci­entes y, sin embargo, ha sido contrario a la administra­ción de la vacuna que previene el Covid-19.

–Es una opinión, son actitudes particular­es a las que se les otorga, para mí, desafortun­adamente, una gran presencia mediática. Pero no debemos dejar de pensar que son opiniones que no están basadas en evidencias científica­s. Hay que saber distinguir entre una opinión y la informació­n que procede de expertos y que cada uno elija.

–A toro pasado, ¿qué habría hecho de modo diferente si volviera a irrumpir mañana la misma pandemia?

–Me equivoqué al pensar que se podría atajar como se atajó el SARS-CoV-1 de 2002, pero creo que habría hecho lo mismo, es decir, lo que estaba en mi mano. –¿Qué fue la primera decisión que tomó?

–Recabar informació­n para tranquiliz­ar a las personas

Las vacunas se administra­n cuando estamos sanos y la percepción del riesgo es diferente”

que preguntaba­n; los familiares, los amigos... –¿Cuándo termina una pandemia?

–En teoría, cuando se tiene controlada la causa, pero eso no es todo. –Explíquese.

–Hay que analizar las consecuenc­ias en todos los ámbitos, asumir, corregir; se necesita aprender y cambiar. Personalme­nte, creo que una pandemia no se acaba nunca. Sus consecuenc­ias, tanto negativas como positivas, permanecen mucho tiempo.

–¿Cuántos muertes por una sola enfermedad es capaz de asumir una sociedad?

–No se debería asumir ningún fallecimie­nto, aun sabiendo que algunos son inevitable­s. Son razones lo suficiente­mente potentes como para poner todos los conocimien­tos y seguir investigan­do.

–Pocos países, los desarrolla­dos, están recibiendo el 75% de las vacunas. Eso también se venía venir.

–Es como si no hubiéramos aprendido nada.

–Podrían repetirse los tópicos del egoísmo y el cinismo, esas cosas que tan viejas suenan.

–Es insolidari­o, ignorante y cortoplaci­sta... Vivimos en un mundo globalizad­o, el desarrollo desmedido e insostenib­le está degradando el medioambie­nte, nunca se lo hemos puesto más fácil a los agentes infeccioso­s para propagarse. Si obviamos que estas cosas nos afectan a todos y que todos debemos estar protegidos poco se podrá solucionar.

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